Entrevistamos a Jack Lowden, protagonista de Benediction (2021), la nueva película de Terence Davies, estrenada en la Sección oficial del pasado Festival de San Sebastián. Nos encontramos en el Hotel María Cristina para hablar sobre su trabajo interpretando a Sigfried Sassoon, poeta y escritor británico caracterizado por abordar el horror de la guerra tras su experiencia en la Primera Guerra Mundial.
Soy Pol Romero, de Cine maldito. ¿Consideras este papel el más importante que has hecho hasta ahora?
Jack Lowden: ¿Personalmente? Sí, quizá sí. No sé si ha sido el más difícil, pero sí creo que en términos del tiempo invertido en un personaje sí. Me siento bastante cercano a él, igualmente. Así que no ha sido tan difícil como probablemente debería haber sido (risas). No, pero estoy orgulloso y sí, ha sido importante.
P.R.: ¿Cómo te sentiste cuándo supiste que ibas a trabajar con Terence Davies? Es un director muy importante, veterano… ¿Tuviste miedo? ¿O justo lo contrario? ¿Te sentiste muy motivado?
J.L.: Sí, lo estaba. Su película The Deep Blue Sea creo que roza la perfección, en particular las interpretaciones de Rachel y Simon Russell Beale. Eso es precioso. He visto esa película varias veces y trabajar con él ha sido fantástico. Pero realmente fue el guion, cuando leí el guion. Aún es uno de los mejores guiones escritos que he leído. Está tan clínicamente trabajado, es realmente perfecto. Una frase siempre constituye la siguiente, todo fluye. Todo tiene sentido, lo cual está muy exprimido en el filme porque ellos son muy maliciosos y tramposos entre ellos. Pero sí, fue el guion lo que realmente me atrapó.
P.R.: Hablemos ahora de tu interpretación en la película. En ella hay una estrecha relación entre el cine y la poesía y, en ese sentido, es muy importante cuando escuchamos tu voz en off recitar los poemas de Siegfried Sassoon. ¿Cómo preparaste, especialmente para la voz, este vínculo tan emocional entre tu personaje y la poesía recitada para que pudiera captarse tan bien en el cine?
J.L.: Realmente grabamos todos esos poemas antes de rodar la película, lo cual daba un poco de miedo, pero Terence los quería registrar para así poder saber el tiempo que durarían en la película. Y eso daba miedo, en particular la letra que él escribe, su protesta contra la guerra; no me sentía preparado para hacerlo, pero Terence quería hacerlo, así que lo hicimos… y me alegro de que funcione. Pero no hubo mucha preparación para las poesías. Su poesía no es pretenciosa o desbordante, por eso es tan efectiva; es muy fácil de leer. Y era uno de los tres o cuatro grandes poetas de guerra haciendo eso. Pero fue un desafío registrarlo antes de la película.
P.R.: ¿Y estudiaste la poesía o el trabajo de Sassoon para la película o ya lo conocías previamente?
J.L.: Nos enseñan su poesía en el instituto, así que conocemos su poesía y no olvidas un nombre como Siegfried Sassoon. Pero sí, me miré toda su poesía antes del rodaje. Aún así, son sus memorias lo que creo que es increíble.
P.R.: Antes has comentado que te sentías bastante cercano al personaje. Sin embargo, es un personaje que sufre mucho, él mismo lo dice… Pero, de alguna manera, eso no resulta muy evidente y lo percibimos más bien a través de gestos y miradas. Por ejemplo, hay un momento muy bueno en la película, cuando él le dice a Igor que le quiere, pero Igor no responde.
J.L.: Es por un lado a través de una manera muy de la clase alta inglesa: «No digas nada, no muestres ninguna emoción». Y también por él (Siegfried Sassoon); tenía demasiado miedo de que le hiciesen daño, ¿sabes? Como mucha gente, creo. Es más bien su miedo de no ser herido que lo previene de decir ciertas cosas y creo que Igor intimidaba a Siegfried Sassoon. Él probablemente quería ser como él, pero él era un poco vergonzoso… Bueno, cuando no estaba lo suficientemente bebido. Era algo clave no decir constantemente lo que sienten y que lo escondan todo el rato de manera inteligente, con comentarios ingeniosos.
P.R.: Sí, de hecho, en la película hay diálogos que tienen cierto sentido del humor.
J.L.: Sí.
P.R.: Como cuando alguien crítica a otra persona, pero esta le responde con algo ingenioso. Y creo que realmente funciona en la película este sentido del humor, de hecho, el público en la sala reía con esos apuntes de humor. Digamos que la película muestra un claro sufrimiento, pero también cierto sentido del humor.
J.L.: Sí, sí, es verdad. Es como si cada personaje siempre quisiera ganar cada momento, lo cual lo hacía algo gracioso interpretarlo. Pero, en el fondo, cuando cierran la puerta, quieren suicidarse o quieren llorar o cualquier cosa, ¿sabes? Es vanidad.
