Los fuegos artificiales centran la atención de un grupo de chavales de una localidad japonesa. Contemplar semejante espectáculo pirotécnico es fundamental para Norimichi y sus colegas, que se enfrascan en un prologando debate acerca de si estos fuegos de artificio son redondos o planos. Sin embargo, cerca de ellos hay una compañera que se encuentra ante una mezcla de sentimientos. Nazuna trata de equilibrar su fuerte espíritu con la melancolía que le produce saber que muy pronto tendrá que mudarse de casa, ya que su madre se ha echado un nuevo novio. La relación entre Norimichi y Nazuna, tan inocentemente nipona, se verá alterada por un curioso elemento esférico que tiene la propiedad de alterar el curso de los acontecimientos.
FireWorks (Uchiage Hanabi, Shita kara miru ka? Yoko kara miru ka?) es el título de la película que responde a semejante línea argumental, en la que por cierto participa el conocido realizador japonés Shinji Iwai (conocido, por ejemplo, por Hana y Alice). Los directores de esta obra son, empero, Nobuyuki Takeuchi y Akiyuki Shinbo, que bajo un colorido estilo de animación tratan de poner en práctica una historia rica en cambios de escenario y situaciones. Historia que se ha comparado con la de Your Name, la gran obra de Makoto Shinaki y reciente éxito del cine de animación japonés. Es cierto que FireWorks comparte una misma base respecto a la mencionada cinta en tanto que ambas parten de un romance en el que los viajes espacio-temporales juegan un papel decisivo. Pero, dejando de lado ese detalle no tienen demasiado que ver una con otra ni cosechan el mismo resultado cualitativo, inferior en el caso de la obra de Takeuchi y Shinbo sobre todo por su predilección a caminar en círculos rodeando el mismo asunto.
En efecto, si algo se puede captar de FireWorks en sus minutos iniciales es que esta no va a ser una película demasiado sencilla de abarcar, al menos en un primer visionado. A diferencia de otras cintas que tratan la cuestión de los viajes en el tiempo con la premisa “¿qué cambiarías si pudieras volver atrás?” como pretexto básico para ejecutarla, el trabajo de Takeuchi y Shinbo no se caracteriza por su claridad expositiva a la hora de plasmar directamente ese tema, sino que intenta desarrollar la trama como si de verdad importase todo menos los propios viajes temporales. Dicho así puede resultar lioso y la realidad es que, efectivamente, lo es. Pese a que goza de un estilo visual muy bonito (aunque ciertos elementos diseñados en 3D pueden llegar a desmerecer el conjunto), la historia está bien planteada y los personajes aparentar ser criaturas a las que se le puede sacar cierto jugo cinematográfico, el film no sabe aprovechar esas bondades y se encamina hacia un relato muy confuso. Lo que en principio parecía desmarcarse como uno de los puntos fuertes de la obra, el hecho de no saber hacia qué punto se encaminará la trama una vez entra en juego la variabilidad del espectro temporal, deviene en un cóctel de escenas que hace detonar el ritmo narrativo y provoca cierto desasosiego.
Con todo lo señalado, lo cierto es que FireWorks deja más dudas que soluciones a lo largo de su hora y media de metraje. Quizá el problema pueda tener que ver con el hecho de presentar ciertos detalles a priori atractivos (como la confusión que rodea la vida de Nazuna frente a la apacible existencia de Norimichi) pero luego no terminar de explotarlos, como si los directores confiasen en que la fuerza y magnetismo de los viajes temporales acabaría por solucionar el entramado dramático de la cinta. No es así, sin embargo, y pese a que el film cuenta con varios aspectos interesantes, en su conjunto queda por debajo de la buena sintonía que han transmitido otros trabajos de la animación japonesa en los últimos tiempos.