Iniciamos nuestro repaso a los títulos de Gijón con una de las cintas más esperadas de la Sección Oficial del Festival, Ida del polaco Pawel Pawlikowski tras su paso por Toronto ganando el Premio FIPRESCI, y otra de esas interesantes aportaciones a la SO en el film venezolano La distancia más larga, que supone el debut de Claudia Pinto.
Ida supone el regreso a Gijón de Pawel Pawlikowsky, quien alcanzó el máximo galardón del certamen en el año 2000 con su Last Resort. Por ello, se ha convertido en una de las películas más esperadas de la Sección Oficial, trasladándonos a la Polonia de 1962 en la que una joven novicia llamada Anna está a punto de cumplir sus votos finales. Antes de ello, su superiora le instará a que conozca a su último familiar vivo, su tía Wanda. En un blanco y negro de precioso calado sobrio, Pawlikowsky nos relata un relato muy intimista de la fe y de los hechos externos que la sobreponen. Utiliza para ello la forma en que Anna se sumerge en su origen, el encuentro con un pasado no esperado y una colisión de caracteres opuestos que se convertirá en el eje central del film. De esto último se aprovecharán las dos intérpretes principales para hacer de sus trabajos lo más destacado de la película. El dulce rostro de Agata Trzebuchowska ofrece un meritorio retrato de la inocencia, pero su compañera Agata Kulesza roba el protagonismo con un personaje cuyo calado en la historia sorprende y se alza con el alma de la cinta. De narración sosegada, la sobriedad de su aspecto formal se basa en una utilización tan excesiva como acertada del plano fijo, así como la composición del mismo. La cámara no hace falta que se mueva en Ida, ya que su historia pasa delante de nuestros ojos de una manera casi “voyeurista”, con una realización con mucha belleza. Como hándicap, señalar que la dureza de la película parece salir más de su estilo que de su fondo, dando la sensación que Pawlikowsky haya dado preferencia a imprimir un estilo consistente y áspero que a profundizar la dureza en una historia más cruel de lo que aparenta.
La distancia más larga es la historia comandada por la realizadora Claudia Pinto Emperador, una coproducción hispano-venezolana que supone el retrato de un pequeño reducto familiar marcado por el drama. Martina, una mujer que apunto de morir viaja a las Amazonas para vivir sus últimos días en ese paraje donde encontró el mayor estado de felicidad de su vida, ve como sus planes cambian cuando aparezca por sorpresa su nieto, turbando totalmente su manera de afrontar su última escapada. La película se construye sobre la aventura de Martina hacia los bellos parajes de La Gran Sabana, su última vía de escape a una vida marcada por la tragedia y una apenas inexistente relación familiar. Carme Elías destaca por encima de todo en esta película, ofreciendo una espléndida interpretación de una vida sumida por el dolor, retratando además una decadencia emocional que parece encontrar unos últimos alientos de vida con el encuentro de ese nieto que nunca conoció. Una narración con demasiados altibajos, que aunque aproveche de manera visualmente apabullante los bellos paisajes de filmación, naufraga con algún que otro exceso de las tramas paralelas, pudiendo restar trascendencia al calado de la historia de Martina (principal apoyo de la trama) en la valoración global del film. El mal aprovechamiento de algunos secundarios sucumbe por unas interpretaciones que impiden sacar el máximo rendimiento a unos personajes que podían haber aportado más a una película con un guión con muy buenas intenciones pero poco depurado, del que Carme Elías sale con ventaja como ganadora sobre el resto de elementos de la cinta.