Sin que llegue a ostentar el reconocimiento unánime de los grandes melodramas clásicos, el cine de acción de samuráis así como las películas emanadas por la Nueva Ola, merece la pena reivindicar al cine japonés fantástico y de terror, género que gozaba en los años sesenta en el país del Sol Naciente un espléndido estado de forma. Sin duda uno de los autores de mayor relevancia de dicha escuela fue Teruo Ishii, cineasta de un rebosante talento para crear atmósferas corrompidas por el pecado y la depravación más profunda que legó para la historia algunas de las más extrañas y fascinantes cintas del cine japonés de género. Dentro de su rica y diversa filmografía destaca sobremanera la película que vamos a analizar en esta reseña, la hipnótica, colorista, intrigante y referente Horrors of Malformed Men, film que adaptaba una novela de terror escrita por el aclamado escritor japonés Rampo Edogawa, que a su vez recogía en su sustancia argumental trazos derivados de esa obra maestra de la literatura fantástica escrita por H.G. Wells que es La isla del Doctor Moreau.
¿De qué va Horrors of Malformed Men? Mi consejo es que lo mejor que pueden hacer todos aquellos interesados en esta depravada obra de arte del fantástico nipón que deseen disfrutar plenamente de todos los recovecos y laberintos propuestos por Ishii, es enfrentarse a la misma desde el desconocimiento más absoluto. Esa es la forma ideal de gozar de puro gusto con cada fotograma ideado por la retorcida mente de Ishii. A modo de simple pincelada diré que el argumento se centra en la historia de un estudiante de medicina desmemoriado llamado Hirosuke, que sin que sepamos muy bien el porqué se encuentra encerrado en un manicomio que alberga a toda una serie de dementes y enfermos tocados tanto por padecimientos mentales como por sufrimientos sexuales que impiden calmar sus más bajos instintos. Estos primeros compases del film homenajean de forma clarividente a uno de los clásicos de referencia del cine mudo japonés, la enfermiza Una página de locura de Teinosuke Kinugasa. Hirosuke únicamente recuerda ciertos pasajes de su infancia tales como una repetitiva nana así como un agreste acantilado en el que rompen continuamente las olas del mar que orillan la arena de la playa de una paradisíaca isla en la que sobresale la figura deformada de un hombre vestido con una especie de túnica blanca. Tras escapar de un intento de asesinato pretendido por otro interno (un monje calvo que no aparta la mirada del rostro de Hirosuke), el aprendiz de galeno logrará huir del manicomio en el que estaba recluido con la ayuda de una joven que trabaja en un circo ambulante, mujer que igualmente le trae a la memoria instantes de su pasado escondidos en los sinuosos huecos de su cerebelo.
Empero, en un relámpago repentino, la joven será asesinada por un desconocido, siendo Hirosuke acusado del homicidio de la misma. Acusado de un crimen que no ha cometido, a Hirosuke no le quedará más remedio que huir hacia la Costa en busca no solo de demostrar su inocencia, sino que igualmente atraído por una fotografía publicada en un periódico que anuncia la muerte de un conocido mafioso que sospechosamente se parece a nuestro héroe como si fuera su gemelo perdido. El muerto respondía al nombre de Genzaburô Komoda, un joven perteneciente a una adinerada familia del entorno que fue criado por una funesta niñera debido al fallecimiento repentino de su madre, y cuyo padre se halla en estado de demencia recluido en una isla deshabitada inmerso en un extraño proyecto de repoblación. El parecido de los dos personajes es tal, que ambos presentan en su pie un tatuaje de una esvástica budista, diferenciándose únicamente en el hecho de que el fallecido era zurdo mientras que Hirosuke es diestro.
Los recuerdos de Hirosuke comenzarán a emanar confluyendo en dirección hacia la familia del cadáver, por lo que el galeno urdirá un plan para suplantar la personalidad del fallecido haciendo creer a los moradores del pueblo que Genzaburô fue víctima de una especie de desorden catatónico. A partir de aquí, Hirosuke se verá envuelto en una compleja trama de asesinatos, afrentas e intrigas familiares pasadas, venganzas, incestos, perversiones más allá de la locura, experimentos genéticos, codicia y castigo, es decir, una propuesta argumental que es mejor no desentrañar en profundidad al lector para no aguarle la fiesta.
