En su segundo largometraje, la animadora neerlandesa Mascha Halberstad adapta de nuevo, tras llevarlos ya a un formato de serie televisiva años antes, los libros infantiles de Sylvia Vanden Heede sobre un zorro y una liebre que viven juntos en un bosque con sus amigos. En esta ocasión, el zorro y la liebre susodichos, junto a sus compañeros, deben salvar el bosque de la amenaza de un castor con delirios de grandeza que ha inundado sus casas al construir una presa.
Lo primero que se hace notar de Fox and Hare Save the Forest es su tono de didactismo infantil, presente tanto en una trama muy obvia y fácil de seguir en cada paso como en un humor muy blanco, con referencias muy reconocibles para su público; pero, particularmente, esto se hace notar en los diálogos. La manera de expresarse de sus personajes, la pronunciación excesivamente pulcra de sus frases y la manera en la que remarcan sus emociones y reacciones de una forma definitivamente poco natural, dan la sensación en muchas ocasiones de estar ante una obra que exige una interacción o complicidad del espectador, como en aquellas que están dirigidas a preescolares, con la intención de estimularles y hacerles jugar con lo que ven en pantalla. Queda patente casi desde el primer momento —y confirmado cuando cierta escenita de rap hace su aparición en los primeros diez minutos— que esta no va a ser una cinta pensada para mí y que, al contrario que con otros filmes concebidos para niños, realmente no queda sitio al que asirse para un espectador adulto.
Esto no es malo de por sí. Al fin y al cabo, la película habla el idioma de su público y a quien quiere interesar es a ellos. Yo me siento como un extraño viéndola, y eso es problema mío completamente. Diría, aún así, que va escalando conforme uno se acostumbra a su estilo narrativo tan resaltado y obvio, hasta transportar a secuencias que realmente me logran transmitir una cierta emoción, o incluso complicidad con sus personajes. Estos son arquetipos bien definidos, ciertamente divertidos y con la suficiente variedad como para mantener el interés en sus interacciones; particularmente, me parecieron graciosos los personajes de la sirenita y el lobo ladrón, que actúan en cierto modo como satélites cómicos de los otros personajes. Pero aún con esto, la trama se siente muy simplona, y la sensación que me queda al terminar de verla es como si no hubiera pasado nada: no hay sorpresas ni picos emocionales de especial intensidad; y, paradójicamente, por esto mismo se siente una obra muy ligera y somera, como si no durase la hora y poco que dura. En todo caso, las sensaciones generadas terminan por confirmar que esta es una película infantil y que, al contrario que otras encuadradas en esta categoría, lo es sin guiños ni preocupación siquiera de entretener a los adultos.
En cualquier caso, no creo que, independientemente de lo poco que haya conectado con ella debido a mi etapa vital, nos encontremos ante una cinta particularmente buena; más aún, diría que Fox and Hare save the forest está en la línea de lo pasable, que se nota que está elaborada sobre la base de una familiaridad, sea con los libros que adapta o con la serie televisiva de la que surge, y que no exige mucho a sus espectadores. Asimismo, su animación es sencilla, en una imitación digital de ‹stop motion› que aprovecha unos diseños agradables a la vista y que cumple, permitiéndose algunos modestos alardes en ciertas secuencias de acción; pero manteniéndose de manera regular en un nivel simplemente aceptable para el estándar de un largometraje animado, e incidiendo también a un nivel técnico en su modestia. No necesita ser mejor ni más llamativa, pero sí podría serlo y esto, creo, es el elemento de juicio más coherente que puedo formar ante una obra que por naturaleza y decisión propia es elusiva a mis intereses y a mi atención.