Qué recuerdos me ha traído el nombre de Emilis Velivys, a quien conocí a través de su película Redirected a principios de 2015. Por aquel entonces, esa película protagonizada por el siempre marrullero Vinnie Jones fue catalogada como la más gamberra del director lituano. De ella, también se decía que ofrecía una estética similar a la del británico Guy Ritchie en cintas como Snatch. Cerdos y diamantes y RocknRolla. Sin embargo, mi recuerdo de Redirected es prácticamente nulo y, de no ser por la reseña que escribí para este medio, no habría sabido si lo que vi entonces me gustó o no. Por lo visto no me entusiasmó especialmente, pero parece que, en esta segunda película de Velivys que he visto (sin saber que era de él), hay una moraleja sobre las segundas oportunidades. Porque, adelantándome a lo que se viene en el desarrollo, este estilo menos “británico” de narrar la tensión de su país me ha gustado más en esta ocasión.
Eso sí, revisitando Redirected, en concreto algunas imágenes, uno puede ver claramente que el sello de Emilis Velivys sigue presente en La generación del mal, un thriller donde intentamos resolver varios misterios y desentrañar qué está ocurriendo más allá de las turbiedades de los protagonistas de la película, siguiendo dos hilos conductores con los que se nos dan a conocer los pasados incómodos ya enterrados de algunos de ellos tras la caída de la URSS (en un apartado que podríamos considerar incluso cine negro), mientras en el presente se suceden una serie de asesinatos que parecen afectar, de alguna forma, a las élites locales presentes en ambos arcos temporales, coincidiendo además con el momento en que el jefe de policía Gintas, amigo de varios miembros importantes de dicha élite, anuncia su retiro para presentarse a las próximas elecciones como alcalde. A partir de este momento, se iniciará una investigación y ocultación de pruebas conjunta entre el policía local (el ya mencionado Gintas) y un joven investigador venido de Vilna, Simonas, con el cual nuestro protagonista chocará debido a la diferencia generacional y a los chanchullos del primero.
Desde el primer momento, se nos avisa de que estamos ante una película basada en hechos reales, aunque me da la sensación de que la toma como referencia para contar lo que ha querido. Pero bueno, digamos que confío ciegamente en la palabra de Velivys. Siendo así, diría que esta realidad ha sido brutal y oscura, porque al menos así ha sido filmada. De hecho, aunque nos concede algunos momentos de humor negro y cafre como el de la sala de autopsias con los dos forenses ahí comiendo, el cúmulo de maldad nos puede llevar a cierta pérdida de credibilidad. Aunque quizá me esté sobrepasando al definir como maldad lo que en realidad es una mezcla de egolatría destructiva, sucias conexiones, infidelidades y traiciones varias mostradas de un modo sombrío. Diría, de hecho, que todos los personajes de La generación del mal (como deja claro su título), incluido el protagonista, son horribles y no tienen cualidades redentoras.
Mientras en Redirected uno veía a Velyvis como un flipado más con talento que intentaba plasmar las ideas o los conceptos visuales de éxito de otros directores, pero en su caso vacíos de mensaje (lo cual tampoco es poca cosa), en La generación del mal se muestra como un director dotado y, aunque da la sensación de querer retratarlo todo a través de algunos excesos importantes (a veces en perjuicio del suspense), la historia que cuenta le permite ofrecer reflexiones sobre la historia de su país, acerca de la cual yo no sé nada que no sea baloncesto, por lo que le agradezco el esfuerzo. Si me acordaré de ella en 8 años, el tiempo lo dirá, pero no le puedo negarle la vocación de thriller policiaco con un buen acabado, que narra de forma creativa una historia tensa y la entreteje hábilmente con el contexto lituano.
Eso sí, en la revelación final parece que estemos viendo alguna película de Saw y eso le quita un poco la gracia (o se la da, según gustos).
Podéis ver La generación del mal en Filmin:
https://www.filmin.es/pelicula/la-generacion-del-mal