Destacándose como una de las figuras más importantes, y sin duda la más reconocible de la animación italiana contemporánea, la obra de Enzo d’Alò se ha destacado principalmente por las adaptaciones de obras literarias infantiles y juveniles, siempre en un estilo de animación bidimensional. Cofundador del estudio Lanterna Magica, con él realizó dos largometrajes, siendo el primero La flecha azul, en 1996. Sin embargo, sería su segunda película en este estudio la que se convertiría en su mayor éxito internacional de crítica y público hasta la fecha.
Historia de una gaviota (y del gato que le enseñó a volar) adapta la novela homónima infantil del chileno Luis Sepúlveda, sobre un gato llamado Zorba que un día choca casualmente con la pobre Kengah, una gaviota afectada por una marea negra. Kengah, en su último aliento, pide a Zorba que incube su huevo, críe al polluelo que salga y le enseñe a volar, y él acepta la promesa. Del huevo nacerá una pequeña gaviota, a quien llamarán Afortunada, y que Zorba cuidará junto a sus amigos gatos, viviendo diversas aventuras y luchando contra las malvadas ratas que conspiran desde las alcantarillas para hacerse con la ciudad.
Con una animación consistente y fluida, pero de un acabado que se siente incluso algo añejo para la época, las limitaciones de recursos que se pueden observar no impiden que la película se vea razonablemente bien e, incluso, de una creatividad visual muy meritoria en algunos insertos puntuales que realiza probando otros estilos de dibujo. Lo agradable y sólido, en líneas generales, de su animación no llega a ser un aspecto destacado, pero sí proporciona una base aceptable para otros elementos en los que sí destaca la cinta. El que es sin duda su punto fuerte es, de hecho, el perfilado físico y psicológico de los personajes, con unos diseños fácilmente reconocibles, a través de los cuales se construyen personalidades llenas de vida. Cualquiera de los amigos de Zorba, en particular el pequeño Pallino, o de los divertidos villanos, con la Gran Rata a la cabeza, son prueba del buen hacer de la obra en este sentido; pero son el padre e hija protagonistas quienes se llevan la palma, haciendo que una historia simpática alcance otro nivel con su carisma y química familiar.
Estas cualidades generales tan positivas al describir y presentar a sus personajes elevan el alcance emocional de una narrativa que, en otra circunstancia, resultaría algo más bien discreto. El guion de Historia de una gaviota, tan bienintencionado como sencillo, se reserva algunas ideas más originales, pero por lo general sigue un esquema predecible que se puede trazar desde el mismo punto —algo avanzado, eso sí— en el que se explicita su premisa. Esto no es en sí algo negativo, pero sí supone un cierto obstáculo para dejar respirar bien ciertos ingredientes de la trama que la película parece considerar más accesorios frente a la historia principal, teniendo en cuenta que el metraje se eleva a poco más de 70 minutos. Por ejemplo, la inserción de los personajes humanos, de la pequeña Nina en particular, no se siente plenamente orgánica, y esto no se debe tanto a estos mismos personajes como a lo poco explorado de la relación entre Zorba y su interés romántico Bubulina, quien será la catalizadora de esta conexión. Asimismo, también encuentro algo precipitada la forma en que la cinta despacha la amenaza de los villanos, dando a entender que en realidad suponían un elemento secundario, por muy prominente que llegase a verse, respecto de la motivación principal en torno a la cual está construida, y que es el crecimiento de Afortunada y la lucha de Zorba por cumplir la promesa realizada a Kengah.
Con todo, los problemas que se pueden derivar de un guion no del todo bien comprimido y de una animación no por completo pulida, y que tal vez en otra obra se harían notar más, no resultan una losa demasiado pesada en esta, en buena parte por el carisma natural de sus personajes y en buena parte también por la agilidad y desparpajo con la que plantea sus distintos aspectos, logrando que ninguno de los aspectos negativos termine por lastrar el sentido eminentemente amable y eficaz en su planteamiento moral y emocional de esta película. Además, su faceta musical sí funciona sin ningún tipo de reticencia, y todas las canciones de la cinta se adaptan muy bien al momento, lugar y estado de ánimo; un acierto que me sorprende más en comparación con la película más reciente de D’Alò, en la que, a mi juicio, se convertían en el elemento más disruptivo, y en cierto modo tienen que ver no tanto con la calidad de las piezas musicales en sí sino con la capacidad, que aquí sí se demuestra, de presentarlas de manera ágil y pertinente.
Aunque sin duda imperfecta, se puede entender al ver Historia de una gaviota su posición privilegiada en la historia reciente de la poco transitada animación italiana, en particular en su vertiente cinematográfica. Tiene méritos muy claros y reseñables, pero algunos no tan evidentes y que tienen más que ver con un tono general, una energía imprimida de manera adecuada al conjunto y que mira más allá de las limitaciones técnicas que podrían lastrarla, resultando una pequeña joya de una industria que no contaba con recursos amplios para producir este tipo de hitos con regularidad.
