Un nombre tan mítico para la historia del cine como el de Fritz Lang no podía faltar en este espacio dedicado a recuperar aquellas obras menos agasajadas de los grandes maestros del séptimo arte. Como suele ocurrir con estas leyendas resulta complicado seleccionar una obra que se adecue a la perfección a la etiqueta de menor, puesto que para mi Lang es sin duda uno de los cinco mejores autores de la historia del cine, un referente para cualquier cinéfilo que desee adentrarse en la cultura cinematográfica con mayúsculas además de un personaje con una biografía más que interesante la cual es fiel reflejo de las obsesiones que se manifestaron a lo largo de la carrera del autor austriaco. Partiendo de este hecho, he decidido apostar por una película magnífica que sin embargo, para mi sorpresa, es una de las menos conocidas y aclamadas de Lang, esta es, House by the river, obra que no se llegó a estrenar en España y que no fue hasta bien entrado el siglo XXI cuando gracias a la impagable labor de rescate efectuada por la filmoteca fnac pudimos disfrutarla gracias a una magnífica edición en DVD totalmente restaurada en versión original (como no cabía esperar de una película que no pasó por los estudios de doblaje allá por los años setenta y ochenta).
En términos históricos, Lang rodó House by the river en 1950 tras haber pasado la década de los cuarenta realizando películas de serie negra de bajo presupuesto para pequeños estudios, y es que el teutón no gozó en su carrera americana del favor de las grandes distribuidoras estadounidenses, por lo que tuvo que ganarse el pan a base de demostrar su talento para la generación de ambientes malsanos de tintes expresionistas en las trincheras de la serie B, lo cual forjó su lado más creativo de puro autor puesto que en todas las producciones llevadas a cabo por Lang en esta década se siente el sello íntimo y personal del germano a la hora de generar un producto dotado de un ritmo endiablado a la vez que de una atmósfera poética que reflejaba el ambiente corrupto, violento y depravado inherente al ser humano. Lang venía de un leve período de tiempo de tres años sin ponerse detrás de la cámara tras el fracaso que supuso la visceral Secreto tras la puerta, obra que trataba de recoger las bondades del Rebeca de Alfred Hitchcock al más puro estilo de la serie B. Igualmente como habíamos comentado el director europeo nunca fue santo de la devoción de las majors por lo que el bueno de Fritz halló numerosas dificultades para encontrar la financiación precisa para levantar un proyecto en estos tres años de retiro.
Pasado este agobiante trienio de pausa forzada, Lang aterrizó en la Republic, productora menor de la que sin embargo salieron obras cumbre para el cine como El hombre tranquilo o Johnny Guitar, para ponerse al frente de una película que se adaptaba a la perfección al cosmos del vienés. Y es que House by the river compartía con gran parte de la obra americana de Lang un tono fundamentalmente noir tan del gusto de la sociedad americana de la época, el cual fue utilizado por el maestro, como en gran parte de su fimografía, para lanzar una afilada crítica en contra de las mezquindades y maldades que enturbiaban el American Way of life. En este caso la historia se centra en el ambiente sureño de finales del siglo XIX de tintes claramente góticos al estilo del Edgar Allan Poe más desatado. La leve descripción de la sinopsis nos recuerda a infinidad de películas de esa época, ya que básicamente la película versa sobre un asesinato accidental cometido por un fracasado escritor burgués llamado Stephen Byrne el cual aprovechando un viaje de su esposa mata a su criada en un forcejeo (más bien intento de violación) tras intentar dar rienda suelta a la irrefrenable pasión sexual que siente hacia ella.
Stephen es un ser atormentado y peleado con un mundo al no encontrar el sitio en el que encajar. Del mismo modo Stephen ostenta una personalidad maquiavélica y mezquina, por lo que consciente de la gravedad del acto que acaba de cometer no dudará en acudir a su bondadoso y ético hermano John, un tullido sin suerte en la vida que siempre ha tenido a Stephen en un pedestal por ostentar la belleza física y seguridad de la que carece John a la vez que algo de envidia por el amor que siente hacia la esposa de su hermano, para solicitarle que le ayude a deshacerse de la prueba de su delito. John aceptará la propuesta de Stephen y ambos se desembarazarán del cadáver arrojándolo en las profundidades del río que orilla la mansión de Stephen.
