La Biblia es quizás el libro más adaptado de la historia del cine. Sus parábolas, versículos y epopeyas han fascinado tanto a cristianos como agnósticos siendo un texto de obligada lectura, práctica de vida y referencia para los primeros y un escrito que contiene hipnóticas y humanistas metáforas para los otros, que se han aprovechado de los dictados y mandamientos emanados de las páginas sagradas de los seguidores del cristianismo para trasladar a relatos sin referencias necesariamente religiosas las palabras escritas por los escribas y apóstoles de la religión imperante que ha ordenado, diseñado y forjado la organización social y personalidad de los habitantes situados en esa parte del planeta que tenemos a bien denominar como el mundo occidental desde hace más de 2.000 años. De entre los innumerables sucesos relatados en la Biblia el de El Arca de Noé es sin duda uno de los más poéticos, metafóricos e intrigantes, siendo objeto de múltiples estudios y adaptaciones al cine las cuales han tratado de dar su punto de vista acerca de los significados encerrados en la espina dorsal de la leyenda. Desde la más reciente dirigida por Darren Aronofsky, pasando por las diversas obras animadas de la historia o disquisiciones más rebuscadas y soterradas como por ejemplo la traducción al lenguaje de la ciencia ficción de tintes políticos que el polaco Piotr Szulkin llevara a cabo en los años ochenta en la mesiánica Obi-Oba: el fin de la civilización.
Como casi todo el mundo conoce El arca de Noé es un evento inscrito en el libro del Génesis del Antiguo Testamento según el cual por orden de Dios, un bondadoso y justo patriarca fiel seguidor de las doctrinas y mandamientos del evangelio de Dios llamado Noé construyó una gigantesca embarcación para salvar del apocalipsis revestido bajo la forma de un diluvio universal tanto a su familia como a las distintas parejas de animales que poblaban la tierra para de esta forma poder comenzar una nueva vida limpia de los vicios y mezquindades (el sexo, la avaricia, la violencia, la maldad, la envidia, la acumulación ruin de riquezas, el vino y la diversión sin freno y por tanto sin redención a Dios…) que habían conquistado el gobierno y la sociedad de toda una generación que sería de esta forma exterminada de la faz de la tierra.
Múltiples son las interpretaciones que podemos extraer de este relato trasladables al universo laico libre de juicios de valor religiosos. Sin duda la de Noé es la lucha de la rectitud y la fe contra el libertinaje que podríamos asimilar al actual capitalismo desenfrenado que rige occidente en el cual el dinero y la perversión se han convertido en la auténtica religión de yuppies y grupos de poder ocultos a la simple vista del ciudadano medio. El diluvio en forma de lluvia adquiere la alegoría de una inundación de malicia (las guerras, las crisis bursátiles provocadas por el feroz apetito de ricos políticos y cruentos empresarios, la violencia indiscriminada, las leyes diseñadas por los poderosos en su favor y en contra de la apocada clase media sufridora de crisis existenciales, políticas y de valores…) que acaba transformando las ciudades y a sus pobladores en un infierno plagado de inhumanidad carente por tanto de la solidaridad y cooperación precisa para poder progresar como seres humanos.
Con el presente ambiente deprimente y corrupto existente en la Europa contemporánea la de El Arca de Noé es por consiguiente una parábola incómoda que no ha perdido un ápice de su primitivo significado y no me extraña nada que un cineasta tan inteligente e incisivo como Aronofsky haya aprovechado la oportunidad que se le presentaba para cimentar una nueva versión de la epopeya bíblica. Como alternativa a esta obra recién estrenada en los cines españoles que he de confesar me atrae y mucho, podríamos haber elegido cualquiera de las adaptaciones bíblicas llevadas a cabo a lo largo de la historia del cine, las cuales a día de hoy presentan el calificativo de maldito en sus propios genes. Sin embargo, y casi por casualidad, descubrí la existencia de una primera versión del mito producida en los años 20 por unos seminales estudios Warner Bros que contaba como almas maters del proyecto con dos de los nombres imprescindibles de los orígenes de la época dorada de Hollywood: la del productor Darryl F. Zanuck que en esta ocasión ejerció labores como guionista (aún no era el mítico productor en el que se convirtió a principios de los años treinta) y la del director de origen húngaro Michael Curtiz en una de sus primeras realizaciones en Estados Unidos tras una prolífica y exitosa carrera desempeñada en su país de origen.
