En la reciente Los amores de Anaïs (Charline Bourgeois-Tacquet, 2021) encontrábamos al veterano actor Denis Podalydès en el papel de un escritor maduro que mantenía una aventura con la joven protagonista que encarna Anaïs Demoustier. La mirada sobre él desde la perspectiva de la directora y de su personaje central le daba un tratamiento patético y decadente, un cliché tan presente en la ficción y la realidad como necesario de evitar. Resulta curioso —pero muy revelador— encontrarse al mismo Podalydès protagonizando Tromperie (Arnaud Desplechin, 2021), que adapta la novela Engaño de Philip Roth, replicando este estereotipo del autor de mediana edad con crisis existencial y un matrimonio que no le satisface. La vía de escape de Philip es una amante inglesa (Léa Seydoux) con la que pasa horas en su despacho de Londres mientras toma notas para su próxima obra. A ella es a la primera que vemos en la película apropiándose virtualmente de un supuesto punto de vista de primera persona de connotaciones performativas, al situarse el plano en el que interpela al espectador en lo que parece un camerino de un teatro. A partir de aquí la estructura de la película, dividida en capítulos, intercala un puñado de conversaciones con ella, su esposa y otras mujeres de su pasado a lo largo de varios años.
El amor, el adulterio, el matrimonio, el antisemitismo, la diferencia de edad, sus experiencias vitales, sus relaciones con las mujeres y cómo se traslada a su obra son temas recurrentes de los diálogos, en los que emerge un profundo sentido reflexivo sobre sí mismo y su pasado. Llamadas de teléfono, encuentros en cafeterías, anécdotas con un antiguo amigo o su padre. Las palabras irrumpen en el presente como motor narrativo del filme de Desplechin. Especialmente con las escenas rodadas junto a Léa Seydoux, con quien establece un vínculo dialéctico e intelectual muy particular. El montaje se vuelve vertiginoso siguiendo sus replicas y contrarréplicas apoyadas por un extraordinario uso del primer plano, que captura una gran intimidad entre ambos. También con fundidos pasa rápido entre sus momentos de pasión, difuminando el transcurso del tiempo cuando se juntan. Los escenarios se bañan con una cálida luz ámbar, que contrasta con el azul pastel de los decorados y la iluminación más realista y neutra de otros instantes. Lo que parece un registro fidedigno que replica los contenidos del cuaderno en el que toma sus anotaciones, sugiere cierta ambigüedad sobre la naturaleza del relato con la manipulación del encuadre con planos de iris para resaltar a personajes, como transición o para subrayar instantes concretos.
En su amante inglesa Philip proyecta sus propias inseguridades y sus deseos. La manipulación de elementos escénicos y de la fotografía transforman nuestra percepción de la dimensión de la relación del autor con su amante en otra posibilidad. Una cargada de sentido ambivalente, que se elabora a partir de las sospechas de su esposa sobre la verosimilitud de sus escritos. ¿Existe realmente el personaje de Léa Seydoux o se trata de una invención que habita únicamente en su imaginación, una composición a partir de fragmentos de otras mujeres de sus vidas pasadas y sus anhelos? ¿Están sus libros influidos por sus experiencias personales con las mujeres o son sus publicaciones las que definen su forma de tratar con ellas atendiendo a su estilo literario? Un juicio sumarísimo —que parece sacado de una secuencia de carácter onírico y abstracto como la que aparece en Las mil y una noches: Vol. 2. El desolado (Miguel Gomes, 2015)— plantea la acusación de ser un misógino y machista, exigiendo cuentas de por qué las mujeres de sus libros son cómo son. Un desafío que para Desplechin sirve para legitimar la ficción a modo de espacio independiente y aislado del mundo, que no tiene por qué seguir ninguna convención o reivindicación social. También como recreación de una vida que vivimos y evocamos mediatizada por nuestra subjetividad, incapaces de discernir en muchas ocasiones la realidad de la fantasía.
Crítico y periodista cinematográfico.
Creando el podcast Manderley. Hago cosas en Lost & Found.