Trazando una introducción
En el año 2003, el por entonces ya consolidado director Lars von Trier presentó dos largometrajes, en ambos experimentando sobre el arte cinematográfico, el primero y más reconocido es Dogville, estrenado en Cannes con gran suceso tanto en la crítica como en el público. El segundo, estrenado en Toronto, fue De fem benspænd (Cinco condiciones), documental realizado junto a Jorgen Leth.
En este trabajo, Lars, siempre tan irreverente, reta a su contraparte a realizar cinco versiones de su corto documental Det perfekte menneske (El ser humano perfecto, 1967), este reto viene con trampa incluida, ya que cada uno de ellos tendrá una condición que se le impondrá a Leth, por lo cual, a pesar de tener un argumento inicial que es el mismo, siempre se va a obtener un film diferente.
Estas cinco condiciones modificarán en gran medida el trazado que la persona retada podrá realizar, desde ciertos límites a los cortes de edición, filmarlo en escenarios muy diferentes con ciertas características, hacerlo como una animación o no hacer absolutamente nada, sometiéndose a leer un texto proporcionado por von Trier, estos son algunos de los retos que deberá afrontar.
Así es como este documental plantea una diferencia en la repetición que debe hacer el realizador de su corto, es claro que las condiciones que le imponen fomentan adrede que se produzca cada vez algo diferente, pero esto no dista tanto de la siguiente verdad: si se pone a dos personas a realizar cada una un documental sobre un mismo tema, se va a obtener una obra bastante diferente, de acuerdo a la concepción que cada quien tenga de ese tema, cómo abordarlo y que caminos tomar.
La guía del documental
El diccionario de la RAE da una definición de documental tan realista como utópica, según dice es una obra que: «representa, con carácter informativo o didáctico, hechos, escenas, experimentos, etc., tomados de la realidad». Así, un film de este género tiene una amplia gama de posibilidades para desarrollarse, teniendo en cuenta que lo importante no radica en qué se va a contar, sino en cómo se va a contar, de nada sirve tener una historia que resulte interesante si la forma de presentarla va a ser aburrida, lineal, académica.
Es imposible pensar una filmación como algo único, ya que son muchos los factores que intervienen. La vida da demasiadas aristas y puntos de vista referentes a todo, así, sí se hiciera el ya mencionado ejercicio de poner a dos personas a filmar cada uno lo mismo, por incoherente que parezca, el producto final no será lo mismo.
Ahí entra el juego el interés que el director o productor del film tenga: qué se quiere estudiar (tema), para qué (motivo de dar a conocer la historia), hacia qué público (puede ser general, o más específicos a niños, jóvenes, etc.), en qué medio se va a mostrar (televisión o cine). Todo eso es un juego que va dando una forma a la película, claro está que este camino no está lejos de poder ser polémico.
Por ejemplo, no se pueden obviar los trabajos con un gran corte propagandístico de la Alemania Nazi de la realizadora Leni Riefenstahl, documentales como Der Sieg des Glaubens (La victoria de la fe, 1933) o Tag der Freiheit – Unsere Wehrmacht (Día de la libertad: Nuestras Fuerzas Armadas, 1935). El interés de estos trabajos estaba muy claro, hacer mostrar la grandeza de Adolf Hitler, por un lado encantando a los alemanes, y por otro lado, expandiendo temor por Europa, situación que desencadenará en la II Guerra Mundial, en lo fílmico, aquí se denota la importancia del guion para conocer el camino que el director tomará.
Siempre en cualquier película, la persona que filma debe tener la habilidad de transmitir las ideas del guion a lo visual, a algo palpable que resulte en una experiencia cinematográfica. Para un realizador que se proponga a realizar un documental, este esfuerzo podría sentirse como doble, porque en una obra de este tipo, el guion es algo que difícilmente vaya a estar construido, puede existir un marco referencial de ideas, pero al filmarse hechos o personas que están en constante movimiento, todas esas ideas preconcebidas pueden cambiar, es algo más activo.
Si bien esto puede darse en un trabajo de ficción, es algo menos común, se podría pensar en cintas que bordeen el cine experimental, para retomar a von Trier, un ejemplo de esto puede ser Idioterne (Los idiotas, 1998), parte del Dogma 95 que entre otras cosas más técnicas, propone que no haya un guion ni ensayos previos. Así, las historias, los diálogos, la evolución de los personajes y escenarios, tendrán una mayor libertad. Puede existir una idea de lo que se desea contar, pero el cómo, varía considerablemente.
Con este par de ideas claras que, obligatoriamente se entrelazan entre sí: la primera que en un documental efectivamente se filma una realidad, y la segunda, que dicha realidad nunca va a ser una sola y única, y que va a depender de la mirada y habilidad narrativa del director, se expondrán un par de cosas alrededor de tres largometrajes documentales recientes.