Desconocía absolutamente la existencia y por tanto el contenido que me iba a encontrar al visualizar esta obra escondida del cine estadounidense de finales de los años veinte. No sabía si se trataba de una película muda o de una iniciática obra del sonoro, el cual había dado sus primeros pasos justo un año antes del estreno de este El arca de Noé gracias a la floja El cantor de jazz. También pensaba que la cinta dirigida por Curtiz iba a ser una superproducción bíblica de esas que adaptaban al pie de la letra los dictados del relato bíblico (de hecho un año antes el pionero Cecil B. de Mille había dirigido la que se considera primera película sobre la vida de Jesucristo en El Rey de Reyes), siendo pues una obra que situaba su trama en el ambiente versado por las letras del Antiguo Testamento. Todos estos pensamientos que rondaban mi mente se vinieron abajo, por sorpresa, pasados los primeros cinco minutos de la cinta, porque El arca de Noé de 1928 es una de las más increíbles e inclasificables obras de la historia del cine estadounidense, la cual toma prestadas las innovaciones de montaje y argumentales introducidas en el universo cinematográfico por D.W. Griffith con su obra maestra Intolerancia. Y es que El arca de Noé es primordialmente una bella fábula que se apoya en el relato bíblico para describir una bonita historia de amor y amistad mantenida por dos amigos americanos de talante canallesco en tiempos de la I Guerra Mundial, así como una sorprendente crítica en contra del capitalismo más salvaje de tintes proféticos ya que del metraje de la misma parece adivinarse el advenimiento, que tuvo lugar justo al año siguiente de la filmación de esta magna obra, de la crisis económica surgida tras el crack de 1929 en los EEUU y la consiguiente Gran Depresión que sumergió al país de las barras y estrellas en una de sus más complejas y míseras visicitudes.
Igualmente extraño e hipnótico es el recurso insertado en el desarrollo de la trama consistente en mezclar el lenguaje del cine mudo con el del sonoro. El arca de Noé es una película muda en esencia y espíritu. La mayor parte de la historia sigue los dictados y narrativa del cine mudo (imágenes aceleradas, histrionismo en las interpretaciones entre las que destacan unos geniales y pícaros George O’Brien —el protagonista del Amanecer de Murnau— y Guinn “Big Boy” Williams —secundario habitual de la Warner y del propio Curtiz— a los que da perfecta réplica la diva del cine mudo Dolores Costello, carteles de diálogo, etc). Sin embargo, la cinta abraza a través de un par de números musicales y un pequeño tramo en el que los intérpretes dialogan con total naturalidad, los paradigmas del recién nacido cine sonoro. Estas inserciones sonoras sorprenden por su irrupción súbita en el discurrir normal de la historia puramente muda, adivinándose la obligación impuesta por los productores de la Warner de incluir en el metraje secuencias sonoras para seguir el rumbo de la nueva doctrina axiomática (múltiples son los casos en la historia del cine de la existencia de esta mezcla de lenguajes, siendo especialmente llamativo este hecho en las películas surgidas en los años treinta en el Este de Europa como Iván o Aerograd de Alexander Dovzhenko o la esencial Al borde del mar azul de Boris Barnet).
Podríamos definir la cinta como una película estructurada en dos episodios independientes pero conectados espiritualmente a través de la parábola que da título al film. Así la película abre su discurso con una serie de versículos del libro del Génesis que emparentan la fábula de El arca de Noé con la de la Torre de Babel y la adoración de falsos ídolos enmarcada en la historia de Los Diez Mandamientos. Las imágenes fotografiadas por Curtiz tanto del gigantesco barco como de la mastodóntica torre y de los infinitos extras que acompañan estas escenas dan fe de la superproducción que está frente a nuestros ojos (la cinta tuvo un presupuesto de más de un millón de dólares, algo impensable para cualquier producción de la época).
