Es envidiable la capacidad de cierto cine alemán para acercarse con naturalidad a su pasado reciente, sin duda uno de los más convulsos de todo el continente europeo. En los últimos años, algunas obras han puesto su foco en el período final de la República Democrática Alemana (DDR), previo a la reunificación. Pienso en la fantástica La vida de los otros (Das Leben der Anderen, 2006) o en la menos conocida Barbara (2012), dos películas situadas en un periodo complejo y decadente de la historia alemana, en el que se abrieron heridas que todavía siguen estándolo a día de hoy.
En tiempos de luz menguante (In Zeiten des abnehmenden Lichts, 2017) es otro de esos films que, desde una historia pequeña, casi anecdótica, dan una idea de cómo era la vida en los últimos años de la Alemania comunista. Dirigida por el desconocido Matti Geschonneck y basada en la novela homónima de Eugen Ruge, la película nos sitúa en 1989 para contarnos varias historias personales alrededor del 90º cumpleaños de Wilhelm Powileit, un histórico del Partido. El mítico Bruno Ganz, que interpreta a Powileit, se ve acompañado en el reparto por otros nombres conocidos del cine germano como Sylvester Groth o Pit Bukowski.
Geschonneck hace girar toda la narración alrededor del cumpleaños de Powileit, pero dedicándole tiempo a las historias de prácticamente todos los personajes que aparecen. Ganz consigue sumar en su interpretación una gran cantidad de matices a un personaje cascarrabias y arrogante, mientras que la variedad del resto del elenco da a la película un aire coral que la hace ganar en profundidad.
La gran cantidad de personajes, el tono literario y la poca variedad de espacios nos pueden dar la impresión de que estamos ante una obra de teatro filmada. El director privilegia la dirección de actores y un guion bien construido, dejando en un segundo plano la puesta en escena, cuya sobriedad, sin embargo, encaja con el tono frío de la historia que se narra.
Los personajes de En tiempos de luz menguante parecen ser filmados con una constante burbuja gris alrededor de ellos, como si les costara levantarse de la cama. Si bien es cierto que el film intenta dotar de tridimensionalidad a cada uno de ellos, lo hace a costa de centrarse en alguna de sus muchas historias, lo que consigue que nos quedemos con ganas de conocer más de cada uno de sus personajes.
Más allá de la obvia parábola entre la vida agonizante del viejo Powileit y la propia república socialista, uno de los aciertos del film es ser capaz de transmitir tanto la atmósfera de calma tensa de los momentos previos a la caída del muro como la decadencia y absurdidad de la burocracia comunista en aquellos años.
Quizás el principal problema con el que cuenta una película como En tiempos de luz menguante es que hay poco cine en ella. Su origen literario se deja notar en demasiadas ocasiones, y eso es algo que cualquier adaptación con voluntad de trascender debe ser capaz de superar.