Hay semanas que la cartelera te ofrece la posibilidad de experimentar con películas que en apariencia nada tienen que ver. Esta semana se estrena un drama de los de agarrar con fuerza el pañuelo, Belleza oculta, que parece una nueva película de manual en la que Will Smith quiere devolver a alguien las ganas de vivir. Sobre eso, el panfleto ilusionador, sabe mucho un autor como Paulo Coelho, alguien que ve sus inicios en el mundo de la escritura plasmados en la película El joven Paulo Coelho que llegó al mismo tiempo a la cartelera española.
¿Cómo mixar estas propuestas? Paulo Coelho publicó en 1998 Veronika decide morir, un libro de gran éxito donde reflexiona sobre la necesidad de morir y vivir, que una vez me regalaron y que a las pocas páginas decidí leer la última y necesité abandonarlo para siempre (al menos de momento). Pero el texto inspiró a dos directores para adaptarlo, primero Kei Horie en 2005 y cuatro años después Emily Young, con sus aires indie y la presencia de Sarah Michelle Gellar como protagonista indispensable.
Así que el día de Navidad toca hablar de los instintos suicidas y las terapias de choque para soportar esta extrema situación: la vida.
Una joven lo tiene todo y conoce a la perfección la clave del éxito. Sin misterios que descubrir parece que lo importante se le olvidó: querer seguir con vida. Con delicadeza nos sumergimos en ese privado lugar donde la muerte se asemeja a una perfecta válvula de escape, al menos así nos la muestran, aunque parece un trago amargo la evolución, el resultado es más pacífico y evocador que cualquier emocionante vida.
Pero esta sensación queda lejos de las intenciones de la historia, donde vemos que la enfermedad es una excusa para recuperar la chispa de vivir. No de Veronika, de un grupo de personas que están en un cuarto oscuro de donde no pueden salir y que, ante la presencia de la joven, consiguen reflexionar sobre su paso por el mundo, o de la necesidad de dejar una impronta más profunda tras desdibujar su existencia, mientras ella evoluciona entre el descocierto y la rabia.
Veronika decide morir es una película sencilla, evita subrayar la moralina que acompaña siempre a las decisiones sobre vivir o morir. Sabe adaptar con tonos amables un proceso complejo, que se asemeja más a un verano en un caserón, al no detallar exámenes analíticos o procesos químicos, un pequeño apunte a pie de página en todo el tratamiento, aquel al que nunca le dan nombre, aprovechando lo inusual del mismo.
En parte Emily Young quiere olvidar la enfermedad depresiva para centrarse en los sentimientos del individuo, en la percepción de esos placeres que en un entorno aislado adquieren otra perspectiva. La otra parte es una levedad que acompaña al film, donde no consigue desgarrar vestiduras, da importancia a muchos personajes pero no profundiza en su verdadero punto de inflexión, solo nos somete a la contemplación de sus oportunidades.
Es complejo decidir por Veronika, pero sin duda sentirnos apartados del drama, ser los espectadores sin necesidad de indentificarnos con su causa más allá del aburrimiento de un mundo sin buenos deseos es la mejor elección, así como no abusar de frases de autoayuda que siempre acompañan estos dramas, simplemente un guiño a los cortos encuentros entre distintas fases de recuperación, un gran bálsamo que no intenta aleccionar, simplemente mostrar.
Así bailamos con la muerte y la superación, siendo ambos temas un simple hilo conductor, dando paso a un personal retrato del amor por uno mismo y los elementos, al que no siempre sabemos sacar partido.
Muy buen artículo sobre una película que en su momento (2009) no obtuvo gran acogida. Tiene un buen mensaje. Belleza oculta no la he visto y tiene pinta de que se sufre bastante innecesariamente. Es genial que las pequeñas propuestas sean tenidas en cuenta.