La cinta prioriza en estos primeros minutos la inmundicia y la maldad existente en aquella época donde la esclavitud y la guerra eran los ejes económicos dominantes. Esta introducción dará paso en una elipsis de gran calado ideológico y alegórico que compara esta época negra de la historia de la humanidad con el presente (previo a la crisis del 29) en el que las torres de Babel adquieren la forma de interminables rascacielos neoyorquinos y los ciudadanos adoran a falsos ídolos como el dinero, el juego y el alcohol, siendo los avariciosos empresarios los nuevos esclavistas que atenazan la libertad de los pobres trabajadores objeto de su maléfica opresión. (increíble es la metáfora ideológica que contiene esta introducción, en la que se presenta a Jesús como una especie de libertador de todos estos vicios inherentes a la sociedad de finales de los años treinta cuya fe ha sido devorada por la presencia del dinero y la bondad sustituida por la mezquindad de un capitalismo corrupto y falsificador de voluntades).
Tras esta carta de presentación, dará comienzo el primer episodio de la película, situado en los días previos a la declaración de la I Guerra Mundial, el cual nos contará la historia de dos inseparables amigos estadounidenses (Travis y Al) que se encuentran recorriendo en el Orient Express una Europa sumida en un ambiente pre-bélico que enfrenta al Imperio austro-húngaro contra Francia y sus aliados. Durante el recorrido ferroviario la pareja de amigos conocerá a una joven alemana (Dolores Costello) de la que se enamorará Travis (interpretado por George O´Brien), a un pérfido ruso (un agregado de la Rusia Zarista, hecho este que insufla un todavía más carácter de izquierdas a la trama al personificar en un antiguo funcionario del Régimen de los Zares al villano de la trama) y a un misterioso pastor que tratará de reivindicar el espíritu bíblico y de bondad dentro de un ferrocarril repleto de pasajeros en los que se manifiesta el odio y ateísmo predominante en los días previos al estallido de la guerra.
Sin embargo, la destrucción de un puente provocará un accidente ferroviario (espectacularmente filmado por Curtiz por medio de unas ingeniosas maquetas) en el que emanará el espíritu solidario para socorrer a la bella joven interpretada por Costello en la pareja de amigos ayudada en este caso por un preso que no dudará en echar una mano Travis y Al para socorrer a la herida. Tras este incidente estallará acto seguido la I Guerra Mundial, de modo que unos primeramente irresponsables Al y Travis que no dudan en vagar por los parajes franceses con el único objetivo de divertirse, tomarán conciencia de la necesidad de comprometerse con la causa aliada una vez que los EEUU declaran la guerra a Alemania. El episodio nos mostrará las peripecias de esta pareja de amigos en su lucha por sobrevivir a una cruenta guerra entre hermanos así como la historia de separación y re-encuentro de Travis con su amor alemán Mary, la cual ha tenido que desempeñar un trabajo de bailarina de cabaret para poder sobrevivir ante la ausencia de su pareja.
Este episodio, que abarca la primera hora del film, culminará de manera súbita tras un intenso bombardeo sufrido por la pareja protagonista que provocará el sepultamiento de la pareja en una especie de cripta, entierro en vida en el que tendrán la compañía del pastor que conocieron en el tren, el cual comenzará a narrar la historia de El arca de Noé como parábola del apocalipsis que está suponiendo el desarrollo de la Gran Guerra. Así dará inicio el segundo episodio del film en el que se narra, ahora sí, la historia de Noé ambientada en la época del Antiguo Testamento. Una idea maravillosa de la pareja Curtiz-Zanuck consistió en transponer los papeles protagonistas de ambos episodios, de modo que Travis adoptará el papel del hijo de Noé de nombre Jafet, Mary será la mujer de Jafet en el papel de Miriam, mientras que Al será el hermano de Travis e hijo de Noé llamado Cam. Finalmente el pastor mesiánico del primer episodio adquirirá el rostro del fiel Noé y para culminar el traspaso de roles, el infiel espía ruso será el Rey impío que gobierna las viciosas tribus que se asientan en los alrededores del monte Ararat.
