Muchos esperan poder celebrar algún día esa ceremonia llamada matrimonio. Pero a esos mismos que verían su vida vacía de no ser partícipes en uno de los supuestos grandes hitos de la existencia, también les puede pesar la incertidumbre. ¿De verdad ésta es la persona que quiero tener a mi lado toda la vida? ¿Hasta qué punto la conozco? Dos ejemplos de preguntas que antes o después se hará la práctica totalidad de los prometidos.
Algo así intenta reflejar Honeymoon, película de origen checo al igual que su director, Jan Hřebejk (que también dirigió, por ejemplo, El amor en tiempos de odio, nominada al Oscar en el año 2000). La acción se sitúa en la boda de Tereza y Radim, dos treintañeros que pronuncian sus votos matrimoniales con una sonrisa de oreja a oreja, porque ambos se quieren con locura y se conocen perfectamente… O al menos eso creen ellos. Porque pronto aparecerá en escena Jan Benda, un viejo amigo de Radim al que sin embargo nadie ha invitado al enlace. Las intenciones de este a priori oscuro personaje será el principal tema a desvelar a lo largo de la obra.
De primeras, sorprende bastante la bella fotografía a cargo de Martin Štrba, que con su juego de luces parece transportarnos directamente al lugar de los hechos. Esto puede considerarse como una futilidad, pero en realidad es algo imprescindible para disfrutar lo máximo posible en esta película. Dejar que la intriga te atrape es clave aquí, y es algo que facilita bastante no sólo el mencionado director de fotografía, sino también el papel de la protagonista Tereza, encarnada por Anna Geislerova, real como ella misma.
Pero más allá de la mencionada Tereza, mujer que afrontó un duro momento en su vida años atrás aunque hoy ya parece totalmente serena y cuerda, el resto de individuos que se nos presentan en Honeymoon son bastante particulares. Comenzando por el marido, que pese a aparentar ser un hombre fuerte y con cara de buena gente ya advertimos en la primera escena que no ha dicho todo lo que tiene que decir. Su nuevo suegro, arrogante y auto-proclamado líder de la gran familia (papel muy tópico éste, la verdad), le confía que Tereza es su hija predilecta pese a que siempre fue un paso por detrás de su hermana. El motivo es que ésta, de nombre Renata, lleva un matrimonio muy confuso por los continuos delirios de su borracho marido, cuyo desayuno de cabecera es un buen lingotazo.
Siendo una película centrada primordialmente en el desarrollo de sus personajes y, más concretamente, su capacidad de perdonar y de seguir adelante con la vida que se espera que lleven, se agradece bastante que el guión no decaiga en ningún momento y esté ausente de fantasmadas: lo que vemos es lo que hay, sin trampa ni cartón. A juicio del espectador queda decir si podía haber ido un poco más allá, pero lo que es innegable es que la película no peca de pretenciosa en ningún momento y tampoco tira de tópicos en un final que parece bastante propicio para ello.
También algunos podrían argumentar que, pese a su categoría de drama psicológico, Honeymoon no tiene momentos especialmente angustiosos, al menos antes del cuarto de hora final. Una postura que en muchos casos puede ser errónea, ya que lo que se debate en esta película no es tanto el presente como el pasado. No hay que centrarse exclusivamente en lo que acaece en pantalla, sino tirar de imaginación y pensar en cómo son los personajes, qué les mueve a actuar de esa manera y si sus hechos pasados pueden pesar o no en el futuro que se ha abierto ante ellos con este matrimonio. Algo que, por cierto, acabaremos descubriendo.