La alternativa | La maldición (Kōji Shiraishi)

El director Kōji Shiraishi está de plena actualidad por haber dirigido recientemente la marcianada Sadako vs. Kayako. Es un autor comprometido desde el inicio de su carrera con el terror y, como era de esperar, ha explorado las insondables aguas estancadas del J-Horror. En la película Noroi (traducida de forma poco acertada como La maldición en España) las explorará de nuevo pero valiéndose de la técnica que hizo que arrasara El proyecto de la bruja de Blair: el falso documental. Esto incluye cartelón al principio indicándonos que, pese a que se han cambiado algunos nombres, la historia que vamos a ver es real.

Seguiremos, convertidos los espectadores en los ojos del cámara (también podemos pensar en [•REC] o en la saga Paranormal Activity en determinados momentos) a un trasunto japonés de nuestro Íker Jiménez, Kobayashi. De un pequeño misterio en el que una mujer se queja de escuchar los llantos de un bebé provenientes de una casa en la que teoría no hay ninguno, iremos atando cabos uniendo la historia de una niña con poderes psíquicos y una actriz que parece poseída por algún tipo de demonio o deidad malévola. Se mezclarán la propia investigación en vídeo con extractos de la TV japonesa, imágenes de archivo, etc.

Los fallos de la película son bastante evidentes: una duración dilatadísima de interminables epílogos para una cinta que parece no comprender que su mayor virtud es la sutileza. Con muy poco (es evidente que el presupuesto es limitado) crea imágenes y situaciones escalofriantes que funcionan muy bien al menos de manera aislada. Es una película que puede llevar con orgullo esa etiqueta que cuesta encontrar incluso en el mundo del terror: da miedo. Aunque acabe abusando de sus propios recursos (cámara caótica, chillidos por doquier) puntualmente alcanza cotas de terror que son difíciles de encontrar incluso en un subgénero con tanto potencial como el J-Horror. Se creará una atmósfera opresiva e inquietante y otros recursos también típicos del falso documental se jugarán con más acierto y menor redundancia. Congelados de fotograma, fragmentos de vídeo descontextualizados, zoom a fotos…

La historia que quieren contar, aunque muy rica en folclore japonés, si resulta caótica es por otros términos. Las migas de información que están repartidos por el metraje resultarán en ocasiones más confusas de lo que son en realidad. Habrá momentos en que parezca que la historia sólo pueda avanzar como un videojuego: nos reuniremos “de nuevo” demasiadas veces con ciertos personajes o volveremos “de nuevo” a localizaciones ya visitadas en busca de algo que haga avanzar la historia.

En resumen, una película con pinceladas de lo que podríamos llamar auténtico terror, situaciones del mejor J-Horror y con una historia por debajo bien definida y construida. En eso se diferencia de su homónimo La maldición (Ju-on de Shimizu), no es una serie de “sketches” de terror que juntos suman una hora y media, sino que es una historia con actos diferenciados y un auténtico avance de la trama en busca de la resolución de un misterio.

Resulta fácil imaginar un remontaje de esta película que funcione mejor. Tendremos unas cuantas escenas que se nos harán interminables por redundantes y que nos llevarán a cierta saturación por terror: no podemos estar completamente alerta y alterados todo el tiempo. O por lo menos, no es ésta la película que lo consigue. Pero desde luego, merece la pena un visionado.

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