El tiempo pasa, las generaciones vienen y van. Las modas, la música, la cultura cambian, se metamorfosean. Y sin embargo, viendo un documental como Fail Better, da la sensación de que no importa el año en que estemos, las inquietudes de la juventud, sus ideas, su energía siguen siendo las mismas. Quizás sea esto, aunque posiblemente no de forma voluntaria, lo más interesante del film de Eva Garrido: queriendo fotografiar un aquí y un ahora acaba por por mostrar una foto fija de ciertos comportamientos inherentes a la transición adolescencia-edad adulta.
El marco, el contexto es el MACBA, Barcelona. Pero la sensación es que este localismo se debe más a la procedencia de la autora que a otra cosa más particular. En realidad este fresco vital podría ser trasladado de forma casi literal a prácticamente cualquier ciudad del llamado mundo occidental. Esto plantea, de alguna manera, una idea interesante. Lo que para estos jóvenes (y quizás para la directora) representa un lugar único en el mundo, es en realidad el reflejo de una realidad que funciona a nivel universal. Lo negativo del asunto, es que lo que se presenta como una fuerza multicultural vibrante, acaba por ser una suerte de franquiciado juvenil, donde las inquietudes parecen prefabricadas, sin atisbo de originalidad energética o incluso ideológica.
Es innegable que estamos ante un documental bien estructurado desde su sencillez, que va directo al grano de lo que busca en su recogida de testimonios y que, desde luego, muestra un cariño indisimulado por sus protagonistas. En este sentido no hay que ponerle ningún pero a su ratio entre objetivo y resultado. Sin embargo, y a pesar de su escueta duración, se siente durante demasiados momentos como un producto encallado, con excesivos subrayados en opiniones repetidas, muy encantado de ofrecer una visión unívoca sin buscar en ningún momento contradicciones, opiniones contrarias, el lado oscuro de la situación o un poco de análisis al respecto de este fenómeno que se presenta como casi único en su especie.
Es por ello por lo que Fail Better tiene ese punto buenista, casi de producto propagandístico de alguna formación política que no mencionaremos (que cada uno haga sus apuestas). Nada que objetar a la idea de que a través de las imágenes se construya un relato, un discurso. Pero quizás se nota demasiado a la legua la necesidad de no profundizar, de no querer ir más allá, de hacer pasar por positivo cualquier cosa que se refleja. En este sentido, la selección de opiniones y personajes es coherente pero al mismo tiempo sesgada hasta el punto de sentirse algo deshonesta.
No cabe duda de que el visionado del film, la experiencia que produce, también depende del punto de vista del espectador. En este sentido puede que tener cierta edad produzca algo de condescendencia ante las opiniones expuestas. Por el contrario esto refleja la intencionalidad de dirigirse a un sector nicho de población que, seguramente, se sentirá cómodo e identificado con lo visto. Y quizás esto sea lo peor, que lejos de explorar, se limite a poner un espejo deforme, un filtro de Instagram de una realidad que merecería, quizás, un análisis más profundo.