Un, dos, tres, muerta otra vez.
Existe la fórmula del éxito en el cine de entretenimiento. Un ejemplo son las películas románticas, que siempre siguen un manual donde chica conoce chico, desencuentros varios, beso, sacamos el pañuelo para arrebujar lágrimas (de risa, nostalgia o tristeza) y fundido a negro. Son quizá los pequeños detalles los que encumbran o destrozan un título en particular. Pero la fórmula la siguen y claro, si eres fan de ese género concreto sufres ‹déjà vús› a todas horas, en todas las películas, día tras día lo mismo.
Luego está el género por excelencia, el terror, el que, aunque colemos sin miramiento alguno la coletilla: “de género” en una conversación, todos entendemos de qué va el tema. El terror nunca duda a la hora de cruzar fronteras en lo que se refiere a la “fórmula”. Mezcla otros géneros para crear un submundo que no tiene fin, y consigue al final una disculpa perfecta que somos todos capaces de confirmar: se vuelve referencial en vez de plagiador, emula clásicos pero nunca repite, reconstruye obras maestras desde un nuevo punto de vista, nunca son simples remakes.
Pasan los años y mientras algunos deconstruyen la fórmula en busca de nuevos campos, llega Christopher Landon y nos sorprende con algo que ya todos conocíamos. Mezcla géneros con fórmula perfeccionada, plagia una de las mejores ideas del cine de los noventa, resucita guiños cinéfilos y repite, una y otra vez, la fortuna de su víctima/heroína. Ser capaz de potenciar tus propios errores hasta que te catapulten al éxito más absoluto. Pues hasta los cines ha llegado el resultado de la fórmula reciclada: Happy Death Day.
A estas alturas todos sabemos que Tree (Jessica Rothe) es Phil (Bill Murray). Pero Tree está metida en una película de terror, y Phil utilizaba el humor más mordaz para sobrevivir a un bucle temporal —el de Atrapado en el tiempo—. Sin duda Tree lo tiene peor. Desde hace un tiempo las ‹final girls› están muy cotizadas, se ha quemado la imagen de joven sin recursos de supervivencia, ya no más chicas que suben las escaleras en vez de salir por la puerta con el hacha en la mano… o puede que Happy Death Day sepa aprovechar la repetición para que se modifique el comportamiento hasta encontrar ese momento en el que correr ya no es la opción, y la confrontación una buena idea. Tree muere todos los días, y por vulgar que pueda resultar, saber quién la mata es algo que solo llega a interesar a la principal involucrada, porque el espectador podría sobrevivir a base de opciones mortales. Jessica Rothe enamora con su nervio y espontaneidad, sin duda una elección que mantiene viva la diversión, adaptándose a todas las opciones de vida (y muerte) que se proponen en pantalla, saliendo airosa en los irónicos momentos del “empezamos otra vez” tanto como a los gritos ensordecedores.
Christopher Landon sabe manejar la comedia y el terror con suma facilidad. Si bien llegó a Blumhouse para una de esas películas encargo —el Paranormal Activity latino—, con Happy Death Day nos hace disfrutar de las 1.001 formas que tiene de morir una típica universitaria de hermandad manteniendo la tensión cuando el ataque es inminente, divirtiéndonos con esas referencias ocultas ageneracionales (cinéfilas simplemente), con trillados personajes secundarios encasillados en perfiles típicos y mostrando con orgullo las similitudes, sin intentar enmascarar sus verdaderas intenciones. Los noventa son ese gran momento histórico que tantos años después nos sigue sonando a anteayer. Y no salimos de este bucle.
El ‹slasher› también acepta las convenciones del cine de entretenimiento y con películas como Happy Death Day la fórmula se traduce en éxito por el simple hecho de ovacionar nuestros hitos predilectos y no confundirse por ello con el tono, uno que sabe combinar la sangre con un poco de frescura y color post-adolescente. Es cierto que la trampa está en la dulcificación de las situaciones. Lo duro suele ocurrir fuera de campo, rebajando así la dinámica a un público más amplio, sin perder en realidad la sensación de locura gracias a esa capacidad que tenemos de completar frases a las que les falta el punto final. La imaginación también juega.
Algún altibajo encontramos, no se buscaba la perfección, pero parece que Landon ha sabido encontrar un punto de reunión para todos los gustos, contando con los fans de todo subproducto de Scream, los juegos temporales o aquellos en busca de nuevas experiencias a los que poco les importan lo que vino antes (y por tanto todo será nuevo e innovador). Aquí se ha venido a repetir, y no vamos a minutar las secuencias para encontrar el error, porque lo bueno del cine es esa fórmula que te hace olvidar la misma y gozar con lo que te ofrecen sin más. Aunque sea repetir un fatídico cumpleaños una y otra vez.