Estos días es la primera puesta en largo del español Diego Llorente, un hombre que, al margen de cualquier otro tipo de consideración, sabe bien cómo quiere abordar su material. Nótese, pues, que de lo que se trata es del cómo y no del qué, aunque no estaría de más informar a los que no tuvieran constancia de que la cinta aborda la vida diaria de dos jóvenes buscando su sitio, para lo cual, cosas del mundo, atravesarán la ruptura de su relación que, tras varios años de plenitud, da muestras de desgaste. Así, donde otros cineastas aprovecharían para ahondar en el drama más condescendiente conocido (y sufrido), me temo, por todos, el director apuesta por la calma y el saber estar, sabedor de que las cosas son, al fin y al cabo, maneras de mirar, si ya “no son como eran” quizá el cambio sólo signifique que el espejo está empañado y apostamos por tirarlo, dependerá de cada uno, ya se sabe, en esto del amor no existen los caminos fáciles ni pre-establecidos, eso es cosa de Hollywood y sus quimeras.
Me paro a hablar de los espejos porque Estos días pasa por ser un reflejo incontestable del momento que vivimos y que viviremos a modo de ciclo donde nada cambia salvo los actores. De nuevo, considerar la vida como una caja de sorpresas o como un lento transcurrir evitando languidecer sin ningún propósito es una decisión muy personal, incluso tomada inconscientemente; en estos casos, por ello, la obviedad es un enemigo mortal y se debe evitar el voyeurismo insustancial que busca la lágrima desesperadamente a modo de catarsis. Véase, para ilustrar esto que digo, la escena donde ella pasa una a una las fotos de un pasado tan reciente sin llegar a decir (ni mucho menos subrayar) nada… Qué de propuestas hubieran supuesto un acudir al masoquismo fotográfico sazonado en muecas, pero Diego Llorente es bastante más inteligente y no da pistas, no hacen falta. Si acaso, se podría pretender un análisis subliminal del hilo musical que acompaña la cinta, pero no es lo primordial.
Entre el mugido de las vacas, las patadas al balón y las noches de discoteca, va poco a poco avanzando el tiempo, como una pequeña nube en un horizonte incognoscible en que los únicos que se pronuncian son los medios. Radio y televisión registran el paro, la corrupción y el paradigma de las relaciones humanas promovido por tumores del rollito Hombres&Mujeres, mientras las notas de cordura las ponen la música rap y el estoicismo sin grandes epopeyas de los navegantes de la obra. La cinta, ambientada en el norte de España, se perfila, en consecuencia, como un trozo de vida, si más o menos valiosa dependerá, como siempre, del espectador, ya que donde unos verán un ejercicio naturista intachable, yo, por ejemplo, echo en falta un sello un poco más autoral. ¿Que no hace falta? Posiblemente no.