La revuelta que surgió a raíz de la manifestación del 15M y que dio lugar a las conocidas acampadas en lugares que terminaron suponiendo emblema del llamado Movimiento 15M y, por ende, del alzamiento conocido como “movimiento de los indignados” ya ha tenido su representación cinematográfica en cintas como por ejemplo la del argelino Tony Gatlif, quien reflejó ese hecho trasladado a Europa en su Indignados.
De la mano del también cineasta Carlos Serrano Azcona, quien debutara en el terreno de la ficción en largo con El árbol, al que más tarde seguirían sus primeros escarceos con el formato documental en Banaras Me y Quantum Men, aunque anteriormente había sido editor de films como el Japón de Carlos Reygadas, además de haber colaborado también en la ya famosa por su ‹crowfunding› El cosmonauta, nos vemos sumergidos en esta Falsos horizontes, más que en el movimiento generalizado que se produjo a raíz del 15M, en una de esas acampadas que, como apuntaba anteriormente, terminó resultando estandarte de todo lo que supuso aquella revuelta social.
De este modo, el madrileño nos emplaza precisamente en uno de los puntos céntricos de su ciudad, la llamada Plaza del Sol donde tuvo lugar una de las mayores reacciones vividas durante ese levantamiento que incluso llegó a durar semanas.
Tras algo tan necesario como esa rebelión social que pretendía tomar conciencia de todo lo que estaba aconteciendo en un marco, el de la crisis económica actual, que había dejado desamparada a mucha gente, lo más lógico era que surgieran propuestas como las que nos presenta Serrano Azcona, quien se personó en la propia Plaza del Sol ofreciendo en esta Falsos horizontes testimonios de toda índole.
El documental arranca con el plano fijo de uno de los indignados dando consignas verdaderamente alarmantes pero que en parte bien podrían representar la conciencia de tantos otros que creían en una victoria del poder y, por ende, una lucha necesaria contra ello, para dar paso a continuación a una serie de imágenes de recurso azuzadas por un acompañamiento musical quizá no del todo adecuado por agravar algo ya de por sí grave; por, en definitiva, incidir en algo que ya marcan el propio carácter tanto de las imágenes como de los posteriores testimonios que recoge esta Falsos horizontes.
Los siguientes minutos, donde continuamos observando más imágenes del campamento intercaladas entre otros fragmentos de las declaraciones que abren el film y que terminan derivando en una bizarra espiral “conspiranoica” difícil de soportar por el carácter histérico y sobreactuado del protagonista de esas imágenes, que parece tener más ganas de protagonismo que nadie, no otorgan un aliciente como para enfrentar los siguientes minutos con interés.
Terminado este primer y desafortunado tramo, por suerte, Falsos horizontes empieza a buscar nuevos y curiosos testimonios que por lo general se mueven entre el interés de una serie de exposiciones que es difícil no conocer ya de antemano (de hecho, en pocas ocasiones se ofrece una información que el espectador desconozca) y el desdén de tantas otras que sólo conducen al desvarío paranoide inducido por un cineasta que quizá no hace lo suficiente como para conferir un orden y una estructura a su propia obra.
Un recital de imágenes de recurso que se suceden sin la mayor intencionalidad, hacen pues de este necesario alegato un barco que termina a la deriva por presentar sin orden ni concierto todo aquello que pareció arrojar el 15M, y que aparece retratado por el madrileño con poca pulcritud en el momento de dotar de un tono tan imperante como el de la propia obra, que nunca se termina concibiendo y transforma Falsos horizontes en una propuesta sin timón ni timonel.
Si bien se entiende que el marco para realizar entrevistas pudiese no ser el más idóneo (de ahí que tampoco se preste mucha atención a malos enfoques, encuadres o incluso interacciones con el protagonista de algún testimonio imposibles de seguir), si se esperaba como mínimo un retrato que se sostuviese, y es que de nada sirve tener material si finalmente lo que queda es un trabajo tan pobre como este, que por desgracia debería haber reflejado todo lo que aconteció a raíz de ese inapelable movimiento y se queda tan lejos de ello como lo termina el espectador de algo que hace no tanto, sintió tan cerca.
Larga vida a la nueva carne.