El 26 de mayo fallecía uno de los realizadores españoles más importantes de nuestra cinematografía, Vicente Aranda (Barcelona, 9 de noviembre de 1926 – Madrid, 26 de mayo de 2015), director y guionista que detenta una amplia e interesante filmografía repleta de títulos importantísimos —Tiempo de Silencio (1986), El díptico sobre El Lute (1987-88), Si te dicen que caí (1989), Intruso (1993), Los jinetes del alba (TV, 1990), Amantes (1991), Juana la Loca (2001)—, pero también de grandes fiascos de público —El amante bilingüe (1992), Libertarias (1996), La mirada del otro (1997), Tirante el Blanco (2006), Luna caliente (2009)— y crítica. Pese a esa irregularidad, podemos afirmar que su obra más importante se produce desde finales de los años 70 (Cambio de sexo) y se desarrolla a lo largo de los años 80 hasta principios de los 90; al menos es la etapa más conocida y más popular para el público. Las feroces críticas que recibió Luna Caliente motivaron su retirada del cine.
Los inicios de Vicente Aranda en el cine quizá sean más desconocidos para la mayoría, debido básicamente a que sus primeros films han sido menos difundidos y comercializados. Aranda pertenece a la generación nacida en los años 60 conocida la Gauché Divine: un grupo cultural integrado por intelectuales y artistas de izquierda, pero que procedían de la burguesía y la jet-set catalana. Bautizado con ese seudónimo por el periodista Joan de Sagarra en el diario Tele/eXprés; el término Gauche Divine aparece por primera vez en una crónica de la fiesta de presentación de una nueva editorial Tusquets Editores a finales de los años 60. Estaba formado no sólo por escritores, editores o poetas sino además por arquitectos, cantantes, diseñadores, fotógrafos, modelos y directores de cine surgidos de la <<Escuela de Barcelona>> como Gonzalo Suárez y Vicente Aranda, realizadores cuyos primeros trabajos poseen un evidente carácter vanguardista, influenciado por el cine europeo intelectual de la época.
En el caso de Aranda, su carrera comienza con dos películas extrañas y experimentales como Brillante porvenir (1965) y Fata/Morgana (1965), que no tuvieron demasiado éxito de público pero que, sin embargo, fueron muy valoradas por la crítica más intelectual. La novia ensangrentada (1972), film del cual nos ocupamos en esta reseña, pertenece a una etapa que podemos considerar como de transición, ya que junto a la excelente Las Crueles (1969) y la más discreta Clara es el precio (1975), son películas de género (thriller, terror, comedia) pero que aún poseen los rasgos vanguardistas de sus inicios, experimentalismo que abandonará a partir de Cambio de sexo (1976), un film coyuntural pero de enorme éxito, que significó el lanzamiento de una jovencísima Victoria Abril y el debut en el cine de Bibiana Fernández aka Bibi Andersen.
La novia ensangrentada adapta libremente la célebre novela de Sheridan Le Fanu (Dublín, 28 de agosto de 1814 – ídem, 7 de febrero de 1873), Carmilla, un clásico del vampirismo femenino, pero ambientándola en los años en los que se realizó la película. Rodada en tierras gallegas, fue masacrada por la censura debido a sus escenas de desnudo y sexo que fueron cortadas —la versión integral sólo se podía ver en el extranjero— así como algunas conversaciones de inquietante turbiedad. En su momento, el film no tuvo demasiado éxito ni de crítica ni de público. La extraña mezcolanza entre vampirismo, psicoanálisis y feminismo no fue comprendida. Vista en la actualidad, en su versión íntegra (editada en DVD en Francia por Artus Film), resulta una obra sobrecogedora, repleta de aciertos y de momentos excelentes; increíble que en los últimos años de la Dictadura alguien se atreviera a realizar un film como éste; una obra increíble e intensa, que hay que reivindicar y a rescatar del olvido.
