Entrevistamos a Ángel Santos, director de Las altas presiones, el pasado martes, un día después de la proyección de la película en el Festival de Cine Europeo de Sevilla, donde finalmente se alzó con el premio en la sección Nuevas Olas, siendo la tercera cinta consecutiva gallega en ganar ese galardón, por si quedaba alguna duda de que algo se mueve en Galicia (aunque las dos anteriores en el apartado No ficción).
La charla fue distendida y no sabría decir quien se mostraba más tímido y nervioso al principio, si él o yo.
Pablo García Márquez: A pesar de lo que se ha dicho, la película más que un retrato generacional parece un estado mental.
Ángel Santos: Sí, es algo que nos pregunta todo el mundo. Es cierto que hay algo de eso, de dar voz no sólo a ti mismo, que es otra cuestión de autobiografía, si no también queríamos hablar de gente que conoces y con la que compartes cosas, pero no llegar a hablar de una generación, porque es como super pretencioso y se nos escapa evidentemente. Sí es cierto que como parte de cosas más íntimas y de ideas más existenciales, en el fondo no sabes hasta que punto hablas de tus obsesiones o de las de tu generación.
La película intenta ir a lo pequeño, a lo sencillo, pero hablar de cosas más grandes.
Bueno, no sé si llega a ser grande o no, pero yo soy de restar, de menos es más, de buscar la sencillez. Y eso es verdad que en la inmediatez, en tratar de vender la peli, no es bueno, porque muchas veces la gente busca algo inmediato. Y es cierto que soy paciente, que pienso “el momento ya llegará”.
Una cosa es que haya misterio, que me parece importante, reservar zonas de misterio o que no sean explicativas, pero que haya una sencillez y una claridad también, que tú entiendas como espectador que está sucediendo y que si el personaje habla de algo sea entendible.
Ahí juegas a no explicar salvo insinuaciones del pasado de los personajes, como la relación entre Santi y la hermana de su ex.
Si, es algo que una vez intuiste y que no reaccionaste a tiempo, y que una vez ha pasado ese momento ya no tiene sentido querer recuperarlo. El personaje está todavía anclado en las emociones del pasado y no sabe muy bien que hacer con su vida actual.
Nosotros queríamos jugar con el misterio e ir dosificando la información. Trabajamos mucho con los actores, de donde venían sus personajes y en un momento dado, unos meses antes de empezar a rodar, el guión tenía como 30 páginas más. Quiero decir, que había todo esta parte madrileña, donde inicia el viaje Santi para volver a su tierra, que sí desarrollábamos en unas cuantas secuencias.
Sin embargo es todo un acierto no explicar su vida, ya queda claro con los detalles de información que tenemos.
Bueno, nosotros lo necesitábamos para los personajes, para saber de donde venían, pero en un momento dado nos dijimos “no es necesario mostrarlo”. También partíamos de ahí, ojo, de donde empieza la peli ahora. Yo fui yendo hacía atrás para conocerlos y entenderlos. Eso me sirvió y luego retomamos desde donde parte la cinta.
El tono marca toda la película. Se ha dicho que sin ese tono casi estaríamos en una película de cine social de Ken Loach.
Sí, puede ser, que haya algo con toda la relación de los espacios que van adquiriendo mucha fuerza y que parece que podría dar para hablar de la crítica social en algún punto. Pero para nosotros no va de eso, pero si es como un… “rumor” que tenía que estar, como todas las conversaciones que se tienen con los amigos desde hace años, y la palabrita crisis sobrevuela la peli, aunque no se diga nunca. Pero me apetecía reflejar un poco ese clima. Pero es que es eso, quería hablar de como te relacionas con la gente y las aspiraciones y fracasos que llevas dentro.
Viendo las películas gallegas que pasan por el Festival (¡Llevan tres años seguidos llevándose el premio de Nuevas Olas!) cabe preguntarse si el tono que tienen es exclusivo de cierta idea gallega, de melancolía que asociamos a esa tierra o no.
Yo creo que aunque no queramos, porque cada uno hacemos nuestra peli, nos conocemos todos y hay diálogo entre nosotros y aunque cada uno tiene su individualidad bastante marcada y aunque es cierto que yo trabajo desde la ficción y casi todo el resto desde la No ficción, compartimos algo en común.
