En los últimos años, discutidas películas como We Need to Talk About Kevin o casos reales como el de Amanda Knox, han demostrado la necesidad humana de explicar lo inexplicable o, mejor dicho, aquello que no cuadra con lo que estamos acostumbrados. Cuando un adolescente comete un crimen en una sociedad moderna y occidental, nos preguntamos qué ha fallado: buscamos respuestas en la familia, en las instituciones educativas y en la sociedad, sin pensar que, en muchas ocasiones, no las hay.
El director francés Stéphane Demoustier se aleja de las respuestas en La fille au bracelet, película de 2019 que llega a nuestras carteleras tras presentarse en Locarno y cosechar dos nominaciones a los premios César. La trama de la película es realmente simple: básicamente es la narración del juicio en el que una adolescente es acusada de matar a su mejor amiga. Demoustier, con un par de largometrajes y varios cortos a sus espaldas, demuestra una vez más su interés por la infancia y adolescencia y, sobre todo, por las relaciones no siempre fáciles dentro del seno familiar.
Pese a su aparente simpleza, la película empieza a generar debates prácticamente desde el minuto uno de metraje, apuntando en varias direcciones. En la primera parte hace gala de una excelente dosificación de la información, permitiendo que el espectador se interese por
lo que ha ocurrido sin recurrir al morbo o al mal gusto. Hay una frialdad inherente en la película, canalizada a través de la mirada fría de la excelente Melissa Guers y de los escenarios en los cuales se desarrolla el film: la casa familiar, de arquitectura moderna e impersonal, la sala del juzgado, con sus protocolos y compartimentos, y la casa de la playa en venta, metáfora de la ruina familiar.
Pese a que se trate de un drama judicial cuyo centro es un asesinato, éste no es más que un hilo conductor que sirve para hablar de muchas otras cosas: de la relación entre Lise y sus padres, obviamente, pero también de la mirada con la que las instituciones y una sociedad dominada por los adultos vierte sobre los adolescentes. Pese a que encontramos situaciones arquetípicas (padres que no conocen a su hija, peleas adolescentes por cuestiones de privacidad), el film abre debates interesantes sobre la libertad sexual, las relaciones de amistad y sobre los roles de género en la familia. Mientras que el padre (Roschdy Zem) se implica en el juicio hasta el punto de ahogar a su hija, la madre (Chiara Mastroianni) decide seguir trabajando, incapaz de soportar la presión y la posible culpa.
La fille au bracelet es un film dirigido con sobriedad, que se apoya en un guion sólido y en unas buenas interpretaciones, pero que no está exento de juegos visuales interesantes, como la mampara de cristal que separa en el juicio a Elise del resto de adultos, que la observan con la distancia de algo que no entienden y les da miedo. La película es una reflexión sobre la distancia artificial entre los adolescentes y los adultos, adultos que muchas veces no dejan de ser adolescentes obligados a comportarse de una manera particular, en ocasiones menos capaces que sus hijos de gestionar las emociones y las situaciones contradictorias.