Cómo mola el cine de los 70 y sus portadas (aunque no sé si sería la expresión más exacta). Ya podía ir la película de lo que quisiera, se sacaban un póster que iba más allá de las propias expectativas que creara su argumento. Habrá de todo, claro, tanto para lo primero como para lo segundo. Sin embargo, resulta fácil encontrar, hablando de lo primero, un pedazo de buen cine, nada excesivamente grande y sí casi desconocido, actualmente. Este es el caso de Scorpio, cinta del año 1973 y dirigida por Michael Winner, nombre que sirve para ejemplificar la diferencia de calidad entre el cine anterior a los 80 y el que vino justo después, sin menospreciarlo todo, obviamente. Winner casi siempre estuvo ligado a la comedia y a la acción, a partes iguales. Sin haber tenido una carrera espectacular, sus peores películas se realizaron a partir de los 80, junto al gran Charles Bronson (una cosa no quita la otra).
Si en los años 50 la Guerra Fría dejó una buena cantidad de películas sobre el holocausto nuclear y otros miedos relacionados, en los 70 nos dejó un puñado de cintas de espías y asesinos de lo más variado. Scorpio es Alain Delon, un asesino implacable, sosegado, clínico y diestro en el tiro. Junto a él, al principio, conoceremos a Cross (Burt Lancaster), otro asesino y espía contratado por la CIA. Esta sospecha de Cross como agente doble y cree que, en realidad, se ha pasado a la KGB. A partir de aquí, iremos conociendo los detalles que acabarán llevando a la caza de Cross por parte de Scorpio.
Lo tiene casi todo, persecuciones en coche, persecuciones a pie, acción, espionaje, mentiras y verdades, coacción, política, juego sucio, lealtad, secretos, gotas de «romanticismo para machotes», clase y sobre todo, intriga de calidad. Pero bien, no sólo en plan: «yo lo que quiero es ver películas que me entretengan y no pensar». Es decir, entretiene, indiscutiblemente, pero tú, como espectador con cerebro, acompañas a la trama. En ese sentido, el de la calidad y la clase, se parecería más a El topo (Tomas Alfredson, 2011) que a Caza al asesino (Pierre Morel, 2015), por ejemplo; sin embargo, en cuanto a sinopsis, Scorpio es mucho más semejante a la nueva película de Sean Penn. Además, las dos cuentan con un gran elenco de actores e historias de pareja que dulcifican a nuestros protagonistas. Pero si tuvieras que elegir entre las dos, mucho mejor que te quedarás con Scorpio.
Burt Lancaster y Alain Delon están perfectos en sus papeles. A ambos les queda bien el traje y la pistola, además. Al principio, el personaje de Lancaster enseñará algunas cosas al de Delon, para más tarde ser el último el que deba acabar con el primero, por trabajo, conociéndole de primera mano, intuyendo sus movimientos, pero con la CIA detrás, complicando o acelerando la caza, según el caso. He ahí lo más interesante de la cinta, ver a los dos actores, reunidos cara a cara en pocas ocasiones, y aun así sentir su camaradería y sintonía durante todo el metraje, preguntándote si serán capaces de huir de su naturaleza.
Es obvio que no están en sus mejores papeles, aquí no vemos ningún gorrión cuidado por el duro Burt, ni a Alain como un samurái, aunque siga siendo silencioso e impenetrable. A pesar de todo, Scorpio es una película disfrutable, con el clásico toque setentero, algún que otro zoom, varias buenas escenas de acción, un guión cuidado, sorpresas y la Guerra Fría como telón de fondo, ese telón que tanto entretuvo a los guionistas y ahora, una vez terminada la frialdad (o eso dicen), se descubre como “hacedora” de una gran cantidad de películas interesantes y no muy conocidas; bastante entretenidas, en definitiva.
Algunos posters de los 70, así, a vuelapluma: Suspiria, Chinatown, The Rocky Horror Picture Show, Perros de paja, Ruta suicida, Frenesí, The Warriors, …