Tras este cobarde y aberrante acto de ocultación y encubrimiento de un asesinato, Stephen hallará la fama y notoriedad artística tan perseguida, lo cual servirá para alimentar su vanidosa y perversa mentalidad, forjando de este modo unos inquietantes mecanismos de dominación empleados por Stephen hacia su esposa y hermano. Sin embargo, la repentina fama se verá ofuscada por la aparición del cadáver de la criada, lo cual dará inicio a una intrigante investigación policial en la que Stephen tratará de enculpar a su hermano John aprovechando la debilidad de éste. No obstante, la limpia mirada de la esposa de Stephen se apiadará del bondadoso John (hacia el cual siempre ha sentido un fraternal de afecto), más cuando ésta descubra que su marido es el verdadero responsable del homicidio de la joven empleada de hogar tras localizar un escrito que está transcribiendo su marido en el cual se detalla con todo lujo de detalles la historia del asesinato cometido por el propio Stephen con el objeto de firmar la obra maestra definitiva que le coloque en el Olimpo literario buscado por Stephen.
Del argumento relatado se adivina que nos hallamos ante una película en la que se mezclan los universos de Alfred Hitchcock con los de Robert Siodmark, a lo que se hay que sumar una puesta en escena vigorosa y realista que muy bien podríamos incluir en el cosmos del genio del bajo presupuesto Egdar G. Ulmer (de hecho el protagonista de House by the River, Louise Hayward, participó unos años antes en dos de las obras cumbre de Ulmer de cosmología muy similar a la obra de Lang como son Traición y La extraña mujer). Pero lo indicado no es obstáculo para afirmar que House by the river es una película made in Fritz Lang por los cuatro costados.
¿Cuáles son las pruebas que confirman esta aseveración? Primero, la fotografía expresionista en la que los claroscuros de fábrica alemana otorgan al relato una atmósfera turbia ideal para sacar a la luz las más profundas perversiones congénitas al ser humano. Así el personaje de Stephen sirve para perfilar a esos monstruos presentes en la sociedad americana coetánea a Lang caracterizados por la ambición y avaricia, el sexo y el engaño como motor de vida y el individualismo más obsceno que arrasa y pisa a quien se ponga por delante. Este ente del mal chocará con la bondad y humanidad de los perdedores del sistema representados por John y la esposa de Stephen, seres que deambulan sin pena ni gloria por el mundo invisibles para el resto de la sociedad, siendo realmente éstos las personas que estabilizan la sociedad asumiendo su derrota ante los voraces corruptos que dominan el sistema, si bien reaccionando ante ellos cuando éstos ponen en peligro su propia existencia y tranquilidad.
En segundo lugar hay que reseñar la magnífica puesta en escena mostrada por el maestro. Así la cinta cuenta con un montaje técnicamente perfecto, en el que los encuadres americanos son empalmados como el fluir del río que da título a la cinta, dotando de este modo al film de un ritmo dinámico que va continuamente hacia adelante sin detenerse en los pequeños detalles. La fotografía en blanco y negro refleja a las mil maravillas el ambiente opresivo y asfixiante de la trama y la falta de oxígeno que se siente incluso en los luminosos planos de exterior de ambiente sureño, siendo la mansión de los Byrne ese escenario tenebroso típico de los cuentos góticos que es bosquejado con la escuadra y el cartabón de un preciso delineante por un cineasta metido a arquitecto como es Lang. Y es que el germano emplea los recursos hogareños para generar suspense, desde las enredadas escaleras que conectan el piso bajo con el superior (con escenas que parecen sacadas del Sospecha del tito Alfred) pasando por contrapicados tomados desde el techo similares a los emanados de una pesadilla freudiana, así como el íntimo aislamiento de las habitaciones en las que brota la personalidad de los personajes que discurren por la trama. Del mismo modo el río situado al lado de la casa donde se desarrolla la historia sirve a Lang para impregnar a la historia de un universo fantasmal y terrorífico al otorgar a éste la figura de un lugar turbador emanado de un sueño angustioso surgido del lugar en el que habitan las ánimas.
Y en tercer y último lugar, sin duda House by the river contiene uno de los paradigmas fundamentales del cine de Lang, que no es otro que el de aprovechar una historia de intriga para denunciar los vicios innatos de la sociedad y el ser humano, es decir, la maldad, el asesinato, la hipocresía, la codicia, el egoísmo, las pasiones irrefrenables, y la tragedia que todas estas inmoralidades implican en el trayecto vital de la comunidad en la que se desarrollan. Puesto que House by the river es una de esas cintas que esconden una filosofía subliminal muy crítica y pesimista ante el futuro que espera al ser humano, bajo el revestimiento de una película de suspense de puro entretenimiento, es decir, una película que presenta todas las virtudes de ese genio del cine que tuvo por bien llamarse Fritz Lang.
Todo modo de amor al cine.