Coluche, exitoso humorista francés en los 70 y los 80, fue una personalidad tan relevante en su país durante estas décadas que, si bien vengo a hablar de la película Inspecteur la Bavure —que protagoniza—, vale la pena dedicar unas líneas a su vida, que acabó accidentalmente en 1986 con tan solo 41 años. El tipo, que fue candidato a la Presidencia de la República en las elecciones de 1981 —poco después de que Inspecteur la Bavure fuese todo un éxito de taquilla en Francia—, se consideraba tanto un provocador como un agitador, así como un activista social, definiendo su humor como siempre grosero, nunca vulgar. Todo un adelantado a su tiempo, un cómico políticamente incorrecto en un momento en que el término no estaba ni en la mente de los hombres de la época, que también destacaba por su frecuente anuncio de sus orígenes humildes, recordando tras sus éxitos que no era un nuevo rico, sino un antiguo pobre. Aunque desconocido para mí (e imagino que para la mayoría del público no francés), Coluche fue un integrante importante de la comedia francesa de entonces. No como la del destape o la españolada aquí, pero igual así son vistas hoy esas películas en Francia. Una comedia francesa que tuvo como origen para muchos el Café de la Gare, un café-teatro en el que se llegaron a reunir cantantes como Georges Moustaki o Jacques Brel y actores como Miou-Miou (cuyo nombre artístico provino de una frase de Coluche que criticaba un poco su ligera tristeza perenne) o Patrick Dewaere, el mejor amigo de Coluche. Aunque con altibajos varios derivados del consumo de alcohol y otras sustancias por parte de ambos y de algún asunto relacionado con la mujer y luego ex-mujer de Dewaere, este último se suicidó con la carabina que Coluche le regaló unos meses antes.
De película, como en realidad sí es Inspecteur la Bavure, cuyo estreno fue precedido por el asesinato del mánager de Coluche en un ajuste de cuentas y cuya promoción fue acompañada de amenazas varias firmadas por grupos de extrema derecha de la policía —perdón por repetir aquí lo mismo dos veces— criticando su papel en la película. Y todo esto en un entorno de pura comedia loca típica de los 80, con un protagonista bobalicón, torpe y de vida disoluta que ha conseguido llegar a policía casi de milagro. El director y guionista Claude Zidi, especialista en cine cómico, ofrece todo lo que uno tiende a esperar en una comedia de principios de los 80 con una premisa así, incluyendo además una escena que parece un homenaje a la película Zombi de George A. Romero con Gérard Depardieu de protagonista. Antagonista de Coluche, el famoso y polémico actor queda eclipsado aquí principalmente por todo lo ajeno a la película, pues su presencia sirve para aportar seriedad a la trama excepto cuando ambos convergen y van en busca de la tercera pata de Inspecteur la Bavure, Dominique Lavanant, la periodista que amenaza la virilidad del delincuente interpretado por Depardieu como una suerte de John Travolta y Nicolas Cage en Cara a cara y que sufre las carencias del personaje de Coluche hasta el final, una suerte de inspector Clouseau con más ganas de sexo o John Belushi conviviendo con su madre.
La vis cómica de Coluche es innegable, así como su inicialmente improbable complicidad con Depardieu es bastante eficaz, y todo esto termina por salvar los muebles, salvo en las contadas ocasiones en que la película envejece regular, lo cual tiene sentido al basar el resto de su humor en situaciones que le ocurren al personaje principal, a la mujer protagonista y a gags concienzudamente tontos, a veces grotescos y otros más simpáticos.