A pesar de pertenecer al género de terror, por puesta en escena y porque evidencia una cierta profundidad resulta una rara avis dentro de lo que se ha venido a denominar como ‹Fantaterror Español›; nada que ver con los films de Paul Naschy, León Klimovsky, José Ramón Larraz, Jesús Franco, Eugenio Martín, Carlos Aured o Narciso Ibáñez Serrador, de los que por otro lado me considero muy fan.
Como señalé anteriormente, parece que Aranda pretende contar una historia de terror vampírico clásica pero sin renunciar a sus aspiraciones vanguardistas, insertando algunas secuencias surrealistas, extrañas o insólitas (los sueños de Susan, el descubrimiento de la mujer enterrada en la playa, la extraña violación de Susan) a lo largo de una trama que intenta manejar por terrenos más convencionales o típicos del género.
El argumento resulta muy sencillo: Una pareja de recién casados se aloja en la mansión de la familia del marido. Susan, la joven novia, interpretada por un más que excepcional Maribel Martín, descubre una ancestral leyenda sobre Mircalla Karstein, una antepasada de su marido (Simón Andreu) que tras la noche de bodas, asesinó a su recién estrenado esposo con una daga. Hasta prácticamente la mitad de la película, somos testigos de la obsesión que experimenta Susan por Mircalla Karstein; en esta parte es en donde están más presentes las teorías psicoanalíticas (se alude al “Complejo de Judith”) así como los sueños premonitorios. Mircalla Karstein mató a su marido porque, cuando fue desvirgada por éste, se sintió agredida y mancillada; la joven recién casada comparte ese sentimiento de desprecio hacia su esposo. Además, ésta advierte la presencia constante de Mircalla (una fantástica y perturbadora Alexandra Bastedo) en su habitación o sufre una serie de pesadillas en las que en presencia de ella, Susan asesina a puñaladas a su marido hasta la castración. Estas secuencias resultan enormemente gore y explícitas, de gran impacto visual.
Otro momento de gran impacto y que sirve como línea divisoria de un giro argumental, se produce cuando el marido entierra la daga en la playa. Al terminar su labor, descubre una mano de mujer que sobresale de la arena, así como un tubo de respiración (influencia evidente de Un perro andaluz de Buñuel, realizador muy presente en el cine de autor de los 70). Comienza a desenterrar con rapidez hasta que descubre unos ojos azules femeninos ocultos bajo unas gafas de buceo; se trata de una mujer que permanece viva enterrada en la arena y que ha conseguido sobrevivir gracias a un tubo de respiración de submarinista; ésta no responde a sus preguntas y descubre que se encuentra completamente desnuda. Dice llamarse Carmilla y acepta la invitación del matrimonio de alojarse en la mansión. A partir de aquí, comienza a vislumbrarse ya la adaptación (libre) de la novela de Sheridan Le Fanu, ya que la invitada resulta ser una vampira que termina apoderándose de la voluntad de Susan. Ésta, siguiendo las órdenes de Carmilla, se dedica a apuñalar cruelmente a los diversos hombres (el doctor, el empleado de la casa) que las descubren. De nuevo se nos ofrecen escenas de terror sangrientas y profundamente sobrecogedoras. Hasta el brutal desenlace (que no conviene desvelar), el film se ajusta perfectamente al cine de género.
Se trata, no obstante, de una película que posee una puesta en escena exquisita, muy cuidada, narrada con ritmo pausado, en la que merece destacar la labor como operador del gran Fernando Arribas, que consigue momentos de gran belleza (por ejemplo todas las secuencias que se desarrollan en la Playa de la Toja). Lo único que me chirría y me molesta profundamente —algo que sucede en la mayor parte del cine de los 70— es la banda sonora vanguardista (pasaba también en las películas de Carlos Saura por ejemplo), y que considero del todo inapropiada. Compuesta por Antonio Pérez Olea, lejos de acrecentar la angustia, inquietud y turbiedad de las secuencias de terror, más bien nos saca de situación. Resultan más eficaces aquellas en las que no están apoyadas por música alguna.
