Extinción (Miguel Angel Vivas)

En el año 2010 Miguel Angel Vivas puso patas arriba la sección oficial de largometrajes a concurso del festival de Sitges con la deliciosa, formalmente arriesgada, violenta y salvaje Secuestrados; cinta que, pese a ser la segunda en la carrera del realizador, sería la que le pondría en el punto de mira de aficionados y profesionales como una figura a seguir dentro del panorama del género nacional. Cinco años después, el director sevillano regresa a la esfera del cine de terror con Extinction —anteriormente conocida como Welcome to Harmony—; un filme post apocalíptico basado en la novela Y pese a todo del escritor Juan de Dios Garduño que, tras sufrir un notable maltrato fruto de las políticas de distribución VOD —‹Video On Demand›— aterriza en nuestro país con una propuesta en la que, pese a lo que pueda parecer, las criaturas, la tensión y los sustos de rigor juegan un papel muy secundario.

Extinction

Exctinction es una de esas películas cuyo motor, contra todo pronóstico atendiendo a su naturaleza, radica en su vis más íntima y pausada. Partiendo de su austera y cuasi teatral puesta en escena principal, sobre la que gira la mayoría del filme, y en la que una calle nevada separa las casas de dos antiguos amigos, últimos supervivientes de la hecatombe, ahora separados por las circunstancias y el odio más visceral, Vivas desarrolla un relato lánguido en tono pero poderoso en contenido volcando todo su mimo en dibujar y desarrollar la psique de los personajes, su complicada relación y el enigmático detonante que les ha llevado hasta ella; aspectos que conforman, sin duda alguna, el mejor acierto del largo junto al inspirado trabajo de un Matthew Fox  en una inesperada buena forma que riega el metraje de momentos especialmente emotivos. Por desgracia, los problemas de Extinction se evidencian en el momento en el que el enigma principal comienza a descubrirse, revelándose especialmente flojo teniendo en cuenta el statu quo actual de los malogrados protagonistas, y cuando la narración se ve obligada a abandonar las paredes fortificadas de los tres habitantes de Harmony y la acción, los exteriores y los monstruos ganan protagonismo en la cinta.

Extinction

Por momentos, llega a dar la sensación de que Extinction no es más que una versión mutilada de Welcome to Harmony, correspondiendo a este título previo la visión original que Miguel Angel Vivas tenía sobre su obra. Me niego a creer que alguien capaz de gestar un artificio narrativo tan impecable como Secuestrados haya dado a luz un, por poner un ejemplo, prólogo tan insípido, como caótico en el que la cámara no deja de moverse y se antoja imposible un seguimiento claro de los acontecimientos entre tanto desconcierto formal —¿dónde queda esa maravilla de plano secuencia que sirvió como adelanto del filme y actuaba como preámbulo?—. Este es sólo un pequeño detalle dentro de una numerosa lista de trabas encabezada por unos muy deficientes efectos visuales que, en según qué casos no tienen razón de ser —más aún teniendo en cuenta el buen trabajo del equipo de maquillaje—, y que termina por completar unas secuencias de acción rutinarias y poco emocionantes que deshinchan progresivamente el interés y la historia, y terminan desembocando en un especialmente vacuo e insatisfactorio tercer acto.

Por suerte, las buenas intenciones que deja entrever la cinta y la notable gestión emocional de la que hace gala Extinction cuando se convierte en el thriller intimista que nunca debería haber dejado de ser, salvan de la quema a un largometraje muy irregular que no satisfará a los amantes del terror más tradicional y mundano, pero que sabrán disfrutar todos aquellos con la paciencia suficiente para apreciar el buen hacer y todo el cariño que el director ha volcado sobre sus personajes.

Extinction

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