La fragilidad del hielo (Anthony Chen)

El hielo quebradizo como metáfora existencial

El título traducido al inglés de la nueva película del director singapurense Anthony Chen, que llega este fin de semana al catálogo de Fimin, emula el hielo endeble, el agua congelada, solidificada, pero siempre a punto de quebrarse en mil pedazos. Ese escenario invernal, blanquecino, envuelve quejumbrosamente casi todas las estampas de su puesta en escena, con artificiosas excepciones de paraísos artificiales teñidos de neón que vienen muy al caso —y nos muestran maneras de vivir en la China contemporánea todavía en escasas ocasiones retratadas para el observador occidental—. En el pequeño mundo de su trío protagonista, el elemento esencial para la vida, aglutinado por las frías temperaturas, constituye un potente y hermoso hilo argumental que vertebra la esencia ciertamente poética de su propuesta artística.

Desde los mismos compases iniciales, esos bloques de hielo extraídos de la naturaleza agreste en un pequeño pueblo del norte de China, se erigen en sugerentes símbolos vitales del aislamiento emocional y de las penas profundas de sus protagonistas. La cálida luminosidad más habitual en tantas epopeyas juveniles de crecimiento personal vistas en el cine o en la literatura, aquí se tiñen de coloraciones frías, y acompañarán el encuentro accidental de un forastero de Singapur, Li Haofen (Liu Haoran), que asiste a una boda coreana, y conoce por casualidad a una encantadora guía turística, Nana (Zhou Dongyu). Ella, a su vez, hace un tiempo que se hizo amiga de otro chico, que trabaja en la tienda de sus tíos, Han Xiao (Qu Chuxiao). Muy pronto veremos que los tres se encuentran desplazados allí por diferentes motivos. Y que hallarán la manera de conectar y compartir un intenso fin de semana juntos durante el cual sus respectivas crisis íntimas emergerán.

Una vez más, la fuerza alegórica del hielo omnipresente construye el relato. Hace algunos años vio crecer a una talentosa patinadora artística, que un buen día se quebró —y quedó con un pie absolutamente dañado e inhabilitado—. Como parece estar el chaval rico de la urbe, que ignora en repetidas ocasiones ante nuestros ojos cómplices los recordatorios de una cita en un centro de salud mental, y ansía conectar con su inesperada amiga. Precisamente, son esos pequeños cubitos de hielo los que se trasmiten de boca en boca nuestros protagonistas, cuan besos desolados y anhelantes, hasta que el chaval con peores perspectivas laborales y económicas, el que no fue capaz de estudiar, los triture entre los dientes con una mezcla de guasa e intensa frustración. Y como telón de fondo, la recurrente referencia a un atracador, prófugo de la justicia, que se irá convirtiendo en el hombre más buscado por las autoridades locales.

No cabe duda sobre el interés de Chen por diseccionar los pesares personales en relación con contextos materiales precarizados. Así fue muy especialmente en su celebrado debut Retratos de familia (Ilo, Ilo, 2013), por el que vio reconocido su análisis de las desventuras de una sirvienta filipina en el Singapur azotado por la crisis asiática de los 90 con la Cámara de Oro del Festival de Cannes. En esta ocasión, sin abandonar ese posicionamiento interesado en escenificar su historia en la realidad socio-económica que determina a sus personajes, se hace evidente su mayor interés por asomarse a la emocionalidad introspectiva de tres personas derrotadas a pesar de su juventud. A partir de una conexión tan pasajera como profunda, vehiculizada por el director con exquisita belleza a través de un pasaje resolutorio ciertamente mágico, esa alegoría mística del oso paciente y confiado que se transforma en una hermosa mujer, quizá puedan comenzar a aceptar, a mejorar o a sanar.

Mientras cae imparable la nieve. Y los acoge.

Podéis ver La fragilidad del hielo en Filmin:

https://www.filmin.es/pelicula/la-fragilidad-del-hielo

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *