En una secuencia y a través del montaje paralelo, Una Gunjak relaciona la escena donde los alumnos de un colegio juegan a “Verdad o reto” con comprometedores resultados y la de una reunión en la que sus progenitores discuten junto a una maestra cual podría ser el destino de un viaje de fin de curso y no sólo eso, también las consecuencias que ello podría tener después de un controvertido caso en el que un grupo de chicas de corta edad quedaron embarazadas en un viaje escolar. Con ello, la cineasta bosnia y debutante para la ocasión contrapone los indicios de una incipiente sexualidad con la preocupación de padres y madres ante el hecho de que un acontecimiento como el sucedido en la ciudad de Banja Luka pueda volver a repetirse, dejando patente tanto esa intranquilidad como la incredulidad de algunos de ellos, que ponen en duda que tal cosa pudiera acontecer. Y es que si en algo incide la autora de esta Excursion, que a la postre se llevaría una Mención especial a su paso por Cineasti del presente de Locarno, es en un contraste, en una disparidad de criterios, que queda revelada, por un lado, desde la confrontación de posturas de esos padres y madres y, por el otro, ante la distinta perspectiva de dichos progenitores sostenida en lo restrictivos o permisivos que resultan ser con respecto a sus hijos.
Pero lejos del debate que Gunjak propone, y al que dota de una interesante diversidad de capas, logrando así que no todo se ciña a una mirada unidireccional y unívoca, y explorando la creación de esos estigmas que surgen en torno a determinados tabúes sociales, cabe destacar el modo de plasmar las inseguridades e inquietudes de una etapa que puede llegar a resultar de lo más confusa. Un gesto con el que acompaña casi siempre el periplo realizado por Iman, la protagonista, cuya forma de actuar no es sino un puro reflejo del despertar sexual y de aquello que rodea progresivamente dicho período. Sobresale, en ese sentido, el trazo de un personaje central en el que se manifiestan la duda y la inestabilidad ante una situación insólita, pero también la inquietud y la voluntad de tantear un contexto nuevo, aunque ello surja a raíz de una mentira alimentada tanto por la connivencia como por el hecho de representar un deseo, aunque no deje de sostenerse desde lo ilusorio.
La cámara de Gunjak recoge una crónica donde además de la voluntad de exponer esa mirada estéril, fundamentada en prejuicios e incluso leyendas urbanas que no hacen más que volver a levantar ampollas en una sociedad condicionada, se nos presenta un acercamiento donde dichos estímulos de una etapa muy concreta no son sino consecuencia directa de una exploración consecuente. Excursion no emplea dicho trayecto como excusa argumental desde la que poder retorcer el discurso a su antojo, y lo rodea todo de una naturalidad donde no hay lugar para los subrayados o excesos explicativos: basta un simple detalle, un leve gesto, por más que pueda formar parte de ese desorden o confusión propios de la edad, para poder comprenderlo todo como parte de un proceso que se aleja a grandes rasgos del dogmatismo y de cualquier código establecido.
Asja Zara Lagumdžija, la actriz protagonista, recoge el testimonio de Gunjak con una interpretación que capta tanto la esencia de su personaje como unos matices necesarios para armar ese carácter contradictorio, repleto de flaquezas y debilidad, pero también de una determinación que a ratos bien pudiera parecer inconsciencia, hecho que si cabe otorga más complejidad al debate una obra que, con sus imperfecciones —se le puede objetar una deriva que lleva al extremo la idea inicial siendo cuestionables algunas de sus bifurcaciones, y quizá también una conclusión un tanto anémica, sin la fuerza que hubiese podido tomar con una escritura más fina—, logra poner temas de lo más interesantes sobre la mesa, y lo hace sin necesidad de querer inducir la mirada de un espectador que encontrará en ella los impulsos necesarios como para no necesitar alimentar una controversia artificial que la bosnia elude con acierto.
Larga vida a la nueva carne.