Dice Filmin que las claves del cine de François Ozon, conocido como el Chaplin de la no-comedia, están en que concibe éste como un juego. No sabemos si le gusta provocar, pero es obvio que la mayoría de sus películas provocan. Inspirado por directores como Godard, Fassbinder, Buñuel o Cronenberg, ha tratado una amplia variedad de géneros y temas a menudo cercanos a los que todos ellos trataron. Para muchos, él es lo más parecido a Almodóvar que nos ha llegado de Francia. Eso significa que, además de lo provocativo de su filmografía, también hay mucho de su propia biografía en ella.
Decir todo eso y no desarrollarlo a tope puede llevar a pensar en la dualidad, que es lo que genera el cine de los directores nombrados. Simplificar y comparar para dar en el clavo. Así, muchas de las historias contadas por Ozon suelen ser consideradas por algunos tan modestas como lentas, vagando en patrones cada vez más parecidos a una telenovela barata. Sin embargo, para otros paladares el cine que practica el francés es siempre un buen drama con algunos tratamientos de los temas siempre destacados por su forma de acercarse a ellos. A veces melancólico, a menudo dramático, casi siempre sin olvidar el humor. En resumen, cine francés para muy cafeteros, por su personal visión ligada a sus propias vivencias y a las ganas de jugar con lo que parecemos tener establecido.
En Mi refugio la cosa no cambia demasiado, pero lo cierto es que sí (dentro de lo que de él he visto, que es bastante ecléctico dentro de que es siempre reconocible como sello propio). Quizá por eso puede que no esté entre sus películas más apreciadas, pero la intimidad en la que te hace entrar es un punto muy a favor si te gusta este tipo de películas más sensitivas. Aquí, Isabelle Carré interpreta a una adicta a la heroína, Mousse, que accidentalmente se mete una sobredosis con su novio (Melvil Poupaud) en su piso de París. Él muere y ella se despierta en el hospital sabiendo entonces que está embarazada. Meses después, Mousse abandona la ciudad y vive en una casa prestada junto al mar, manteniéndose limpia de heroína a base de metadona. Pero eso no es todo: ante este inicio tan habitual en el cine como duro y generador de fascinación por la forma en que es contado, lo cierto es que Mi refugio levanta más el vuelo cuando aparece el hermano gay de su novio fallecido (Louis-Ronan Choisy), un tipo de naturaleza más bien alegre.
Con estos mimbres, Ozon ofrece en Mi refugio una película original y sutil sobre el duelo, mezclado con otro sentimiento naciente y único por más que se repita, como es la búsqueda de tu lugar en el mundo o la maternidad. En definitiva, visto a través de los ojos del director, lejos de las típicas ideas sobre cómo debe sentirse o comportarse la futura madre. Y como suele ser habitual en el cine del francés, con unas imágenes y una música cautivadoras al ritmo de la canción de cuna de un niño. Sin embargo, a pesar de las emociones que provoca, la película está lejos de cualquier tipo de sentimentalismo y no juega con las emociones del espectador. Por la parte masculina, claro, también ofrece su particular mirada sobre cómo un se enfrenta hombre a una situación que está más allá de él mismo.
Volviendo a Filmin, cabe señalar que en la plataforma de ‹streaming› incluyen 10 títulos realizados por François Ozon, por lo que, si eres seguidor de su trabajo o tienes ganas de conocerlo, es el mejor lugar por el que empezar, aparte del de las salas de cine donde actualmente exhiban su última película (Verano del 85). Si algo tienen la mayoría de sus cintas en común, es que la acción transcurre sin prisas, pero están sucediendo muchas cosas. Y por eso mismo destaca toda la filmografía de Ozon, porque sabe tejer hábilmente el suspense en torno al propio misterio del comportamiento humano. Y aunque tal vez no haya suficiente enjundia en Mi refugio para desarrollar una película perfecta, uno puede darse con un canto en los dientes pensando en el todo que le da.