A las afueras de Oslo, en la residencia de la familia real, el anciano monarca Haakon VII juega en la nieve al escondite con sus nietos. Pero su mente se encuentra lejos de allí. Por una conversación con su nuera y el príncipe Olav, existe preocupación por la llegada inminente de las tropas germanas a Noruega. Es un momento crucial para su país, para Europa y para el mundo por la voraz expansión nazi. Pero el enviado alemán Curt Bräuer, en representación del mismo Adolf Hitler, le da un ultimátum al rey para que se alíen a su causa.
La decisión del rey es ya el quinto largometraje dirigido por Erik Poppe, un realizador de cine y televisión, curtido en labores de producción y fotografía para otros compañeros cinematógrafos en Noruega. En esta ocasión lleva únicamente a cabo su trabajo como director, en colaboración estrecha con el resto de profesionales técnicos y artísticos para esta gran producción, una obra conseguida con respeto y coordinación entre todos sus departamentos. Y esto se aprecia muy bien en la pantalla, desde una fotografía, dirección artística, maquillaje, vestuario, localizaciones, efectos visuales, sonido, el montaje y la capacidad envolvente de una partitura compuesta por Johan Söderqvist, tan ambiental y expresiva como el resto de elementos usados, para situarnos en la deriva vital de los personajes.
Se trata de una película climática, de potente progresión dramática, sin la necesidad de secuencias impactantes de inicio, como ha quedado claro en esos juegos del abuelo y sus nietos que abren la cinta. Sin embargo, la inclusión de rótulos superpuestos a la imagen con la cronología de los hechos, durante varios días cruciales en abril de 1940, dota de un ritmo periodístico, de reportaje, al que ayuda el empleo de la cámara al hombro, a pulso o sobre el arnés de la steadycam, en ocasiones palpitante, en otras más acelerada pero siempre estable y atenta a buenos encuadres. El metraje está elaborado como una crónica que tiene el nervio de un documental y el interés de los mejores ensayos históricos. El guión se suma a este tema interminable que es prácticamente un género dentro del bélico, sobre la Segunda Guerra Mundial, con la ventaja de que todavía no nos habían contado esta historia, o tal vez no de este modo. Con la estrategia de una partida de ajedrez en la que se encierra al rey desde todos los flancos, pero contra los que aún puede patalear. Con la ironía de que el título es tan representativo como su negativo, esa indecisión o duda del rey.
Los veloces acontecimientos se suceden con un dinamismo similar al de obras cumbre como La batalla de Argel, aunque contenidos por un ritmo pendiente de la psicología de los personajes y del clima frío noruego. Una espectacularidad tan convincente como crepuscular en las tres secuencias guerreras que marcan los giros del argumento, casi más cercanas al cine de terror puro que al bélico en sí. Desde ese enemigo invisible nocturno, que supone la fuerza acorazada de los alemanes, dispuesta a invadir desde el mar los fiordos, ataque repelido por los cañones situados en la costa. Un buen ejemplo de tensión, peligro y resolución visual y sonora. La batalla central de la infantería en el campo, similar al tono heroico del cine norteamericano, pero con soluciones más próximas al realismo contemporáneo. O el ataque aéreo sobre el bosque, con Masacre: ven y mira de Elem Klimov en el recuerdo, que consigue un clímax luminoso y tremendo al mismo tiempo.
Quizás La decisión del rey renuncie a la perfección por ciertas reiteraciones lógicas desde la Historia, pero que ralentizan un poco la intriga. Por esa voluntad realista de los enfrentamientos entre el enviado, mandos alemanes y el monarca. Pero el balance resulta positivo en el tratamiento humano y no divino que se da sobre la nobleza. Con Haakon VII tratando de relajarse en su despacho o en posición fetal ante la dureza de las explosiones. También las escenas en las que su propio gobierno traiciona la voluntad de la realeza. Al final todo queda en un enfoque actual muy político por la denuncia contra la neutralidad, envuelta de la mejor manera como película bélica que funciona también como ensayo histórico.