Este tramo es sencillamente espectacular en el cual se demuestra la pureza del cine mudo hecho para hipnotizar a los incipientes amantes del cine en los años veinte. Tanto el diseño de vestuario, los extras, animales y puesta en escena recuerdan al episodio de la caída de Babilonia de Intolerancia de Griffith. Ciertamente hermoso es el paralelismo que se establece entre ambos episodios: los íntimos amigos del primer vector serán hermanos en este segundo (símbolo del carácter fraternal vínculo existente en la amistad verdadera), el amor verdadero guiará entre las tinieblas existentes en el ambiente a los dos enamorados de ambas historias (Travis y Mary en el primer vector y Miriam y Jafet en el segundo) y el diluvio en forma de agua que amenaza con la destrucción total de la humanidad de la historia bíblica adoptará la forma de las mortíferas bombas que estallan alrededor de los soldados en los campos de batalla de la I Guerra Mundial. Por tanto las dos historias que aparentemente nada tienen en común, terminarán convergiendo de una manera inteligente, dejando que sea el espectador el que interprete e identifique las geniales metáforas descritas en el espléndido guión firmado por Zanuck en el cual parecen adivinarse parte de las vivencias que el propio guionista y productor vivió en las trincheras de la I Guerra Mundial como veterano de guerra.
La secuencia del diluvio (que dura aproximadamente 15 minutos desde que Dios informa a través de unos leídos rayos a un devoto Noé en la cima del monte Ararat hasta que se desencadena el mismo) es simplemente hipnótica y magistral gracias especialmente a unos artesanales y fascinantes efectos especiales por los que no parece haber pasado el tiempo. La escena de la anunciación evoca directamente a las escenas más potentes de Los diez mandamientos de De Mille, así como la secuencia de la destrucción total del templo y la ciudad regida por el maléfico y libertino Rey que nada tiene que envidiar los efectos especiales del cine de catástrofes de serie, siendo especialmente similar a las escenas de inundaciones que el holandés Roland Emmerich orquestó en su entretenida El día de mañana. Igualmente cautivadora es la escena de reunión de las diferentes especies animales en las que veremos aparecer camellos, elefantes, tigres, monos, osos, ciervos, aves y diversas especies en armonía como símbolo de la unión que emana en momentos de cataclismo vital entre individuos a priori enfrentados en su habitual hábitat.
Curtiz no desperdicia la oportunidad que se le presentó de rodar con un gran presupuesto para filmar asimismo sugestivas escenas de festejos y luchas, aparte de la ya mencionada secuencia estrella del diluvio, repletas de extras que demostraban el prodigioso virtuosismo que ostentaba el de Budapest para moverse como pez en el agua en el rodaje de episodios que requerían un gran dominio de la técnica cinematográfica. La película culmina con un esperanzador mensaje que equipara la bondad cristiana con el pacifismo, lanzando un alegato en contra de las guerras y las luchas fratricidas surgidas entre los seres humanos, y por tanto apostando por la solidaridad y el amor (no solo a Dios, sino al prójimo básicamente) como el único sostén posible para albergar la felicidad en el futuro.
Sin duda, esta El arca de Noé es una película que sorprende por su modernidad y virtuosismo técnico de la misma manera que por su consolador mensaje en aras de la paz y el amor que será igualmente atrayente tanto para cualquier creyente que desee visualizar una cinta basada en las doctrinas del Antiguo Testamento, como para cualquier aficionado al cine que únicamente anhele pasar un rato muy agradable contemplando una película que apuntaló al cine como un espectáculo puro capaz de proporcionar con idénticas dosis entretenimiento y evangelio humanista formador de buenas personas. A destacar la presencia en un papel prácticamente testimonial de una joven Myrna Loy. Una obra maestra a descubrir y recuperar.
Todo modo de amor al cine.
Buenos días, las imágenes de la película, concretamente la del arca provienen de alguna filmoteca? Estoy interesado porque se trata de la primera película de cine sonoro que se proyectó en Valencia y, en un ciclo que vamos a organizar, nos gustaría ilustrarla con alguna de las imágenes.