Por último, destacar el excelente acierto de casting de las dos mujeres protagonistas de la historia. Por un lado, Maribel Martín, joven actriz cuyos rasgos físicos de eterna adolescente, aumentan el grado de obscenidad de su primer acto sexual durante la noche de bodas, ya que da la impresión de que Susan es sólo una adolescente. Maribel, niña prodigio del cine español, quien supo madurar estupendamente en sus trabajos para televisión y sus escasas aportaciones cinematográficas, nos ofrece una interpretación honda, de intensa belleza. Resulta espectacular la transformación que se produce en su personaje cuando es poseída por Carmilla/Mircalla, así como la expresión de su rostro cuando ejecuta a los hombres que considera un amenaza para su “nueva vida”.
Como apoyo fundamental al excelente trabajo de Maribel Martín, nos encontramos con la hermosa y turgente Alexandra Bastedo, actriz británica que en su país trabajó sobre todo en series de televisión, pero que en España intervino en películas extrañas o insólitas como es el caso de Odio mi cuerpo (1974) de León Klimovsky —todo un precedente de La piel que habito de Almodóvar—, El clan de los nazarenos (1975) de Joaquín Luis Romero Marchent o en films de José Ramón Larraz como El mirón (1977) y Estigma (1980). Su presencia de turbadora e inquietante belleza resulta de gran eficacia en su doble rol de Carmilla/Mircalla.
Inolvidable también la aportación de la pequeña Rosa Rodríguez en el rol de Carol, una niña de inquietante inexpresividad, que nos regala —sobre todo en el desenlace— momentos increíbles.
Película extravagante, incómoda extraña e inconformista, nada fácil ni complaciente, La novia ensangrentada representa una rareza no sólo dentro del panorama cinematográfico español o el cine de terror hispano de la época, sino además en la carrera cinematográfica de Aranda. Posteriormente, y a partir de Cambio de sexo, el realizador se mostraría más preocupado por el crudo realismo o por el costumbrismo salvaje que por abordar el cine de género ‹ad hoc›. Por eso, la visión de este film no sólo me ha resultado una experiencia intensa e impactante, sino que me ha trasmitido además una conmovedora emoción ya que trata de una obra hermosa, de profunda e insólita poética.
En tu reseña dices que Maribel Martín tenía un rostro de «eterna adolescente».. me puse a investigar y resulta que según wikipedia, Maribel nació en el 54 y este película se filmó en el 71 y se estrenó en el 72, o sea que Maribel era menor de edad cuando la hizo. tenía 17 años. Es increíble que con esa edad haya filmado esa película. Eran otros tiempos supongo, porque hoy en día sería un escándalo.
Aún estábamos en el maldito Franquismo ¿ Y eso pasó la censura? Con menores no debería de haberla pasado ni antes, ni ahora se debe permitir nada similar.
En ninguna de las escenas de desnudo se muestra la cara de la gran actriz Maribel Martín. Entiendo que fue doblada por otra profesional para tal menester.
¿Y? Posiblemente ni siquiera tenía la edad para ver la película que filmó como les pasó a much@s.El de Olivia Hussey y Leonard Whiting es uno de esos casos .Ella tenía con 15 años y él 16 y el director les hizo rodar una escena desnudos para Romeo y Julieta .O como Brooke Shields que rodó El Lago Azul con solo 14 años,esa película no es
para una cría de esa edad.Y no solo pasa en el cine,en la moda igual.Si te pones a buscar, hay sesiones de fotos de Naomi Campbell ligera de ropa siendo menor de edad,por usar un eufemismo y otras muchas más modelos o actrices.Eva Ionesco por ejemplo es un caso aberrante,su propia madre que era fotógrafa la empezó a usar de modelo con solo 5 años y fotografías sugerentes y también en las que salía desnuda siendo menor y que luego fueron confiscadas .
Y esto es otra opinión que aprovecho. Los niños que se convierten en estrellas que los dejen ser niños normales,es la explotación infantil del primer mundo,pero de esos casi nadie se queja.