¡Bienvenidos a la República Popular de Bubunne! En este pequeño país con una dictadura hereditaria a lo Corea del Norte (De hecho Riad Sattouf, el director de esta marcianada ha reconocido que le hubiera gustado grabar en la tierra de Kim Jong-Un pero se te ha tenido que conformar con grabar los exteriores en el ex-país comunista de Georgia) donde el poder pasa de madres a hijas desde tiempos inmemoriales, es decir la General (interpretado por una genial Anémone) ha designado a su única hija, la Coronel (Gainsbourg en un sorprendente papel, ya que no se prodiga mucho en la comedia) como su sucesiva heredera, de este país que por supuesto se autoproclama democrático y libre. En Bubunne se vive en el más feroz matriarcado, la mujer tiene el poder absoluto, no sólo controla cada uno de los puestos de políticos y el ejército, sino que socialmente el hombre sirve para cocinar (Bueno, se cocina bouillie/gachas que es el plato único y principal de la dieta Bubunne), hacer la compra (es un decir, porque el supermercado no llega a los 20 productos ofertados) pero principalmente se queda en casa esperando y ansiando a que entre la mujer de la casa, cansada de trabajar para servirle. El hombre en Bubunne viste un Burka que le llega hasta los pies, el objetivo está claro, esconder su cuerpo evitando así que la lujuriosa mirada femenina encuentre motivos más que suficientes para excitarse y no tenga más remedio que violarle. Este hombre sumiso, es plenamente feliz y autoconsciente de su situación que acepta con la más absoluta normalidad.
Detrás de este país inventado, con reglas invertidas y modificadas, hay un trabajo de preparación digno de resaltar, en el que nada se ha dejado al azar: un vestuario en la que los hombres portan burka rojo/naranja con aro para correa y las mujeres traje militar; unos decorados y localizaciones bastantes creíbles; una tipografía propia solemne y hasta un lenguaje que como bien señala el autor, parte del francés pero se acaba modificado, feminizando las palabras importantes y masculinizando las que tienen un objetivo degradante.
Hace 5 años Riad Sattouf pasó del cómic al cine con una divertidísima comedia juvenil llamada Les beaux gosses que contaba lo mismo que cientos de películas pero aportando una frescura y originalidad extraña en este subgénero. Esta película sobre dos «losers» salidísimos que a la par que descubrían la sexualidad, ansiaban dar su primer morreo, puso en el mapa a este reconocido historietista llegando a ganar incluso el Cesar a Mejor Ópera prima. Ha pasado tiempo desde entonces pero ya tenemos la segunda obra en cartelera con un casting cargado de grandes nombres al servicio de este personalísimo autor. La historia propiamente es una revisión del mito de Cenicienta en un extraño mundo que mezcla el imaginario de un régimen dictatorial y la realidad de sumisión extrema que la mujer tiene que afrontar aún en nuestros días, esta sátira muerde con un humor negro a veces sutil, a veces descarnado. Este planteamiento tan loco acaba siendo su principal baza ya que sin ser una película perfecta, Jacky au Royaume des filles merece ser vista por su planteamiento, su socarronería, por sus acertados gags y réplicas y por su (aparente) carácter liviano que la hace bastante propicia al disfrute. Una película que hace reír primero, pero que segundos después te das cuenta que te ríes de una realidad, sin ser un film social, ni buscando la conciencia de un problema de sobra conocido, Riad se adentra en un campo siempre sensible y sale bastante victorioso. Jacky au Royaume des filles es una película de las que escasean, de las que nunca hay suficientes en las carteleras, por original, libre y arriesgada.