Uno no se ha sumergido realmente en Sitges hasta que no asiste a alguna de sus proyecciones nocturnas. Entonces el jolgorio, la fiesta y el ambiente festivo alcanza cotas inimaginables en otros festivales más serios, pero tal vez menos auténticos. Se aplaude cada mutilación, cada desmembramiento o cada muerte que aparece en pantalla. Esto es Sitges. Queremos sangre.
Así, con ganas de pasarlo bien, nos presentamos en el cine El Retiro a la una de madrugada del domingo. Y no hubo mejor manera de comenzar la noche. Excision era la propuesta que necesitábamos.
La vida apesta a los 17 años, como dicen en el cartel promocional de la cinta. Más si eres una joven obsesionada con la sangre, el sexo, eres una ‹loser› de la vida y las convenciones sociales te las pasas por donde yo me sé, en una clásica familia blanca de clase media americana donde tu madre no te entiende y la desprecias, tu padre intenta siempre quedarse aparte en las discusiones y tu hermanita tiene una rara enfermedad en los pulmones. ¿Estamos ante la típica película con personaje adolescente rarito que se enfrenta a la pérdida de la inocencia mientras va entrando a su pesar en el mundo adulto? Sí, en parte. Porque el tratamiento y sobre todo el personaje principal interpretado por AnnaLynne McCord acaba torciendo la evolución de ese relato prototipo del cine al que ahora llaman ‹indie›.
Pauline sueña con agujas, disecciones y sangre, y eso la excita. Sexo y muerte, un clásico. También sueña con perder la virginidad y no podía ser de otra manera, mientras tiene la regla. Pauline no entiende al mundo y se sabe loca, por eso intenta decirle a su madre que lo que ella necesita no es ir una vez por semana a hablar con el cura del barrio, sino ir a un psiquiatra. Es feílla y sus relaciones sociales son inexistentes para desesperación de su progenitora y silencio absoluto de su padre. La hija pequeña, quien pudiera ser la esperanza de la familia para alcanzar el éxito de la normalidad se ve truncada por su problemas respiratorios.
La comedia de corte amable sobre la vida de una joven incomprendida va dando momentos de explosión sangrienta en los sueños de Pauline, mientras se desenvuelve en el mundo que le ha tocado vivir como un párroco en un burdel, de manera torpe y violenta. Pero ella lucha a su manera, con unos encontronazos tan violentos como divertidos, mientras le pide a un dios en el que no cree que mate a su madre con un poco de sufrimiento y tiene en una de esas chicas rubias populares que siempre hay en la comedia americana a su némesis a la que combatir. Lo que Pauline quiere es follar mientras se desangra su amante. De mayor quiere ser cirujana, pero no por motivos nobles, sino porque le excita cortar y coser.
No hay una progresión minuciosa del relato, los objetivos no están definidos y los personajes tan solo se mueven entre una cotidianidad que no es tal, donde Pauline siempre trastoca los planes de los demás. Hay un claro enfrentamiento entre su madre y ella, con dos mundos imposibles de reconciliar. Pero tampoco es realmente tan alejada del mundo como parece, aunque no pueda comunicarse con su hermana, la quiere, y es por ella por quien acaba abrazando la idea más loca y sangrienta de las que acomete, pero llena de amor, por supuesto. Así pues su desprecio por la vida de los demás no es total, al menos en el plano familiar.
Es el vínculo madre e hija lo que termina de dar forma al relato en su parte final. En el fondo ella busca la aprobación de su progenitora en lo único que se sabe capacitada.
¿Te gustó Napoleon Dynamite? Esta es la versión femenina y sangrienta. Cuento amoral sobre las aspiraciones de una chica de las raritas, de las que tanto nos gustan, de esas que aunque la maquillan para ser feíta nos encantan. El último tramo está lleno de un puñado de momentos geniales, con un final que sube el listón de la obra y termina por darle significado. No esperen una peli de terror, que es como en parte la están vendiendo, porque no lo es. Una peli con aroma a ‹indie› con litros de sangre y mala leche por el mundo este en el que vivimos cotidianamente.
Amamos a Pauline desde ya.