Supongo que esto es lo que pasa cuando alguien se toma de forma literal la expresión «ponte en los zapatos del otro» y lo convierte en una filia. Aunque tampoco es literal eso que hace Lynn, sino que va un poco más allá del calzado, llegando incluso a meterse debajo de las camas de otra gente para intuir sus movimientos. ¿Se trata del reverso desaborido de Mientras duermes? ¿O acaso de la versión con montador y trama argumental de Jeanne Dielman, 23 quai du Commerce, 1080 Bruxelles? ¿Es, de hecho, una versión menos dramática y hasta cómica de La pianista? O, como aseguraban algunas fuentes, ¿estamos frente a la versión alemana de 50 sombras de Grey con personajes femeninos? Pues no lo sé, porque sólo he visto una de las mencionadas, pero me han venido todas a la mente de repente.
El otro día me comentaba una conocida que, leyendo el libro Grey de Cincuenta sombras de él mismo, el protagonista, desde su perspectiva, deseaba introducirle una rama de jengibre a su pareja por alguno de sus agujeros sanos. Bien, a partir de aquí dejaremos de lado los juicios de valor sobre la sexualidad, porque ese libro y los anteriores hacen mojar bastantes bragas y si ese sueño me lo cuenta alguien lo más probable es que me descojone en el momento y se me baje la erección. Pero vamos, que lo que vengo a decir es que ahora lo de Lynn no os debe parecer tan raro.
El voyeurismo es algo morboso, y aunque quizás no esté prohibido espiar a los demás (sólo hay que pedírselo antes a un juez), sí que está mal visto, y una parte de nosotros se siente atraída por lo íntimo de los demás, lo privado y personal que hay en el ambiente, el saber que lo que oímos no deberíamos estar oyéndolo (o viéndolo). Pero claro, la protagonista, que es voyeur, también lleva una vida anodina y tan ordenada que el único momento de interés se encuentra en las incursiones que realiza a escondidas en las habitaciones del hotel en que trabaja, cuando el tiempo se para o se relativiza para disfrutar de la vista que permiten los centímetros que hay desde el suelo al borde de la cama, hasta el punto de que se conviertan en el centro de su vida, estos momentos.
Uno ha tenido tanto porno al alcance de la mano (¿?) que ya nada le sorprende ni le impresiona en estos términos. Y uno ve esta película y le parece hasta normal lo que se trata, sin grandes situaciones de las que asustarse, ni del sexo ni de la locura, como mucho de lo desganada que es la protagonista con su vida. Que no es que sea rara, es que es cuadriculada. Quizás estemos ante una sátira de Alexis Tsipras siendo azotadillo por Angela Merkel, o al revés, para al final acabar gustándose y todo… Seguramente no.
Pero esto es lo que pasa cuando ves La camarera Lynn, que te dispersas, porque estamos ante una película muy competente, con grandes aciertos en la manera de dirigir, un poco lejana, parecida a la personalidad —que conocemos— de nuestra amiga camarera, pero no demasiado interesante en cuanto a lo que tiene que ofrecer (aunque he aprendido un nuevo significado del término camarera gracias a este film).
Dice la sinopsis —que dice muchas cosas, la verdad— que cuando Lynn conoce a Chiara cambiará su vida (qué bonito es el cine). La importancia de las cosas y la gente para modificar nuestro carácter o nuestras expectativas, desde una perspectiva sexual, no es algo nuevo ni aunque nos lo muestren con una dominatriz a su lado. Y menos nuevo es si la dominadora no domina demasiado y no se adentra más en ello. Porque no sentimos mucho de lo que Lynn siente, y eso que la película va dedicada sólo a ella, ni nos involucramos en su insipidez de vida, ni en esa equidistancia que hay entre la misma y su obsesión por la limpieza, que tiende a dar alergia.
Sólo hay preguntas y más preguntas: ¿Cuál es la diferencia entre follar por aburrimiento y follar porque es divertido? El placer de lo guarruno, y no es esta una sensación que se genere viendo a Lynn. Ni tampoco la contraria. Tengo la impresión de que tendría que haber aprendido algo sobre mi mundo interior y sin embargo no he encontrado nada, ni siquiera estoy vacío.
Por cierto, hablando de referencias, alergias y demás… buscad ‘Cat Spanking’ en YouTube y comenzad a disfrutar de las versiones más ‹hot› de 50 sombras de Grey. Esto sí es estimulante, porque a los gatos les encanta que les azoten bien fuerte, no como a Anastasia, que me anestesia. ¡Miau!
P.D. Perdón, me comentan que la respuesta a mi última pregunta es el amor y la similitud más verosímil es con Pretty Woman. Gracias.