Para mí el nombre de Rafael Corkidi ha estado intrínsecamente asociado, como el más famoso ejemplo de simbiosis, este es el del pez payaso y la anémona, al arte del quiromante y grandísimo cineasta iberoamericano Alejandro Jodorowsky. La hipnótica, revolucionaria y espectacular fotografía de obras tan emblemáticas y singulares como Fando y Lis, El topo y La montaña sagrada llevaba estampada la firma del gran Corkidi. Este maestro de espíritu innovador y transgresor logró aunar la belleza pictórica de su compatriota Gabriel Figueroa con el ambiente lisérgico y estrafalario que triunfaba a finales de los años sesenta. La maestría y originalidad con la que Don Rafael supo dotar a estas maravillosas obras de arte cinematográfico fue premiada con un merecidísimo premio Ariel a la mejor fotografía en 1971 por El topo. Igualmente destacable fue su trabajo como cámara en una película mítica del cine mexicano de terror surrealista como es la bizarra La mansión de la locura de Juan López Moctezuma.
Su virtuosismo y gusto por retratar desde el encuadre más novedoso y pulcro la belleza paisajística de los campos y tradiciones mexicanos así como los extraños rostros de los personajes que brotaban en pantalla, los cuales experimentaban desde viajes rocambolescos a grotescas escenas que nada tenían que envidiar a las pinturas negras de Goya, ha sido adorado y referenciado por grandes maestros de la fotografía mundial como por ejemplo Vittorio Storaro que a modo de homenaje nocturno situó la cámara a la misma altura que Corkidi en esa maravillosa escena de Apocalipse Now que homenajeaba a El topo.
Alumno aventajado del genio Jodorowsky, Corkidi desarrolló igualmente una interesante carrera como director de cine experimental alejado del clasicismo y por tanto eligiendo el camino más complicado para atraer hacia su seno a las grandes y complacientes masas. Suyas son obras tan referenciales para el cine mexicano de los setenta como Ángeles y Querubines, Deseos o Pafnucio Santo. Además de director Corkidi también firmó buena parte de los guiones de sus criaturas, como por ejemplo los de Deseos, Pafnucio Santo, Murmullos o Forjadores.
Siempre atento a las nuevas vanguardias en los años ochenta optó por filmar en formato vídeo abandonando la tradicional técnica cinematográfica. Nombre imprescindible del cine mexicano de los últimos cincuenta años, Corkidi recibió el año pasado el homenaje de la Academia de cine mexicano, la cual le otorgó el Ariel de Oro como recompensa a toda una carrera dedicada al cine. Considerado un explorador en continúa lucha por ir más allá de los convencionalismos establecidos en el cine, Rafael Corkidi nos ha dejado a los ochenta y tres años tras una intensa vida de indagación artística. Sin duda un referente para las nuevas generaciones de técnicos y directores iberoamericanos cuya huella seguirá viva gracias a la inmortalidad de su espléndida obra.
Todo modo de amor al cine.