Dinero, cirugía estética, tecnología. Obsesiones a día de hoy para el pueblo chino. La cara que su gobierno quiere ocultar. Have a Nice Day es el nombre que más ha sonado este año en el mundillo de la animación para adultos, y no es por una intrincada historia ni una esmerada labor artística. Es por la censura. Para aquellos a los que les pille esto de nuevas, la película de Liu Jian era una de las grandes promesas en el festival de animación de Annecy tras llamar la atención en la Berlinale unos meses antes. Pero China era el país invitado este año en el festival y al parecer, incapaces de asumir la crítica, algo ya habitual en sus autoridades, no quisieron compartir festival con el film. Consecuencias: Have a Nice Day conoció de primera mano el veto y acabó llamando la atención del resto de festivales felices de no tener que rendir cuentas por compromisos previos.
Esto nos lleva a Sitges. Esto nos lleva a Have a Nice Day. Utilizando la animación como excusa y no como vehículo para contar la historia, Liu Jian nos presenta un cruce de historias y casualidades que se fundamentan en nuestro gran amigo el dinero. Todos propietarios, todos necesitados y cada uno víctima de su porción. Por su puesto si las historias se cruzan con el dinero, el mundo se va a pique. Esto siempre pasa.
Poco hay que destacar en lo referido a la animación. Dibujos flotantes (ni una sombra en cualquier objeto susceptible de movimiento, solo algún edificio lejano conseguía profundidad) y facciones detalladas, lo cierto es que evita toda estridencia formal y no se deja llevar por ningún tipo de fantasía (alguna ensoñación, poco más). Estamos ante un thriller y eso se hace notar en sus figuras y los espacios por los que vagan, dando la impresión que la acción real sería igualmente perfecta para esta película. Pero no olvidamos que Liu Jian sabe expresarse gráficamente, algo que ya demostró con Piercing I, con la que comparte metodología pese a haber depurado los rasgos de sus personajes, más finos, más cercanos a la realidad.
Un joven roba una bolsa con dinero y el caos le sigue a través de todos los personajes que se van implicando en la historia. Más de uno ha visto Pulp Fiction en el fondo del ojo del film, aunque tal vez sea un estigma comparar cualquier relato de pistolas y casualidades inoportunas con lo que nos contó en su día Tarantino. Aunque el macguffin —la novia— está ahí, yo más bien veo los fundamentos del neo noir por aquello de unir gángsters y perdedores en una consecución de imprevistos donde no esperas un final feliz al uso. Los que hacen cosas malas se fastidian.
Realmente lo interesante del film son esos guiños a la decadencia de la cultura china, una más en plena caída en picado hacia el deshonor y la controversia. Con pequeños detalles podemos ver su intento de reírse de un hogar propio (más que derrocar su gobierno o su honor como parecieron entender las autoridades encargadas de la censura, aunque el plano que cierra sea un golpe bajo muy bien traído), siendo tremendamente inteligente el uso y abuso de móviles, ordenadores y demás aparatos comunicativos en una sociedad implícita a la no comunicación verbal/visual, a la información instantánea, a la falta de intimidad. Trileros, farsantes, asesinos, siempre hay algún pobre pardillo dispuesto a destruir su imagen y convertirse en uno de estos personajes. Liu Jian está encantado con apoyarse en el humor más negro, siendo consecuente con su falta de intensidad visual. Porque claro, las iguanas solo pueden flotar si es Herzog el que las alimenta. Esta es la opción definitiva y no es algo que se dé en Have a Nice Day.