El director polaco Tomasz Wasilewski presenta Floating Skyscrapers, una oscura historia de amor con trasfondo homosexual que viene de un país tan popularmente conservador como Polonia, lo que hace que ya en primera instancia la curiosidad acerca de esta película sea notable. La historia se centra en Kuba, un prometedor nadador que parece tener las bases de su vida bien asentadas: está considerado un deportista con ciertas aspiraciones profesionales, y vive una relación con su novia Sylwia que parece gozar de cierta estabilidad. Todo cambiará cuando tenga un encuentro casual con Michal, un joven homosexual. Entre ellos nace una atracción al instante. Los cimientos emocionales de Kuba se vendrán abajo iniciándose en él una búsqueda de identidad que le llevarán a explorarse a sí mismo como jamás había pensado.
La que está considerada la primera historia gay llevada al cine en Polonia se abre con una escena en la que Wasilewski pone la cámara enfrente de unos baños masculinos: no vemos personajes, sólo un paisaje cerrado totalmente aislado y una serie de ruidos que insinúan una felación. El director utiliza la escena para presentar al espectador el camino que va a tomar su película. Asienta el aspecto puramente realista en el retrato de las relaciones en base a un conjunto de escenas que destacan por su dureza y facilidad para conmover. No nos encontramos con la típica historia gay luminosa, jovial y donde la feminidad es utilizada para explotar ciertos toqueteos con la comicidad. Floating Skyscrapers es un relato oscuro, de acabado sombrío. Wasilewski lleva esta búsqueda de sí mismo a callejones lluviosos, localizaciones subterráneas y recónditos escenarios con estructura estrecha agobiante. No se recurre a esto para trasladar una historia sobre la homosexualidad a esos ambientes sórdidos con los que habitualmente se relacionan a una historia de estas características, sino para inyectar un estilo visual acorde a unas dosis de dramatismo acordes a su discurso. La clandestinidad de la relación se verá ampliamente reforzada ante este planteamiento.
El director convierte una fascinación inicial en el dibujo del amor fundado desde el interior, pero sujeto a la incomprensión y al conflicto. En esencia, la película ofrece una diatriba sobre esto pero como mero soporte para su verdadero «leitmotiv», la firme búsqueda de la identidad sexual del protagonista. La homosexualidad presente en la relación pasa a un segundo plano sin ser recurrida para ofrecer reflexiones morales, cuando la historia se centra en el interiorismo de Kuba. Él descubre como lleva viviendo en un engaño al no soltar unos sentimientos que tenía ocultos en su más profundo interior. En el proceso, el protagonista se recluirá en ese espacio propio donde disfruta de una fidelidad hacia sí mismo: esa piscina que le permite lograr cierta evasión, ese hábitat natural donde cabe destacar la perfecta puesta en escena del director, en un medio tan difícil de rodar como es el agua.
La película se aprovecha de la homosexualidad para ofrecer ciertos choques racionales alrededor de su temática: Michel, el joven del que Kuba se siente atraído al instante, ve su condición sexual como algo perfectamente asentado, lo que le permite actuar en la historia de un modo completamente natural. Esto deberá coexistir con una personalidad que tras años de letargo busca rasgarse, expandir esos sentimientos a los horizontes que una fascinación necesita para su desarrollo. Si bien es cierto que el director peca de cierta comodidad al no profundizar este encontronazo emocional (algo de lo que peca también el dibujo de personajes, que se queda parco en algunos segmentos), sí que resulta más oficioso la manera en la que se nos presenta los entornos familiares de los protagonistas. La forma abierta con la que la madre de Michal comprende la condición sexual de su hijo choca con el sometimiento con el que Kuba ve más difícil su liberación, ya que su relación maternal aborda sobre él una exigencia enorme. Además, su novia Silwa le somete con las obligaciones de mimar una relación consolidada en el tiempo. Cuanto más grande sea la liberación interior de Kuba, más será el distanciamiento con sus lazos familiares, algo que originará un desenlace dramático, un desesperanzador final que dejará en el espectador un sentimiento consternado ante una de las conclusiones más desoladoras que esta historia pudiera tener.