George Cukor fue uno de los grandes cineastas del Hollywood clásico. La esencia de sus películas, comedias o melodramas, se basaba en las relaciones cotidianas de la pareja, en donde le gustaba que prevalezca la posición del género femenino.
Cukor trataba además de que su estilo artístico vaya acorde a los tiempos modernos que vivió en su carrera, por ello no fue ajeno al boom del cine relacionado con la India que se desató en la década de 1950, tal vez como consecuencia de la resonancia mundial que provocó la independencia de la nación asiática en 1947.
De este modo, el gran director montó un proyecto titulado Cruce de Destinos, una película que aparentaba ser de aventuras y que en realidad resultó un drama humano que topó el tema controversial de la crisis de identidad de una mujer mestiza, agudizada por la coyuntura sociopolítica que vivía la India previa a su descolonización de Gran Bretaña, un espacio en donde solo se reconocían socialmente a dos raza puras: la anglosajona y la hindú, no había mucha opción para los “mezclados”.
En el contexto histórico de la lucha entre las agrupaciones políticas que intentaban acceder al poder en la India, una vez que termine el dominio británico, el filme se centra en indagar la confusa personalidad de la oficial Victoria Jones (Ava Gardner), una anglo-hindú que no sabe cuál es el camino cultural que debe seguir, y que intentará encontrar la respuesta en tres distintas relaciones sentimentales que mantiene con un mestizo pro-anglo, un indio y un inglés, este último es el coronel Rodney Savage (Stewart Granger).
Cukor fue identificado como un gran director de mujeres, pues en sus filmes resaltó esta figura en todo sentido, y en Cruce de Destinos no fue la excepción, ya que el protagonismo que otorgó a Ava Gardner fue total, y no solo a nivel de la importancia del personaje en el hilo argumental, sino que en lo técnico hubo un considerable empleó del primer plano para resaltar su atractivo rostro.
Prácticamente, “el animal más bello del mundo” se roba toda la atención del filme, y no sólo por su atrayente físico, sino porque su actuación es buena y creíble, distinta a los papeles que estamos acostumbrados a ver de ella. En este filme, Gardner se convierte en un ser casi espectral, reactiva a los acontecimientos que le rodean y que tratará de estar más cerca de lo que ella considera que le puede ayudar en su destino, aspectos que no le serán suficientes, pues su condición de mujer, en la esfera en que se encontraba, la hará vulnerable a otro tipo de riesgos como el menosprecio y, sobre todo, el acoso.
Ava, con su impactante magnetismo, logra dibujar un personaje atormentado e indignado, que busca alcanzar la paz interior, aunque para ello deba obviar sus sentimientos reales y ser proclive a prefabricar vivencias que le ayuden a encontrar un destino, en donde ella sólo conoce cuál es la meta pero no el mecanismo de alcanzarla.
Cukor intenta que este drama mute, por un instante, a un cuasi thriller, que inicia en un intento de violación hacia la oficial Jones por parte de otro militar británico, que terminó con el asesinato de éste y de un centinela. En el desenlace del filme se mostrará cierta carga de suspenso en la persecución del culpable de una de las muertes. Lo curioso en este momento es la reivindicación que se hace a un aparente personaje menor de la película (el primer amor de la oficial anglo-hindú), que asume un acto heroico y que reconoce su poca trascendencia de vida.
Otro aspecto llamativo de la película, es el gran simbolismo que se da al tren, que representa el progreso occidental y el objetivo de las disputas políticas. Cukor lo utiliza también para estructurar mensajes contrapuestos, tanto al inicio como al final del filme, es así que el coronel Savage al partir de la India se siente desesperado por la incertidumbre del rumbo de su vida y le será muy dificultoso abrir una ventana del vagón para poder mirar al exterior. Luego, cuando encuentre una esperanza para su destino, le será muy fácil hacerlo.
La fotografía de Cruce de Destinos es muy buena, que resalta en el impactante formato del cinemascope. Es un fiel producto, en lo técnico, de los años gloriosos de la Metro-Goldwyn-Mayer. No se puede decir que esta película sea de los mejores productos de George Cukor, pero tiene un aire que la hace agradable.
La pasión está también en el cine.