En su tercer largometraje de ficción, el iraní Babak Jalali se detiene en el día a día de dos hermanos y una madre, pertenecientes a una familia de nativos americanos en una reserva, que se encuentran en medio de unos trámites burocráticos para recibir una pensión militar por el fallecimiento del hermano menor de la familia en Afganistán. Con un tono austero y lento, el filme hace hincapié en las miserias cotidianas de unas vidas casi despojadas de alicientes, con escasos recursos y marcadas por la bebida (Wesley, alcohólico, acude con frecuencia a una licorería acompañado de su madre; Raymond, rehabilitado, trabaja en un rancho) y una constante pasivo-agresividad en sus relaciones con el exterior.
A lo largo de su metraje, Land explora multitud de puntos de vista interesantísimos acerca de las comunidades de nativos, su aislamiento cultural y su relación con los demás, centrándose en una gran variedad de temas en su transcurso y ofreciendo una perspectiva compleja. Por un lado, en la evocación constante del pasado se señala la herencia de los actos de represión violentos del pasado y la falta de retribución por dichos agravios. Por otro, en las relaciones con otros factores en el presente, tanto con la difícil y conflictiva relación con otras comunidades como en la fragmentación de la propia comunidad por la miseria y la falta de oportunidades o alicientes; y tanto en la pérdida paulatina de la identidad cultural como en el aislamiento de las normas y paradigmas socioculturales de su país. Esto se ve particularmente bien en la falta de apego a los símbolos nacionales y a la parafernalia patriótica en el entierro militar de su familiar. Hay una constante de elementos que reflejan la discordancia de la familia con todo lo que les rodea, incluso en las escasas relaciones cordiales que mantienen con otras personas.
Con todo, la sensación que da Land se asemeja de hecho mucho más a una suerte de vacío existencial que a una denuncia combativa. Se dedica a observar eventos que transcurren a un ritmo muy enlentecido, que no avanzan o que dan vueltas. Los personajes hablan muy despacio, las discusiones sobre el entierro y retribución económica del fallecido se pierden en palabrería burocrática repetitiva. La atmósfera es deliberadamente gris y pesada y el tedio forma parte integral de estas vidas. Y esto se mantiene hasta tal punto que ni siquiera cuando sucede algo se abandona este enfoque. En un momento dado, dos jóvenes blancos propinan una paliza brutal a Wesley, y mientras este se encuentra en el hospital, Raymond emprende indignado una búsqueda de la venganza y de la justicia poética. Pero incluso este repentino episodio de violencia racista y su consecuente respuesta no cambian ni un ápice el tono de una película que se mantiene siempre aletargada.
Y es de hecho a ese nivel, en esa búsqueda constante de la lentitud exasperante y la intrascendencia cotidiana, a pesar de tratar temas de gran calado social y cultural, donde la película se muestra irregular y en bastantes ocasiones me pierde por el camino porque no es siempre capaz de transmitir de manera orgánica su ritmo. Se siente artificial y deliberado, y eso me saca de la cinta. Porque más allá del interés que tiene sobre el papel la obra, y de su nada desdeñable enfoque que prioriza ese vacío pesado a la multitud de conflictos cotidianos e individuales, en la ejecución veo constantemente la mano de su director manipulando a los actores y los acontecimientos y buscando antes epatar que empatizar.
No quiero decir ni mucho menos que Land sea siquiera floja, porque logra al fin y al cabo que cale un discurso complejo y multifactorial sobre la realidad de los nativos americanos y la deuda histórica de la sociedad estadounidense con ellos. En ese sentido es una obra muy bien planteada. Pero sí tiene una losa tremenda en esa falta de sinceridad expresiva. Porque esta es una película de atmósfera, de observación metódica y casi documental y cualquier injerencia que percibo como artificial, especialmente por la naturalidad que busca, me saca de ella y hace más cuesta arriba volver.