Dos actrices y un personaje. Dos formas de afrontar tanto la vida como el arte y un montaje de Shakespeare que sólo tiene espacio para una de ellas. María Villar (Mariel) y Agustina Muñoz (Luciana) protagonizan Isabella (2020), en la que el director Matías Piñeiro utiliza de nuevo elementos ya recurrentes en su filmografía para desarrollar sus ideas discursivas y dramáticas desde una aproximación intertextual al teatro. Aquí abandona el universo del cine independiente estadounidense que tanteaba en Hermia & Helena (2016) para retomar la adaptación de una obra del dramaturgo inglés y el retrato introspectivo de ambos personajes femeninos a lo largo de los años, en un juego temporal que construye una narrativa laberíntica de contrapuntos y similitudes entre dos mujeres: la aspirante al papel para la que supone un esfuerzo que se escapa de su alcance cuanto más cerca parece tenerlo (Mariel) y la intérprete intuitiva y con cierto éxito para quien su trabajo no posee ningún significado especial (Luciana). El color púrpura inunda los planos de figuras rectangulares que cohesionan la estructura del montaje y su fotografía. Vemos, con el desarrollo del relato, los vínculos que se construyen en lo casual y simulado entre ellas. Dos personas que siempre parecen estar aproximándose a través de su amistad —pero nunca llegan a un punto de contacto, eludido por la naturaleza asintótica de su relación— marcada por la representación de la comedia sexual satírica Medida por medida.
Las elipsis y el tratamiento desordenado del tiempo, la participación de los habituales en el reparto de sus producciones… todo se percibe como un lugar conocido. Sin embargo, Piñeiro es capaz de retorcer de manera novedosa y estimulante el dispositivo formal y su narración a modo de rompecabezas. Espacios, anécdotas y situaciones específicas se establecen como referencias fijas. Unos ejes que sirven de guía en las repeticiones e infinita variabilidad de la acción en su eterno retorno a los mismos conflictos —y que también subraya las contradicciones de los personajes y cómo toman conciencia o no de ellas—. Con una mirada naturalista, las secuencias de abundantes diálogos discurren con el subtexto de la performatividad de las vidas de ambas mujeres. Su relación con el personaje de Isabella, con la otra y hacia sí mismas se revela a partir de conexiones entre lo más evidente y las sutilezas de sus motivaciones. A través de estos niveles de interacción emerge el análisis de sus psicologías y el cuestionamiento de cierto determinismo imprimido por sus personalidades, de una peculiar inevitabilidad trágica en el resultado de todas sus decisiones que trasciende a ambas.
Como si ellas no fueran capaces de escapar a este sentido de predestinación, el transcurso del tiempo no lineal expresa mucho mejor cómo se funden en un continuo los recuerdos y experiencias de los personajes. Esto no se percibe como un desafío que se deba desentrañar. La estructura nos permite ser testigos de esa retroalimentación entre arte y vida que contienen sus imágenes —en un diálogo entre ellas basado en la reflexión temática y no tanto en la satisfacción inmediata de un entramado dramático convencional que imponga sus moralejas—. Las proyecciones que Mariel realiza sobre Luciana de sus carencias, dudas y anhelos confluyen con su necesidad de mantener la coherencia a su recorrido vital anterior, lo que les lleva a cada punto concreto de su biografía. Pocas líneas de fuga se pueden encontrar así a lo establecido por las expectativas sociales y familiares, a las ambiciones profesionales mediatizadas por un ambiente imposible de doblegar a nuestra voluntad. Isabella propone principalmente el registro de la imposibilidad de deshacernos de una construcción del yo que, sin saberlo, nos distancia de un grado mínimo de plenitud y felicidad. Uno que se muestra ante nosotros como parte del camino a partir de las grandes y pequeñas derrotas que parecemos buscar de antemano o las victorias que encontramos sin pretenderlo, cada uno con sus prioridades y en sus propios términos.
Crítico y periodista cinematográfico.
Creando el podcast Manderley. Hago cosas en Lost & Found.