P.R.: Tu personaje está lleno de contradicciones. Quiere tener una dignidad y unos principios… Y al inicio de la película lo vemos cuando él escribe la carta contra la guerra. Pero más tarde, cuando se hace mayor, él no puede mantener esos principios. Y me gustaría preguntarte sobre un personaje en concreto: su mujer. ¿Tú crees que realmente él quiere a su mujer? ¿Cuál es tu relación con ese personaje?
J.L.: Creo que, para él, en la película, en el guion, la mujer es solo una comodidad, como lo era para muchos hombres en la época. Pero creo que es solo una comodidad con la que al final termina resentido. Casarse con ella es algo que él consideraba esencial. ¿La quería? No lo creo. ¡No creo que ese hombre quisiera a nadie! Creo que se quería a sí mismo. Creo que él se admiraba y se odiaba a la vez. Creo que estaba enamorado de sí mismo.
P.R.: Es muy interesante que comentes esto porque quería preguntarte por el personaje que conoce en la clínica, al inicio del filme, y muere. Creo que cuando tu personaje conecta con otro se percibe de forma muy obvia. Por ejemplo, también ocurre con el personaje del doctor. ¿No crees que a este personaje sí lo aprecia? O al personaje que conoce en la clínica y muere… ¿A él no lo ama?
J.L.: ¿Wilfred?
P.R.: ¡Sí! ¿No crees que a estos personajes sí los quiere, sí conecta con ellos?
J.L.: Creo que sí amaba a Wilfred. Creo que fue lo suficientemente cercano como para llegar a amarlo. Sí lo amaba. Pero el cínico que hay en mí también quiere decir que eso es porque él murió. Porque nunca llegó a estar con él. Y porque, después, en todas las relaciones en las que estuvo, se arrepintió. Es muy fácil romantizar algo que nunca ocurrió. Porque, además, parece que Sassoon nunca buscó ninguna de las decisiones que tomaba. Creo que a la gente le gusta eso, de las cosas que nunca llegaron a pasar dice: “esa era la buena”. ¡Pero tampoco hiciste nada! No hiciste nada para conseguirlo.
P.R.: Sí…
J.L.: Igualmente, la despedida entre ellos dos está escrita en sus memorias. No sale exactamente en la película, porque según las memorias ocurrió en una calle de Edimburgo. ¡En las memorias es tan triste! Tan triste porque él no hace nada para evitar que el amor de su vida se marche. Es tan triste.
P.R.: Bueno, mi escena preferida en la película es justamente cuando ellos se separan. Hay un personaje fuera de campo, en un coche, que avisa que deben marcharse ya. Y en ese momento se produce lo que comentábamos antes, tu interpretación se basa en pequeños gestos, pequeñas cosas que hacen que el espectador capte todo tu dolor.
J.L.: Sí.
P.R.: Hablas del personaje criticando mucho su personalidad y me pregunto si realmente no ha sido muy difícil meterte dentro de alguien tan cínico, tan narcisista y egoísta.
J.L.: Él me gusta. Pero me gusta porque él es cínico, narcisista… Porque en sus memorias y en sus escritos él lo admitía. Y para mí hay una gran diferencia entre alguien que es narcisista, pero pretende que no lo es, creo que esa es la gente malvada. Él admitiría que es hipócrita, que es narcisista… y te diría que él cree en unas cosas y moriría por ellas, pero al día siguiente diría “ya no creo en eso”. Pero lo que lo hace entrañable como persona es que él sabe eso sobre él y lo admita. Creo que es fantástico cuando alguien dice, ya sabes: “soy un gilipollas” Y sí, es un gilipollas. Me encanta cuando la gente admite lo que es, y no la gente que no lo admite. Así que no, adoro cómo es él y todas sus cosas malas.
P.R.: Bueno, para terminar, me gustaría comentar el final. ¿Qué sientes sobre la última escena? De alguna manera, estás intentando liberar todo el dolor y sufrimiento, pero, al mismo tiempo, estás intentando reprimirlo. ¿Cómo lo hiciste? Y, además, ¿cómo te sentiste cuando lo viste por primera vez en la pantalla?
J.L.: Oh. Bueno, no he visto la película.
P.R.: Ah.
J.L.: No puedo verla. (Risas.) Sí, no sé, prefiero que otras personas la vean. Quizá la veo esta noche, pero no lo sé. Pero esa escena… Tuvimos solo un intento. Me senté en el banco, Terence leyó el poema y el señor sin piernas se quedó ahí delante. Me ha gustado que te fijaras, porque creo que es muy importante que simplemente se siente en el banco y se ponga a llorar. Creo que es importante que fuera reprimido y, para mí, es más conmovedor ver a alguien luchar con su propia tristeza. Porque es la audiencia la que debería estar llorando. Yo no debería estar simplemente triste. Nunca encuentro triste ver a alguien en una película llorar. Lo encuentro triste cuando están intentando no llorar. Es como ver el funeral de tu padre intentando no llorar. Pero bueno, me alegra que te hayas fijado en eso.
P.R.: Muchas gracias. Y muchas gracias por la entrevista.
Que buenas preguntas. El film es precioso y Lowden eleva el nivel.