Hablábamos en el recientemente publicado artículo sobre Histèria de Catalunya de la necesidad de ser honesto ideológicamente hablando. De dejar de lado el trilerismo político consistente en jugar al equilibrio, a desviar la atención de la mirada mientras te meten un gol por toda la escuadra. En este sentido no se puede negar que, Españoles en el exilio de Rubén Hornillo, es un ejemplo de lo contrario. Quizás incluso tan posicionado en demasía que cae en el error de perder de vista el objetivo último del documental en favor (o mejor dicho jugando en contra) de ser manifiesto político de un partido político, en este caso Podemos.
En principio, Rubén Hornillo, nos plantea un documental de corte clásico, combinando una narración en primera persona con entrevistas a expertos y/o afectados e imágenes de archivo. Un relato de la crisis económica en España con sus causas y efectos, centrándose sobre todo en el fenómeno de la emigración de jóvenes sin perspectivas laborales en España. Un documental que es apreciable en tanto no hace sangre del drama y en cambio intenta abordar ciertos aspectos desde un humor tan desencantado como desdramatizador, eso sí, sin perder un ápice de seriedad.
Sin embargo, quizás en parte por el costoso (tanto económico, como temporal) desempeño empleado en su confección, se antoja un documento algo desfasado, de historia ya conocida y por tanto de escasa novedad informativa. Pero lo peor no es este aspecto, al fin y al cabo nunca está de más un recordatorio de lo que ha pasado (y sigue pasando) en este país, ni que sea para mantener una cierta conciencia social despierta. No, el problema fundamental de Españoles en el exilio es una deriva argumental donde la exposición de los hechos se va extraviando hacia lo que podríamos calificar sin rubor de panfleto político.
Evidentemente, todo relato relacionado con un fenómeno de crisis o de acción política tiene ya per se un sesgo y depende muchas veces de la propia ideología del espectador el comulgar o sentirse agredido por ella. No obstante, el caso que nos ocupa es de una sinceridad (algunos le llamarían desvergüenza) absoluta en su despliegue de propaganda (positiva) hacia Podemos.
No es tan solo el hecho de nombrarlo como única solución política viable de forma explícita, es el hecho de que cada uno de los entrevistados, sean anónimos, o personas relevantes en política o economía, están vinculados directamente con la formación morada, por lo que al final nos encontramos con un discurso unidireccional, de maniqueísmo unívoco que no interpela sino que más bien exige al espectador la aceptación de un solo discurso, de una sola solución válida a la problemática expuesta.
Tal nivel de propaganda llega hasta el punto de cerrar con un tono pesimista no tanto por las perspectivas socioeconómicas del país sino por los malos resultados de la formación podemita. En definitiva, se aprecia el interés de Rubén Hornillo de exponer una realidad demasiado ocultada por los mass media, su montaje ágil y (hasta cierto punto) desenfadado así como su naturaleza ‹back to basics› en su desarrollo formal. Lamentablemente el regusto que nos deja es el de documental no tan interesado en reflejar una problemática sino más bien una excusa para ser instrumento de agitación política, o lo que es lo mismo, un espacio gratuito de propaganda electoral en versión largometraje.