Casi todos también compartimos la idea de ser gallegos y habernos ido fuera y volver para redescubrir la mirada sobre el paisaje y la tierra o en el caso de Arraianos el idioma, porque captura a la perfección el gallego y es acojonante. Pero sí, es cierto que compartimos esa mirada. No es una mirada… “romántica”, aunque hay algo de romanticismo. Es una mirada melancólica con el paisaje y es algo a lo que nos acercamos.
Pero esa mirada es especial no tanto “por ser de allí”, como “por volver allí”.
Sí, yo creo que sí. Hemos tenido que dar el salto fuera y observar las cosas de otra manera. Esa mirada que se cuestiona cosas y tiene una relación amor odio con el propio lugar de origen. Galicia es una tierra de inmigración. Ahí esta idea de que te tienes que ir como concepto de madurez que tiene el propio personaje.
Eso enlaza con el momento musical, cuando el protagonista va al concierto. La verdad es que me ha sorprendido porque hace unos meses en otro festival, en Sarajevo, había una canción muy chula como intro de los patrocinadores antes de cada proyección. Y llevaba meses buscando esa canción, a la que consideraba extranjera, americana seguramente. Y descubro en la peli que son gallegos, es la que suena en el concierto.
Claro, con la pinta que tienen encima (risas). El grupo se llama Unicornibot. Para nosotros la música era muy importante y como queríamos retratar lo musical en la película también nos importaba mucho. Generalmente creemos que no se le hace mucha justicia cuando hay momentos en algunas películas con grupos tocando o las canciones dentro de una película siempre se han puesto de manera extradiegético, que te lo embellece todo, cambiando el significado de las imágenes. Para nosotros tenía que ser algo visceral y en un momento muy determinado de la película.
En Pontevedra desde hace unos años hay un pequeño local social que se llama “Liceo mutante”, son gente de unos 30 años que se agrupa y empiezan a realizar actividades en el mundo de la ilustración o la música sobre todo. Unicornibot son parte de la casa. Y me apetecía meter eso también en la peli y contar algo de esa energía que nosotros sentimos en ese espacio o esa gente.
Ahí quería llegar. Es cierto que hay lo que decías de la nostalgia de la tierra y todo eso, pero también hay elementos de la vida cultural actual de allí, la otra cara, que huye de la estampa clásica gallega.
Sí claro. Hay rock and roll también No todo son Meigas. Creo que Pontevedra era una ciudad un poco muerta pero desde hace unos años hay una energía que es brutal. Me parece digno de admirar. También es en parte consecuencia de esta crisis sorda que hablábamos antes. Son gente que aparece y se junta y hacen conciertos por nada, ilustrando cosas alucinantes, algo que creo era necesario captar y da una imagen y percepción de Galicia y Pontevedra más acorde con lo que yo siento, sin olvidar lo otro. Es una ciudad viva.
No queríamos caer en la estampa más superficial de Galicia, de la piedra y el camino. ¿Qué pasa? ¿no puedo rodar la ciudad en la ciudad en la que vivo? Quiero regresar estos espacios y mostrarlos, y aunque no sea la plaza mayor de Madrid o una espectacular avenida de París, pero son los espacios que conoces y a su manera también está lleno de vida y energía y son reales. El personaje de Paula le dice “oye, quedamos en la verdura”. El 99% del público no sabe donde queda eso porque no lo conoce, pero es la frase que se dice en Pontevedra porque se queda en ese sitio. Nos parecía algo básico, poder retratar fielmente estos detalles.
Dentro de las “peliculitas gallegas” tengo entendido que esta es la superproducción del año.
(Risas). Sí. Para nosotros sí.
Ya te decía antes, todos esos compañeros que están haciendo pelis, y tienen una relación especial, son ellos con su cámara y con un sonidista y poco más, haciendo pelis muy mínimas. Todo es más libre, sólo empeñas tu tiempo, básicamente. Son gastos pequeños, pero son obras de No ficción.
Cuando pasas a la ficción, por muy pequeño que sea el salto, se multiplica el gasto. Es algo que también genera dudas y te replanteas porque hacer una peli. Es una producción, para nosotros, muy ambiciosa, teniendo en cuenta las películas medianas que se hacían en España hace unos años está por debajo de la media.