Manhee es una joven coreana que trabaja en el departamento de ventas de una distribuidora. Durante el Festival de Cannes, sin embargo, es despedida por la jefa bajo el pretexto de haberse comportado de manera deshonesta. Tal noticia llega a oídos de Wansoo, director del film en el que la distribuidora estaba realizando tareas de promoción, un tipo que conocía muy de cerca de la propia Manhee. Tanto el cineasta como la joven, entre tanto, conocerán en los rincones de la ciudad francesa a Claire, una profesora parisina que acaba de llegar al festival para ver la película que estrena una amiga suya. Con su cámara de fotos a cuestas y una visión abierta acerca de la vida, esta mujer se convierte en parte importante de la relación entre Manhee y el mencionado director de cine.
La cámara de Claire es uno de los últimos trabajos que ha firmado el afamado cineasta surcoreano Hong Sang-soo. Bastan apenas unos segundos para comprobar que el estilo de autor que el director de Ahora sí, antes no o En otro país ha exhibido a lo largo de su filmografía se mantiene intacto en este nuevo film. Con planos abiertos en los que se muestran largas y distendidas conversaciones, Sang-soo ni siquiera evita prescindir de la figura de Kim Min-hee, actriz presente en todos los últimos trabajos del cineasta y que aquí toma el papel protagonista de una mujer cuyo nombre recuerda claramente al de la propia actriz. Junto a ella se alza Isabelle Huppert, que ya colaboró con el realizador coreano en la mencionada En otro país, una notable película que además resulta muy recomendable para iniciarse en la obra de este autor.
Con todo, Sang-soo vuelve a mostrar en La cámara de Claire que perfectamente se puede poseer un sello reconocible como artista sin caer en lo repetitivo. La película no solo sigue la línea formal de los anteriores trabajos del cineasta, sino que también se nutre de su línea autoral en el contenido del guion. Las conversaciones que mantienen los personajes de la obra poseen al principio un tono muy tímido, de asentir a todo lo que dice la otra persona, de recurrir a tópicos por no saber muy bien qué se debe decir, hasta que una de las dos partes termina por romper el hielo con una invitación. Esto no solo se muestra en aquellas escenas de atracción hombre-mujer, como vemos en esta cinta y conocemos de muchas otras de Sang-soo, sino que también supone el origen de la interesante conexión que se establece entre Manhee y Claire, una pequeña amistad que rompe con aquellas barreras generacionales, culturales y profesionales que en un principio podíamos pensar que existían. El toque de comedia también está presente en casi todos los diálogos, casi siempre ocasionado de manera involuntaria por los personajes, pero no por un Sang-soo que sabe bien cómo dotar de gracia a las conversaciones que escribe.
Todo este relato se enmarca en la celebración del Festival de Cannes, de manera que Sang-soo también añade a su obra ciertos detalles acerca de las relaciones entre miembros de la industria fuera del propio trabajo cinematográfico. El personaje del director So Wansoo bien pudiera ser realmente un ‹alter ego› de Sang-soo, lo que sería un ejercicio de gran honestidad por parte del cineasta coreano al retratar la arrogancia que muchas veces caracteriza a los artistas. Sea como fuere, lo que es cierto es que La cámara de Claire supone otro notable trabajo para añadir a la colección de un Hong Sang-soo que ya es uno de los referentes en el panorama del cine de autor internacional. Conseguir que sus obras se sientan tan vivas y refrescantes sin que el coreano tenga la necesidad de moverse un ápice de su línea estilística es algo que solo está al alcance de genios como él.