Construyendo el documental
En One More Time With Feeling (2016) el realizador Andrew Dominik quiebra esta idea utópica de filmación de la realidad, ofreciendo una construcción de dicha realidad. Así, mientras se observa al protagonista, el afamado músico Nick Cave, alistándose, caminando de un lado para otro, peinándose, se escucha al director pidiéndole que vuelva a repetir las acciones, aquí se evidencia algo y no hay temor alguno por ocultarlo.
No se desea ocultar porque más adelante, en varios tramos se muestra sin pudor alguno al equipo de filmación, ahí el realizador juguetea bastante con el espectador. Esto se muestra especialmente cuando Cave, junto con su banda, toca en el estudio algunos de los temas de su nuevo álbum Skeleton Tree (2016).
Ahora bien, esta construcción no solo se refiere a lo visual, puesto que en muchos casos esta no se puede evidenciar, en el ejemplo mencionado, se cuenta con que a Dominik no le interesa ocultar esta construcción, porque esta se da como un intento de acercar a la figura de Nick Cave frente a quienes ven la película, algo así como “romper el hielo”, más aún si se piensa en el terrible trauma que está sufriendo, por eso hace esto desde el principio.
Pero esta construcción también puede aparecer en lo argumental, aquí es donde se rompe aún más la concepción de filmar una realidad. Efectivamente, se puede estar siguiendo una realidad, pero esta se modifica fuertemente por una intervención externa, que de no existir la película, simplemente de forma muy difícil podría pasar. Para ejemplificar esta idea compararé la labor hecha por dos directoras en sus documentales.
En Jonas e o Circo sem Lona (Jonas y el circo sin carpa, 2015) de Paula Gomes, el protagonista es un niño brasileño que le da nombre al film, está en edad escolar y su único anhelo en la vida es trabajar en un circo. Proviene de una familia circense, pero donde casi todos, excepto un tío suyo, han dejado dichas labores, su madre quiere que estudie, sabe lo complicada que es la vida en un circo, pero él es un apasionado y a su edad, como es obvio, no analiza a fondo su sueño y lo que este conlleva.
Jonas entrena a diario en casa, e incentiva a unos amigos a hacer un circo en su patio, donde cobran una pequeña suma a los vecinos para que asistan a verlos, mucho ingenio de su parte. La tensión irá creciendo cuando inicia el curso lectivo, no tiene deseo de estudiar, por el contrario, sus ganas de irse al circo a vivir con su tío van en aumento, pero su madre se planta de forma fuerte, su decisión es inamovible.
En un momento Jonas cansado de los enfrentamientos con su madre le habla a la directora, le dice que ella debe conversar con su mamá para que lo deje ir donde su tío. Gomes ni siquiera pone en duda su respuesta, ella no puede hacer eso, justificando que simplemente está filmando y no puede intervenir en esta realidad que desea exponer. Una visión romántica de su labor como documentalista.
Por otro lado en Sonita (2015) de Rokhsareh Ghaem Maghami, la protagonista es una chica que también le da nombre al film, es una adolescente afgana que vive en Irán, su deseo es hacerse cantante, en una sociedad donde es mal visto que una mujer cante. Para empeorar la situación, su madre se la desea llevar a su país de origen para casarla con un hombre mayor, para que con el dinero conseguido de la dote, uno de sus hermanos pueda así mismo pagarle a su suegro para casarse.
Exacto, sin importar las implicaciones que esto le traiga a su hija, que básicamente se “reducen” a hacerla infeliz e imposibilitar que cumpla su sueño, arruinarle la vida al venderla. Esto con la excusa de que es parte de la cultura afgana, Sonita le recrimina a su madre, le pregunta a qué edad se casó, le responde que era incluso menor que ella, le cuestionó si fue feliz, su respuesta se reduce nuevamente a que es su cultura.
Sumamente complicado es para la protagonista el no recibir ningún apoyo familiar, lo único que la sostiene es la organización a la que asiste en Irán (razón por la cual está en ese país) y la directora. Es por este motivo que, como hiciera su contraparte brasileña, le pide ayuda a la realizadora para afrontar su problema, esto lo hace pidiéndole que pague un dinero que le solicita su mamá para tener seis meses más en Irán, atrasar la boda y seguir luchando por su sueño.
Maghami en un momento rechaza la idea, pero tras cierta incertidumbre, decide aceptar, da el dinero y comienza a mover sus influencias para intentar sacar a la protagonista de ese contexto, llevarla a Estados Unidos para que estudie gracias a una beca. Aquí se muestra claramente una intervención que genera un cambio radical en el desarrollo de la historia, se modifica por completo la realidad, se podría incluso pensar que se pasa a una construcción de la realidad.
Maghami en ese momento deja de ser únicamente la directora del documental, pasa a convertirse en una protagonista (comienza a aparecer de forma recurrente en pantalla), y más importante, en una heroína, tanto para Sonita como para el público, no es de extrañar que el filme haya ganado numerosos premios del público en el circuito de festivales que recorrió, su acción cambió el devenir de su documental, pero más importante, la vida de Sonita.