La alternativa | Don’t Go Breaking My Heart (Johnnie To)

No nos vamos a engañar, cuando uno piensa en Johnnie To es inevitable visualizar rocambolescas tramas de venganza, tiros, acción seca no exenta de virtuosismo de cámara con planos secuencia casi imposibles. Un (sub)mundo de gánsteres y violencia que actúa casi como una burbuja social donde no hay nada más que el contexto retratado. Con estos mimbres es casi imposible asociar al director hongkonés con otro género, y si este es el de la comedia romántica la extrañeza ya es máxima. Y es que la pregunta es obvia, ¿Cómo conseguirá To trasladar sus códigos estéticos y formales a un tipo de cine tan diferente?

La respuesta que se nos ofrece en Don’t Go Breaking My Heart es tan catedralicia como desconcertante: No hay traslado alguno. No se trata pues de adaptar las características formales al género sino el proceso inverso, es el género el que demanda la adaptabilidad del directo a lo que se requiere. Y ciertamente con esto To demuestra que puede y sabe salir de su zona de confort, es más demuestra que podría dedicarse en exclusiva a lo romántico y, quién sabe, a cualquier tipo de género visto lo visto.

Y es que a pesar de cumplir todos los tópicos posibles en esta trama de triángulo amoroso, estamos ante una película sorprendentemente fresca. Un film que no tiene reparos en poner sobre el tapete todos los clichés posibles con sus dudas, desengaños, giros argumentales, dramas exacerbados en su hipérbole sentimental para acabar en su esperado y deseado final feliz. Sin embargo, se siente auténtica en su desarrollo, en especial porque, a pesar de no contar con personajes que destaquen por su profundidad sí están lo suficientemente bien escritos e interpretados como para poder interesarnos por ellos, para vivir sus desventuras y, aún sabiendo casi milimétricamente como acabará todo, estar expectantes por su desenlace.

Es evidente que hay una ración generosa de almíbar y de subrayado musical un tanto cursi, pero nada que culturalmente sorprenda. Y en algo se tiene que notar la capacidad de To, en su laconismo formal, al saber dosificar estos momentos para que sean tomados casi a risa, cosa que es hasta necesaria en cualquier comedia de enredos, para que sobre todo no molesten hasta el punto del rechazo. La clave pues está en la capacidad para saber pulsar cada tecla en el momento oportuno sin que se sienta sobre planificado, que haya una cierta libertad sin caer en un sinsentido por querer alejarse de los códigos establecidos.

Al final Don’t Go Breaking My Heart se presenta como un film sumatorio de virtudes. Con una narrativa en elipsis bien empleada y una historia con elementos subtextuales que complementan de forma acertada la trama general se consigue un producto final que, después de unos primeros momentos de extrañeza, acaba por ser algo más que un simple generador de encanto y simpatía. En realidad estamos ante una película notable por la sinceridad de lo visto, que es capaz de crear emociones alejadas de lo sentimentalmente barato y que tiene la capacidad de crear un interés genuino por seguir explorando este otro mundo romántico de Johnnie To.

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