El cine mexicano está viviendo una época dorada, reflejada no sólo en los Cuarón o Iñárritu sino también en muchos otros autores que durante este último lustro han saltado a la palestra con obras rompedoras en la cinematografía de su país. Uno de estos artistas es Claudia Sainte-Luce, quien a partir de una experiencia personal que cambió su vida realizó Los insólitos peces gato, alabada película que ahora se estrena en nuestro país. Con motivo de ello, Cine Maldito ha tenido la oportunidad de conversar con la cineasta para contarnos los entresijos de su ópera prima.
Los insólitos peces gato está basada en una historia real, una historia personal tuya. ¿En qué momento dijiste “voy a hacer una película sobre esto” y cuál fue la razón principal para hacerlo?
En realidad nunca lo supe, fue un accidente tras accidente. Un día, mientras trabajaba como asistente de dirección para una persona que admiro mucho como Paula Markovitch, le empiezo a contar esta historia de manera normal, como si la contara cualquier otra cosa, me comentó que por qué no la escribía. Yo la dije que nunca había escrito, que no era buena y que no iba a poder. Pero ella me dijo que tenía un taller de guión todos los jueves y me propuso ir allí y desarrollarlo. Fui, porque no perdía nada por ir, empecé a escribirla y al acabar me dijo: “Bueno, pues ahora, ¿por qué no lo aplicas?”. Y yo le contesté que esas cosas (financiación) se las dan a gente con más experiencia, directores que van a festivales, que yo no era nadie y no me lo iban a dar. Pero apliqué y me dieron el dinero. Me encerré dos meses en casa del miedo que eso me provocó, porque realmente no me lo esperaba. Al ver que tenía posibilidad de hacerlo, intenté tener cabeza fría, dejar el miedo a un lado y echar a andar toda esta maquinaria. Por tanto, fue un accidente, no me puse en la cabeza tras acabar la carrera que tenía que hacer una película sí o sí.
Wendy Guillén se auto-interpreta en la película en su papel de hija de Marta. ¿Es algo que tenías pensado desde un principio o surgió de casualidad?
Tardé dos meses en encontrar a las actrices que iban a interpretar a Marta y Claudia, y después de eso me puse a buscar a los hijos. Traté de encontrar a alguien para que hiciera de Wendy, pero no localicé a nadie que tuviera esa personalidad, ese humor, esa chispa que tiene su personaje. Yo recordaba que Wendy había estudiado teatro, pero me daba mucha pena decírselo, porque… ¿Cómo la iba a hacer yo pasar por algo que ya había pasado, revivir la pérdida de una madre? Pero al final, a un mes de empezar a filmar, ya estaba desesperada, así que le pregunté a Wendy si me ayudaría. Y me dijo: “Sí claro, yo lo pensé desde el principio y quería decírtelo pero no me gustaba forzar la situación. Lo hago encantada”. Fue un alivio tenerla porque la gente en principio se interpreta a sí misma, pero al final es más parecido a la visión que yo tengo de ella, que no es al 100% ella misma. En los ensayos metimos los rasgos del personaje pero también lo que ella había trabajado como actriz, así que al final fue una mezcla extraña.
¿Y cómo seleccionaste a Ximena Ayala para interpretar a tu propio personaje? No sé hasta qué punto es más fácil o más difícil encontrar a alguien que te interprete a ti misma…
Nunca busqué a alguien que fuera como yo, ya que una vez te pones a escribir comienzas a ser muy subjetivo, no buscas emular la realidad tal cual. Es como cuando haces una entrevista y grabas el audio, tú vas a decidir qué poner y qué no, y al hacerlo ya pierdes cualquier objetividad. No creo que exista nunca la objetividad, al dar este paso ya existe un juicio inconsciente. Entonces, lo que buscaba era alguien que entendiera la soledad como yo la entiendo y Ximena hizo un gran casting, entendiendo la soledad desde ese lugar donde yo me encontraba. Eso fue lo que me hizo elegirla.
¿De qué manera planificaste esa peculiar primera escena que describe al personaje de Claudia?
Una vez que terminé de escribir la película, me pareció que este personaje no existía hasta que la familia le empezaba a ver. Uno existe tras la mirada del otro. Eso lo tenía claro en la cabeza. Entonces, al pensar en la puesta en escena, pensé que este personaje al principio se tenía que ver pequeño o a través del reflejos, que no estuviera claro, que cuando se empezara a ver fuera al entrar a la casa de esa familia a la hora de la comida, que es cuando la vemos frente a cámara sin obstáculos de por medio. Es complicado, habrá gente a la que le disgusten diez minutos de silencio y se pregunte cuándo arranca la película, pero ése es el mundo de ella y me pareció importante empezar así, no hacer algo para atraer la atención del espectador; a quien le apetezca quedarse al viaje, bien. Me parece que ese mundo es así, silencioso, que no puede tener algún ruido o punto de vista más cercano porque no hay nadie que lo esté viendo, es ella sola.
En Los insólitos peces gato se plantean diversos problemas que afectan a cada personaje, desde la lucha de la madre con su enfermedad, Claudia haciendo frente a la soledad también representada por un trabajo ingrato, Wendy y Mariana con problemas típicos de la adolescencia… ¿Cómo hiciste para desarrollar cada historia sin que ninguna dé la sensación de quedarse a medias?