La película mezcla con virtuosismo y eficacia un primer vector que bebe del melodrama clásico japonés con imágenes de un tono más moderno e iconoclasta inspiradas directamente en la psicodelia pop sesentera que otorgan al film una atmósfera enfermiza y malsana alegórica del cine de terror europeo. Son muchas las influencias manifestadas por Ishii. Sin duda, la cinta toma prestados para su universo la espina dorsal de la sinopsis de La isla del Doctor Moreau gracias a una subtrama en principio secundaria en la que descubriremos que el extraño hombre que aparece en la mente de Hirosuke es una especie de iluminado que está llevando a cabo experimentos genéticos para deformar el rostro de una serie de esclavos tomados como conejillos de indias de su achacoso proyecto. Estos seres deformes aparecerán fugazmente en el primer vector del film, tramo que como ya habíamos anticipado adopta un tono más melodramático con ciertas gotas de intriga al más puro estilo de las obras de Agatha Christie.
Sin embargo, conforme avanza el discurrir del misterio que tratará de desentrañar el desmemoriado Hirosuke, la historia se volverá más confusa y surrealista, para explotar definitivamente en una traca final de sangre, sordidez y sorpresa en la que se descubrirá la verdadera identidad de Hirosuke así como el pérfido plan urdido por el malvado hombre de blanco ideado para expiar los pecados cometidos en el pasado por las víctimas de su maléfica empresa. El final es un auténtico prodigio de de-construcción temporal, el cual otorgará sentido narrativo a toda las peripecias expuestas por Ishii con anterioridad, de modo que el carácter eminentemente surrealista que parece subyugar de la trama adquirirá un significado perteneciente a la esfera característica del cine de terror y venganzas.
Es imposible no sentirse cautivado por el tejido visual con el que construyó Teruo Ishii su Horrors of Malformed Men. La cinta es una perla colorista que adopta los fundamentos de la cultura pop sesentera más emparentado con el cine occidental (especialmente con las cintas de la Hammer) que con el propio cine japonés clásico, intuyéndose que buena parte de las escenas más psicodélicas de la cinta se forjaron bajo los efectos de alguna sustancia alucinógena. Y es que no sólo nos vamos a encontrar zooms nerviosos, aportes de un incipiente lesbianismo, buenas escenas eróticas plenas de sensualidad, salpicaduras de sangre, tetas mutiladas por acción de afilados cuchillos tal como le gustaba practicar al Marqués de Sade o secuencias irreales que parecen emanar del imaginario de una funesta secta satánica. Todo ello será demolido por un desenlace final que es puro desvarío lisérgico inserto en la más cruda realidad catatónica. Un final de esos que marcan una época que convierten a una obra relevante en una obra de referencia. Y esto no es una exageración vertida por un fanático del film como pueda ser un servidor….
Porque lo que me ha revelado Horrors of Malformed Men es que esta debe ser una de las películas favoritas de Park Chan-wook. Este dato no lo sé a ciencia cierta, ya que no he podido confirmar si mi aseveración es cierta o simplemente es una fantasía surgida de mi imaginación. Pero de lo que no me cabe duda es que cualquiera que haya visto y disfrutado esa obra cumbre del cine contemporáneo que es Oldboy advertirá como yo que Horrors of Malformed Men es una cinta que se asemeja sospechosamente tanto atmosférica como argumentalmente a la obra del coreano Chan-wook. Ambas tratan de dos desmemoriados que han sido internados en una especie de celda demoledora de libertad y que son liberados no sabemos muy bien por qué causa. Los dos personajes iniciarán una homérica aventura para tratar de descubrir su identidad robada… Hay un ser castigador detrás de todo el engranaje que busca verter su odio motivado por una afrenta lasciva del pasado contra los personajes principales de la trama… Y [Spoiler] hay un incesto que acabará siendo consentido por sus protagonistas aún sabiendo de lo pecaminoso de su elección [/spoiler]. Todo encaja como la seda, por lo que tanto si la obra de Chan-wook surgió por generación espontánea o como homenaje inconsciente a esta obra maestra del fantástico japonés, sin duda los fans de Oldboy hallarán en Horrors of Malformed Men una cinta emblemática con la que deleitarse gracias a su trama laberíntica y visceral dibujada por ese maestro del cine de género japonés que fue Teruo Ishii.
Todo modo de amor al cine.