El hombre siempre ha intentado ir más allá de sus posibilidades, buscar lo desconocido, explorar lo que había al otro lado de aquel hueco que llamaba irremediablemente su curiosidad. Cuando la Tierra se le queda pequeña, los límites pasan a estar marcados por la ciencia y el espacio.
Precisamente en este punto entra Hibernation, un corto patrio muy interesante en el que la fantasía queda en un segundo plano tras la carga psicológica. ¿Qué es lo único que puede ponerle trabas a la exploración, al avance, al ir más allá? El amor, por supuesto. De este modo, nos encontramos con una historia construida entorno a dos personajes, Joseph y Claire.
Joseph es un astronauta que va a emprender un viaje que durará cincuenta años, en el que va a ser criogenizado. No sabemos exactamente en que consiste este viaje, ni se nos dan más detalles. Toda la acción transcurre durante la preparación para este viaje. Allí, Joseph debe recibir tres inyecciones para preparar su cuerpo ante la criogenización. Pero entre pinchazo y pinchazo vemos que Joseph, quizá con los nervios, trata de hablar con su doctora, Claire. Hay algo más profundo entre ellos. Se conocen. Y, poco a poco, mediante flashbacks, vamos viendo que la historia entre ambos es más profunda.
Nuestro astronauta quiere saber porque Claire se ha marchado esa mañana sin despedirse ¿Es envidia? ¿Es dolor? No puede emprender su viaje dejando asuntos pendientes. Claire se ve atrapada entre su trabajo y sus sentimientos. Queda por saber si Joseph seguirá su labor y emprenderá su viaje pionero o se quedará siguiendo su corazón.
En apenas un cuarto de hora son tratados, como vemos, multitud de temas, desde la intimidad de los amantes hasta las mentiras hechas por amor, desde los códigos secretos, y a veces absurdos («Lost in space, i can’t see the Sun…») de los amantes hasta la paradoja temporal. Con apenas cuatro actores (de los cuales, como vemos, solo dos resultan fundamentales) se nos esboza un ejercicio de inteligencia y un gran mensaje.
A falta de presupuesto, la creatividad es el mejor remedio. También es una muestra de que la fantasía no debe ser protagonista, sino que a veces está bien tan solo como medio. Y por supuesto, el hecho de dejar el final abierto a los límites de la imaginación de cada uno consigue por acabar de darle el toque a este corto para convertirlo en algo maravilloso.