Aunque a muchos lo primero que les pueda venir a la cabeza es aquella serie televisiva de nombre Celia (de la que debo reconocer estuve enamorado en su época debido a su pequeña protagonista), José Luis Borau cuenta con un buen puñado de títulos que a buen seguro serán recordados en la cinematografía española. En efecto, hablamos de cintas como Furtivos o Crimen de doble filo, en especial la primera, que es probablemente la que más loas le reportó en vida (incluida una Concha de oro en San Sebastián), y por la que siempre aparece en boca de todos.
Sea como fuere, el director aragonés ya es parte de la historia y la memoria de un país que siempre ha necesitado cineastas ávidos de nuevas experiencias, como el propio Borau, quien se sumergió en géneros como el thriller, el ‹spaghetti western› o el fantástico en un país donde, por desgracia, siempre abundan las mismas temáticas, y de las que nunca ha sido fácil escapar.
Qué menos, pues, que dedicar unas últimas líneas al cine de un hombre que ya ha quedado inmortalizado para siempre a través de sus obras. Descanse en paz.
Larga vida a la nueva carne.
También fue el primero en hacer coproduciones con yankilandia. ¡Y el padrino de mi promoción!