«Podrán perdonarnos ser musulmanes, pero nunca ser homosexuales»
Go West es una cinta bosnia del año 2005 que me dejó buen sabor de boca y tiene algunas ideas y reflexiones que se me han quedado grabadas en la cabeza y que de vez en cuando vuelven a asaltarme. Así que aprovecho este espacio para soltarlas y reivindicar una película que tuvo un recorrido truncado en el circuito comercial y sólo pudo apreciarse en ciertos festivales de temática gay y lésbico, alzándose con premios pero rapidamente olvidada, como desgraciadamente parece que ocurrir en estos certámenes.
Comenzamos en la Sarajevo inmediatamente anterior al estallido de la guerra en Bosnia, o incluso en los primeros días, con la incertidumbre del momento, con un protagonista, Kenan, formando parte de un concierto «por la paz» organizado por esos viejos comunistas que aún creían posible la conviviencia. Esto nos recuerda los intentos, fallidos y que quedaron en nada, por algunas autoridades «yugoslavas» que perdían el poder en favor de los nuevos ultra-nacionalismos (hago mía la idea del cineasta Goran Paskaljević, que siempre ha diferenciado entre nacionalismos y ultra nacionalismos, respetando a los primeros por mucho que deje ver que él no es muy amigos de los mismos) que a su vez habían sido sojuzgados por el poder socialista, o que hasta hace poco formaban parte del mismo.
De todas las feredecaciones yugoslavas, fue en Bosnia donde más pudo apreciarse cierto movimiento por parte de algunos por evitar una guerra que nadie quería. Hubo manifestaciones e incluso el canal de televisión estatal pidió de manera activa y públicamente la conviviencia y el encuentro entre diferentes líderes para evitar el destino que ya había sufrido Croacia y en menor medida Eslovenia. Posiblemente, por eso los primeros «objetivos militares» de la artilleria del ejercito yugoslavo (formado entonces ya sólo por serbios y montenegrinos) fue precisamente la radiotelevisión pública.
Pronto descubrimos la homosexualidad de Kenan, que vive en armonía con su pareja, Milan. A su condición de gays, hay que añadir que Kenan es musulmán y Milos serbio. Sarajevo se enfrenta a lo que a todas luces será un terrible cerco, sin posibilidad de escapatoria, por lo que la pareja, alejada del ruído de sables y el odio interétnico que comienza a padecer el país, decide largarse a Holanda, donde un familiar reside.
Primero de todo, viajan al pueblo de Milos donde conseguir los papeles necesarios para acabar en Holanda. En el camino, tropas utranacionalistas serbias que controlan la carretera, separan a hombres y mujeres, y tras comprobar si los primeros son musulmanes, los llevan a parte para ser ejecutados. La única solución que queda entonces es hacer pasar a Kenan por mujer.
Ahí comienza verdaderamente la película, a los pocos minutos, con Kenan y Milos llegando al poblado del segundo, donde la limpieza étnica de musulmanes ya se ha consumado, sólo quedan sus casas quemadas y algunos zapatos. No se nos muestra más, no es necesario. La trama se sustenta con Kevan escondiendo su triple condición de hombre, homosexual y musulmán, donde cualquier desliz puede suponer su muerte.
En ese momento aparecen unos personajes secundarios que serán de vital importancia para la historia, ya que por lo contado no da para más la misma. Serán las relaciones entre Kenan y los habitantes del pueblo quienes hagan avanzar la trama. Conocemos al padre de Milos, un inmenso Rade Serbedzija, o a la mujer que es tratada como la puta del pueblo, Mirjana Karanovic, la mejor y más reconocida actriz balcánica. Precisamente su personaje adquiere una relevancia importante, porque desde el inicio y «ayudada» por su figura de paria dentro de la comunidad, se permite lamentar y criticar la suerte que han corrido todos los vecinos musulmanes. De hecho, su hijo, de padre aparentemente desconocido y que juega a ser el nacionalista más radical, es hijo de un musulmán, por lo que sufre todo tipo de bromas y desprecio por los demás niños.
Y este personaje se revela lleno de contradicciones, porque siendo la única en la que Kenan podría reconocer su identidad religiosa (o al menos cultural), acaba por ser la persona más homófoba del pueblo, con un desprecio y obsesión que la equipara con los extremistas ultranacionalistas que a todas luces son racistas y que en última instancia la menosprecian, tanto por su condición de «puta» como no formar parte del furor patriótico.
Tras la presentación del pueblo la cinta se resiente bastante, entrando en lugares comunes y con un guión que sólo se sale de lo establecido en ciertos momentos. Las situaciones tragicómicas que se suceden con Kenan ocultando su condición no están entre lo mejor de la cinta. Sin embargo hay escenas poderosas, como cuando llega un camión con los cuerpos sin vida de los muchachos del pueblo que son reclutados por la causa serbia. O tras cierto giro de guión (giro esperado por todos y que no logra sorprender, aunque dudo que fuera la intención de su cineasta), el cambio que se produce en el padre de Milos, que renegará de la causa y atacará especialmente al religioso del pueblo, un ser mezquino que aviva las llamas del odio siempre que puede.
Los cambios que se producen en los personajes de la «puta» del pueblo y el padre de Milos recorren caminos paralelamente opuestos y resulta interesante, sobre todo por la fuerza e intensidad que logran transmitir los dos actores. También es interesante ver como Kenan entiende que «el otro bando» también sufre, por mucho que desde el inicio quede claro que él y su novio están bastante alejados de la idea de dos bandos (como mucha otra gente, ejemplificado en esa Sarajevo en cuyas milicias había tanto serbios como musulmanes y, ante todo, miles de personas atrapadas en la crueldad de la guerra), tanto por humanismo como porque, a fin de cuentas, para ambos autoproclamados bandos, ellos son algo incluso peor: dos maricas.
Ahmed Imamovic, el cineasta, pasa por ser una de las figuras más interesantes de la aún débil y pequeña cinematografía bosnia. En el 2002 su cortometraje 10 minutes se alzó con decenas de premios importantes. Parecía que su carrera despegaba, pero tras filmar Go West se vió atacado y casi perseguido por su cinta. Los ataques llegaron desde todas partes y hasta hubo gente que no le perdonó que su película tratara la homosexualidad en detrimiento, según ellos, de la guerra, lo que no es cierto si se entiende y analiza la película. La cosa acabó con pases privados y casi clandestinos, ya que no hubo ni cojones ni ovarios de estrenarla en cines comerciales, algo simplemente lamentable.
Así que ahí queda, una película bosnia con ideas interesantes, con personajes descritos con mimo y llenos de contradicciones. Una película, en definitiva, a reivindicar.
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