Samuel, un veterano artista musical de influencia hippie, mantiene su residencia en la isla de Formentera porque fuera de allí nunca consiguió hacer pie. La Península le genera vértigo, como repite constantemente. En ese pequeño rincón del Mediterráneo tiene todo lo que necesita, incluyendo un local en el que se gana el sustento tocando unas notas con su veterano banjo. Pero pronto tiene que hacer un hueco en su día a día para Marc, su joven nieto, al que Anna deja a cargo del abuelo mientras ella se instala en su nueva residencia de Francia. Con la llegada del niño, a Samuel se le volverá a cruzar un pasado que ya creía enterrado y que ahora desemboca en una nueva responsabilidad de cara a su familia.
El espíritu rockero que José Sacristán sigue ostentando en sus venas aflora con Formentera Lady, película dirigida y escrita por Pau Durà, genial actor de cine y televisión de reconocible rostro que aquí exhibe su ópera prima en el largometraje. El título del film parte de una canción de King Crimson que la banda londinense dedicó a la isla balear allá por los años 70, precisamente la época en la que Samuel comenzó a conocer las virtudes del lugar. Sin embargo, lo que la obra de Durà nos muestra es que no todo sitio de aspecto paradisíaco guarda únicamente cosas buenas para los que allí residen. En el caso del protagonista de la cinta, se trata de un hombre que vive en Formentera no por amor o culto al lugar, sino porque fuera de allí se siente absolutamente perdido. La isla actúa, pues, como una especie de convento de clausura para Samuel.
Esta influencia que posee Formentera para moldear el carácter de Samuel la vamos descubriendo de manera progresiva, y se comprende especialmente cuando comienzan a aparecer dos secundarios clave en la obra. Con la llegada de Anna y Marc, el protagonista revive su oscuro pasado, que le hizo separarse de sus lazos familiares y, por ende, de su relación con la Península Ibérica. El hecho de que a su ya madura edad tenga que hacerse responsable del futuro de su nieto Marc provoca en Samuel un cortocircuito emocional que en Formentera Lady se nos exhibe a través de la profunda mirada de Sacristán y, especialmente, de las sucesivas barreras que se van abriendo entre abuelo y nieto. Durà no es partidario de establecer diálogos alargados que construyan insípidas secuencias, sino que nos va mostrando la escasa capacidad de Samuel para ejercer su papel de abuelo a través de escenas de cierto impacto (alguna de ellas está un pelín pasada de rosca, eso sí) que van encaminando el film hacia un desenlace que cierra la obra de manera muy inteligente.
Aunque el relato se construya en base a la vida de Samuel y la relación con su nieto, es imposible disociar la ópera prima de Durà de aquella isla que da nombre al título. No es Formentera Lady una película hecha para ensalzar ciertas características del lugar, así como tampoco conviene quedarse con el impacto negativo que la zona pudiera haber tenido para el protagonista, pero el escenario que se nos muestra es ideal para narrar una historia que, en el fondo, habla sobre el miedo a lo desconocido. Este miedo lleva a la inacción, a eludir responsabilidades como las que Samuel tenía y sigue teniendo respecto a su familia. Escenario y personajes se funden de una manera casi metafórica para trasladarnos una obra que sabe tratar cosas profundas de manera sencilla, puede que sin enorme brillo y con algunos aspectos mejorables, pero sí a través de un sentido de la emotividad y naturalidad bien conseguidos.