La polaca Marie Curie (1867-1934) es uno de las personajes más importantes del mundo de la ciencia. Fue la primera mujer en ganar el Premio Nobel en Física, en 1903, y volvió a recibir ese galardón, en 1911, en Química. Tiene el honor de haber sido la primera persona acreedora de este reconocimiento hasta en dos ocasiones. Pero, además, fue la mujer pionera en la docencia de la reconocida universidad de La Soborna de París, donde también estudió su carrera.
El gran aporte que hizo esta afamada científica a la humanidad fue el descubrimiento de un nuevo elemento: el radio, que derivó en el posterior uso de la radioactividad.
El cine tardó poco en rendirle un homenaje a ese ilustre personaje con un largometraje. A los 9 años de su muerte, es decir, en 1943, la poderosa Metro-Goldwyn-Mayer impulsó el proyecto de biopic y encargó la dirección del mismo al gran director Mervyn LeRoy.
LeRoy estructuró la película en dos arcos argumentales sobre la vida de Marie: su relación sentimental con Pierre Curie y sus actividades de investigación científica en laboratorio. En el film se logra fusionar ambas vertientes para describir limpiamente los hechos de manera cronológica, sin necesidad de recurrir a otros recursos narrativos.
De entrada, LeRoy posiciona a Marie Curie, que es interpretada de manera convincente por Greer Garson, como una mujer introvertida y con sólidas metas profesionales. Su único interés era estudiar, graduarse y retornar a Polonia, en un ambiente y época en el que sólo los hombres parecían tener todas las de ganar. En su etapa estudiantil, buscó acceder a un laboratorio donde realizar sus prácticas. El profesor Pierre accedió, no de buena manera, a prestar el suyo a quien, por entonces, le era una ilustre desconocida. Él tenía el temor de que, por ser mujer, se constituyera un elemento distractor en su espacio de trabajo por la creencia de que hablaba mucho. Pero no resultó ser así, Marie era una mujer muy callada y dedicada solo a su mundo. Con el tiempo, ambos se enamoraron y se casaron.
LeRoy maneja bien la composición de las escenas para representar esta parte de la vida de Marie. Sobresale la similitud de personalidades de la pareja protagonista: tímidas, muy reservadas y de difícil roce social. La rectitud en el trato y un exagerado respeto mutuo es la base de una historia de amor diferente, donde cuesta expresar sentimientos. La dirección de actores de la película es la adecuada para representar este aspecto de manera eficaz, sin caer en cuestiones que puedan rayar lo cursi.
Una vez abordada esta parte de la vida de Marie, LeRoy se enfoca en su trabajo de laboratorio. La científica descubre que el uranio emitía unos rayos en la madera que correspondían a un elemento desconocido. Empezaría así un inmenso esfuerzo del matrimonio Curie por demostrar la existencia de ese componente químico al que llamó Radio. Serían 4 años de infinidad de experimentos con permanentes fracasos.
A LeRoy le bastó representar dos escenas para reflejar lo que fue esta vivencia, tanto a nivel físico como intelectual. En la primera, asemejó las condiciones de trabajo del precario laboratorio al de una mina, con grandes recipientes en los que fundir metales con el calor y un trabajo agotador, con una pala como si fueran mineros en las entrañas de la tierra. En la otra, evidenció la exhaustiva labor de investigación con un sinnúmero de pequeños recipientes a la espera de que, en alguno de ellos, se logre cristalizar el Bario y dé como resultado el anhelado asilamiento del Radio.
Madame Curie se alza como una muy loable labor cinematográfica para honrar a la famosa científica. Aglutinó en su poco más de 2 horas de duración lo más importante de la vida de Marie, e incluso, no dejó a un lado su instante más trágico, cuando perdió a su esposo. Para ello, nuevamente LeRoy recurrió a la eficacia de la composición de escenas para evidenciar la enorme tristeza de Marie.
Este biopic de la Metro-Goldwyn-Mayer fue pionero al desatacar la labor de la científica polaca, lo hizo de manera sencilla y con los elementos propios del estilo hollywoodense. El resultado es una buena película que, si bien ha quedado como un clásico olvidado, debe ser reconsiderada por las nuevas generaciones no solo por sus dotes cinematográficos, sino por la especial y creíble representación que hace del mundo de Marie Curie.
La pasión está también en el cine.