Si yo hubiera nacido en la época de Jovellanos y Napoleón, seguramente me habrían echado a patadas del país, por afrancesado. Como no ha sido así, el único problemilla al respecto que tengo entre mis compatriotas es que no quieren saber nada de mi música y películas. Claro que, durante las Cortes de Cádiz, no creo que les hubiese importado demasiado mi gusto.
Digo esto porque, si hay algo que la cinematografía española siempre ha podido envidiar de la francesa, entre muchas otras cosas, es lo bien que se saben vender, tanto dentro de su país como fuera de él. Tal es el caso de La familia Bélier, una película que cuenta con una joven estrella de 18 años, salida del programa de televisión La Voz y ahora además flamante ganadora del premio a Mejor actriz revelación en los últimos premios César, a pesar de la dura competencia que tenía.
Louane Emera —Louane para los amigos—, protagonista del film, lanzó el 1 de marzo un álbum que, además de contener Je Vole, tema central de La familia Bélier, también incluye Avenir, una canción bastante recomendable para poperos en general, en la que la chica le desea el mal a otro ser humano; que no duerma bien y que sufra. Todo con una voz dulce, algo quebrada, que hará las delicias de los amantes de la nueva chanson francesa.
Ahora intentemos imaginarnos a alguno de nuestros participantes o ganadores de alguno de estos concursos televisivos, haciendo una buena canción… o de repente no dando vergüenza ajena en otras facetas, como la actuación. A esto también me refería con lo de los franceses, chovinistas con talento para explotarse a sí mismos, y por eso mismo también odiables para el exterior, visto su ombliguismo. Nos reímos de los portugueses, pero éstos no se enfadan si en una película sale un portugués y la gente sólo lo asocia con el Fado o las toallas. En cambio, a nosotros mejor que no nos hablen de flamenco y siesta. Es comprensible no querer verse sólo como un estereotipo —que incluso no tenga nada que ver contigo— y a la vez ser capaz de sacarle el mayor partido y de una forma elegante, a la par que comercial.
Aquí es donde La familia Bélier llama la atención. La película es, en primer lugar, los Bélier, una familia ‹peculier›, cuya presencia crea el ánimo que nos sostiene hasta el esperado final. Y en segundo lugar, la película es Michel Sardou, cuya presencia —musical y sonora— crea el ánimo que nos guiará hacia el final. Un vehículo para el lucimiento de su protagonista, de tirón desconocido en España. En cualquier caso, nos encontramos ante un producto familiar que destaca por su banda sonora y por un elenco histriónico —de un modo contenido— que cumple de maravilla con lo que pide su papel en esta obra. Destacando especialmente a un gran François Damiens, al que estaba acostumbrado a ver en otras películas haciendo de entrañable bocazas, a una sincera y emotiva Karin Viard y a Serge Gainsbo… Eric Elmosnino.
Cuando el personaje interpretado por Eric Elmosnino asegura que dedicarán su clase a cantar los himnos creados por Michel Sardou, pensé que cantarían la épica y controvertida Les Lacs Du Connemara, sin embargo, el repertorio del artista aquí revisionado contempla la gran La maladie d’amour, La java de Broadway, Je vais t’aimer, En chantant y la antes mencionada Je vole. ¿Es necesario conocerse estas canciones para disfrutar al completo de La familia Bélier? Opino que no es un requisito indispensable, más bien una razón más para verla y así disfrutar conociendo música tan agradable como la propia película, aunque más universal. Habría que preguntar a los que nunca estrenaron oficialmente en las pantallas españolas la película Les chansons d’amour (2007) para tener una criterio más fiable. En cualquier caso, las escenas en familia y en clase tienen fuerza y consiguen que la parte más típica de la historia no canse al espectador. El conflicto es comprensible, humano y está bien desarrollado. Después de todo, no es un musical.
Para quien quiera seguir indagando en música francesa actual, y sobre todo en voces femeninas, recomiendo la web Filles Sourires, a través de la cual descrubrí el EP de Louane lanzado en 2014 (disponible en Spotify, junto con Avenir, al contrario que Je Vole, de momento). Donde conocí otros artistas salidos de Operaciones Triunfo; temas con talento o con buenos productores, como La Ceinture, de Elodie Frégé, o À L’Aveuglette, de Camelia Jordana, por ejemplo.