Creo que la enfermedad no detiene la vida, la vida sigue en cualquier caso. Aunque sepas que alguien se va a morir, sea de VIH, cáncer, etc., mañana o pasado, tienes que seguir yendo al supermercado, hacer la comida, ir al colegio… Uno sigue teniendo una vida y gracias a esos momentos cotidianos uno va valorando más la vida. Creo que lo que traté de no perder de vista es esa cotidianeidad, porque tampoco es un personaje que vea la vida de una manera tan dramática. No quería cargar toda la película del lado de la enfermedad, sino hacer ver que los otros personajes tienen problemas que cualquiera puede tener, que la enfermedad no es algo que ya no sigan viviendo, al contrario.
A lo largo de toda la película tiene bastante importancia el trabajo de fotografía de Agnès Godard. ¿Cómo contactaste con ella para que trabajara en la película?
Necesitaba una visión femenina, eso lo tenía claro. En México hay muy pocas directoras de fotografía. Quería a una en particular, pero ella ya se había apuntado a otro proyecto. Estaba desesperada, así que me dije “voy a buscar fuera”, pensando en primer lugar en países como Argentina, Uruguay, etc. Entonces, mi marido me preguntó un día que con quién me gustaría trabajar. Le dije que con miles, pero que se olvidara porque nunca iba a pasar. Me insistió y me pidió dos nombres. Le dije el de Agnés Godard y el de otra mujer americana. Eso fue en septiembre. Pasó el tiempo y el 28 de diciembre, día de mi cumpleaños, me dijo que ya le había contestado la fotógrafa que pedí, Agnès Godard, que había leído el guión y que quería que fuéramos a hablar con ella. Ella estaba en París, pero nosotros estábamos en España porque mi marido es español, así que fuimos a verla. Por tanto, si hubiera sido algo que recayera en mí jamás me habría atrevido, no habría pensado de manera tan grande. Pero él me alentó, él mismo lo buscó y no sé ni cómo lo logró.
¿De dónde te vino la idea para el título Los insólitos peces gato?
Fue porque por accidente pegué un recorte de periódico en la pecera de Armando, recorte en el que ponía Los insólitos peces gato. Salió de una revista que hablaba de los peces gato, típicos de Estados Unidos y que destacan porque siempre se mueven juntos, en familia. Lo pegué porque se me hacía gracioso para decorar, nada más. También tuvo que ver que el primer título de la película, Encuentro, no me gustaba nada, y al ver una y otra vez esa pecera, ver el gatito de la suerte, me dije “¿por qué no lo pongo de título?” No tiene un significado más allá de eso, pero me gustaba el título, así que lo puse. Igual engaño a alguien que piensa que es algo de animación o así (Risas).
¿Qué te parece la acogida que está teniendo la película? ¿Hay algún momento en toda esta fase de exhibición con el que te quedarías?
Me quedo con un montón de momentos, no me podría quedar con uno. Me quedo con el de la familia, que fue la primera proyección, ya que antes de acabar la edición no se la había enseñado a nadie; junté a todo el equipo antes de ir a Locarno y se la enseñé, fue muy emocionante. Ir a cada país y presentarla por primera vez también fue muy emocionante. Ir a cárceles y presentársela a gente también fue muy bonito, imagínate ver emocionados a 60 hombres que pensaba que me iban a tirar la película a la cabeza. Ha habido muchos momentos, no puedo escoger sólo uno.
Parece que el cine mexicano está atravesando por un buen momento a nivel artístico. Michel Franco podría ser la cara más conocida de esta nueva generación, pero también tú has recibido muchos elogios con esta película, recientemente se estrenó aquí Güeros, que ha sido aplaudida en muchos sitios… ¿Es casualidad este surgimiento de nuevos talentos o realmente hay un trabajo detrás a nivel de la industria cinematográfica mexicana?
Creo que hay algo muy importante: tenemos apoyos para realizar cine. Existen tres fondos; uno se llama Foprocine, que apoya películas de autor; FIDECINE, para películas de corte más comercial; y está Eficine 189, donde buscas una empresa que pueda deducir sus impuestos a través de ti, es decir, en vez de pagárselos a Hacienda te da el dinero a ti. Lógicamente, entra un comité que juzga el guión y vela porque se respete la ley. Pero existen medios, y eso ayuda a que cada vez haya más voces.
Y en tu caso, ¿por qué haces cine?
Lo que me impulsó fue que me dieran el apoyo para hacer esta película. Era un “la haces o no la haces” y aproveché la oportunidad. Después de acabar de hacerla, empecé a escribir una segunda película y ocurrió lo mismo, en cuanto tuve el apoyo comencé con ella.
¿Cómo va ese nuevo proyecto? ¿Vas a seguir el estilo de Los insólitos peces gato?
El martes terminé el rodaje en Haití. Sobre el estilo… No lo sé, yo creo que cuando uno escribe no es tan consciente de si sigo la misma línea o de qué género estoy escribiendo. Inevitablemente, uno se refleja a sí mismo en las historias. Voy a seguir hablando de las cosas que me interesan. En esta ocasión, la película hablará de relaciones humanas, de la relación entre un padre y una hija. No creo que sea igual a Los insólitos peces gato porque es una historia diferente, pero inevitablemente va a tener sus conexiones porque soy yo quien está detrás narrándola. Siempre hay un sello, sabes lo que es de Almodóvar, sabes lo que es de Haneke, sabes lo que es de Lynch… De alguna manera, lo sientes.
¿Cuál es tu película maldita favorita?
Pues me vienen dos a la cabeza. La primera es una española, Arrebato (Iván Zulueta, 1980), creo que habría que reivindicarla. Y también Los comulgantes, de Bergman.