Salvo los niños y los estúpidamente ricos, todo el mundo sabe que el dinero es un bien que no merece ser malgastado así como así. Ahora bien, existe una clara diferencia entre ser precavido con los ahorros y llegar al extremo de pelear por cada céntimo como si este fuera a sacar de pobre a su poseedor. Tampoco es elegante negarse de pleno cuando toca invitar alguna vez o prestar ayuda a un amigo/familiar del que te puedes fiar. A esta clase de persona se la denomina despectivamente como tacaño, rata, avaro… Un papel que desempeña el cómico francés Dany Boon en Manual de un tacaño (Radin!) que esta semana se ha estrenado en los cines españoles.
El protagonista de El amigo de la familia también es de este estilo. Un tipo tan rancio que es capaz de regatear el precio de un mísero caramelo en un supermercado, o que no le da una chocolatina un niño a pesar de tener decenas de ellas en el cuenco de su mesa. “Si hay algo que no puedo soportar es tratar con gente honesta como tú”, llega a decirle a un pobre desgraciado. Pero hay cosas que el dinero no puede comprar, como ya dijo Master Card. E incluso estos tipejos guardan su corazoncito. Geremía, como se hace llamar el hombre, se enamora de la joven a la que prestó dinero para que celebrara su boda. Rosalba es una chica con un curioso poder de atracción que va más allá de su belleza, en parte debido a su correoso carácter. Es inimaginable pensar que dos personalidades tan diferentes puedan estar destinadas a unirse, pero Geremía tratará de aprovechar cualquier situación para que así suceda.
Quien dirige esta cinta es Paolo Sorrentino, cineasta italiano que alcanzó su mayor éxito con La gran belleza y que en los últimos años atesora bastantes fans y no pocos haters. Un director que no deja a nadie indiferente y que sintetiza en esta obra varias de sus peculiaridades cinematográficas. El amigo de la familia está rodada con su habitual estilo, pero quizá con una grandilocuencia excesiva. Ese tono con movimientos de cámara que se recrean en personajes y escenarios bajo una música a veces estridente, encaja bien en La gran belleza, no tanto en la segunda mitad de La juventud y desde luego que no ayuda en otras obras como Un lugar donde quedarse o esta El amigo de la familia.
En cualquier caso y a pesar de estas excentricidades, El amigo de la familia es una buena alternativa para contemplar la figura de un atroz tacaño. Al fin y al cabo, lo que interesa en esta película es cómo se va desgajando el perfil de su protagonista. Para lograrlo, Sorrentino propone una concatenación de escenas iniciales que ya resumen bastante bien la clase de persona que en la película caracteriza el actor Giacomo Rizzo. Además de rácano y ruin, Geremía posee una mente ciertamente perversa desde el punto de vista sexual, que le lleva a desear tórridamente a diversas mujeres hasta finalmente conocer a su objeto de deseo Rosalba. No por algo Sorrentino dibuja el amor de Geremía por el dinero como un material que suplanta la falta de cariño de femenino en su vida, más allá del que puede proporcionarle su moribunda madre.
En El amigo de la familia se dan cita pues las virtudes de su director a la hora de escribir historias interesantes al tiempo que su no siempre gratificante sentido de la cinematografía. Lo importante es que el napolitano dibuja con tino el retrato de un personaje peculiar en apariencia pero que, en el fondo, todos parecemos conocer. El acierto mayor es no pasarse de rosca al dotar a Geremía de ese amor obsesivo por el dinero y, por ello, El amigo de la familia es una obra más que aceptable para ver desentrañada la personalidad de un tacaño.