El Atlàntida Film Fest 2013 ofrece la estimulante propuesta de visualizar una película del poco promocionado cine colombiano: La Playa D.C. La película con estilo documental y realista, narra la vida de Tomás, un muchacho de raza negra introvertido y responsable que vive en un gueto en las afueras de Bogotá. Nada más comenzar la película se nos muestra a Tomás cargando sacos en un mercado de abastos reflejo de la vida llena de sacrificios y sufrimientos que le ha tocado vivir.
Tomás convive en una chabola junto con su madre, su padrastro y sus hermanos, cada uno de padres distintos en un ambiente de incomunicación y carencia total de todo tipo de afecto. El aislamiento que le acompaña y su total falta de apego hacia su nuevo padrasto le hace abandonar la casa familiar para reencontrarse en la ciudad con su hermano mayor que ha regresado de una mala experiencia inmigratoria de Estados Unidos y que se gana la vida limpiando los neumáticos polvorientos de los vehículos que aparcan en el barrio, el cual le da alojamiento en su piso.
Al mismo tiempo Tomás trata de localizar a su hermano pequeño Jairo que trabaja de camello y ha tenido que huir tras fumarse el cargamento que tenía que distribuir en los barrios altos y al cual le están buscando sus suministradores para saldar la deuda. En el transcurrir de la historia, Tomás conocerá a los dueños de una peluquería afro y quedará fascinado por la técnica desarrollada por los dueños, viendo la oportunidad de alcanzar su sueño de trabajar como peluquero y llevar a cabo la tradición y arte de cortar el pelo de sus ancestros, los antiguos esclavos africanos que dibujaban curvas escarpadas y zigzagueantes como metáfora de vía de escape hacia la libertad. También conoceremos a su novia, una chica blanca que lleva su relación en secreto y que también trabaja como peluquera, y asistiremos al discurrir de la vida de Tomás y los problemas de subsistencia existentes en la vida en un barrio deprimido habitado principalmente por gente de raza negra de Bogotá.
El inicio de la película recuerda por su temática a películas como El Odio de Mathieu Kassovitz o a las novelas juveniles de S.E. Hinton, principalmente a La Ley de la Calle, por la relación que parece se va a establecer entre Tomás y su hermano mayor, antiguo pandillero, que acaba de regresar de Estados Unidos. Destacan largos planos secuencia tomados cámara en hombro de espaldas, al estilo de Gus Van Sant, con movimientos bruscos de cámara que imprimen un carácter realista y deseo de reflejar la miseria y carencias que acompañan al protagonista: barrios deprimidos, basura por las calles, pandillas, etc. Los personajes usan un lenguaje coloquial que en ciertos momentos provoca que sea complicado seguir las conversaciones de los actores, por lo que el espectador que no esté familiarizado con la jerga utilizada por los personajes deberá estar concentrado para entender ciertos diálogos. Además nos encontramos con la metáfora del arte del corte de pelo utilizado por los esclavos negros como una forma de expresar que poco hemos avanzado en nuestras sociedades y que sigue habiendo esclavitud debido a las necesidades económicas y segregaciones que implantamos desde diversos ámbitos de la sociedad.
Tras un inicio muy prometedor, la trama se va diluyendo debido a la existencia de muchos saltos de guión y elipsis que hace que la narración no se desarrolle en base a un guión lineal en la que hay una trama clara. Acompañaremos a Tomás a discotecas, a centros comerciales de lujo de los que es expulsado, a sus inicios en su trabajo como peluquero y a descampados en los que se evade de la cruda realidad fumando caballo acompañado de su hermano Jairo, aunque el deseo de querer mostrar tanto provoca una falta de concreción que perjudica a la narración.
Las escenas se van encadenando sin una conexión clara y ciertos personajes, como el de la novia de Tomás o el hermano mayor no consiguen desarrollarse plenamente, sino que aparecen y desaparecen dando la sensación de quedarse a medias en el discurrir de la historia. Lo anteriormente mencionado hace que la película sea inconexa y que no logre alcanzar las cotas que parece va a mostrar en los primeros 20 minutos, bastante buenos, del filme, acabando en una propuesta algo fría con un guión un tanto inconsistente en el que se termina con la sensación de que la cinta se quedó corta en relación a las posibilidades que ofrecía la historia.
Técnicamente es muy destacable, contando con una muy buena fotografía un llamativo montaje y una estupenda banda sonora hip hop que otorgan veracidad a la propuesta de reflejar la realidad de los suburbios de Bogotá. A pesar de sus claros defectos la película es interesante y brinda la oportunidad de aproximarse a ver una película distinta, de las que solo pueden verse en festivales, por lo que seguro interesará a un espectador inquieto en investigar alternativas cinematográficas diferentes a las que habitualmente hallamos en nuestros cines.
Todo modo de amor al cine.